
Hace unas semanas, mientras cruzaba la ciudad al mediodía noté la frustración con la que conviven a diario los pasajeros y choferes del transporte público, vehículos particulares y camiones de carga. Buses detenidos por más de veinte minutos, semáforos inservibles, autos tomando atajos por veredas inexistentes y una fila de vehículos que no avanzaban ni un metro. Fue inevitable preguntarme: ¿cómo es posible que lidiemos con algo así todos los días? Ese día estaba de pasada, pero la ruta es el día a día de miles de personas.
Sabemos que el problema del transporte urbano tiene múltiples causas: crecimiento desordenado, informalidad, mala planificación territorial, falta de integración multimodal. Pero en esta columna quiero centrarme en una arista concreta y muchas veces subestimada: la calidad de la inversión pública.
Newsletter exclusivo para suscriptores
Según la Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional (AFIN), una persona en Lima pierde, en promedio, 198 horas al año atrapada en el tráfico. Son más de ocho días enteros que podríamos dedicar al descanso, al trabajo o al cuidado personal. Además, las pérdidas económicas por congestión vehicular en Lima y Callao superan los S/ 27.000 millones anuales. A esto se suman el estrés cotidiano, el gasto adicional en combustible y el desgaste físico y emocional que implica simplemente moverse por la ciudad.
Y si uno piensa que se trata solo de la capital, basta con mirar lo que ocurre en regiones como Arequipa. En avenidas clave como Aviación, las intervenciones viales mal coordinadas han convertido las rutas en laberintos. En Yura, la vía de cuatro carriles se usa desde hace meses como atajo pese a estar inconclusa, sin semáforos ni señalización. ¿Cuánto más debemos esperar para que las obras se ejecuten correctamente?
El Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) reporta que el 78,9 % de la red vial departamental y el 86,7 % de la red vial vecinal están en condiciones inadecuadas. Estas cifras no son estadísticas frías: son pistas que se desmoronan, veredas que se hunden, avenidas sin drenaje que se inundan tras una lluvia ligera. Son la causa directa de accidentes, demoras y frustración diaria. Y mientras esa brecha no se cierre, el tráfico será la expresión más visible de una infraestructura pública ineficiente, mal ejecutada o simplemente abandonada.
Este año, el Estado destinará más de S/ 19.000 millones a inversión pública en transporte, cerca del 30% del presupuesto de inversión total. De ese monto, más de S/ 8.500 millones estarán a cargo de los gobiernos locales. Entonces, ¿por qué las ciudades siguen colapsadas? ¿Por qué nos seguimos preguntando si una obra durará más de un invierno? Porque no basta con invertir: hay que hacerlo bien. Esto implica estudios previos rigurosos, planificación urbana integrada, transparencia en la contratación, ejecución técnica seria y, sobre todo, fiscalización constante.