
Los días domingos se prestan para los grandes conciertos. Nadie está pensando en la mañana del lunes siguiente: lo único que queda es concentrarse en la noche de música, y las previas al show se arman desde temprano. Así fue llegando la gente a los alrededores del Estadio Nacional, que ya para antes de las 8 de la noche lucía abarrotado en espera de System of a Down, la banda de metal alternativo que llegaba por primera vez al Perú.
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Y el show empezó sin contemplaciones, con la vertiginosa batería de John Dolmayan en el inicio de “X”, el tema con el que los fanáticos comenzarían a delirar. “We don’t need to multiply”, dice la canción como, dejando sentado que solo importaban cada uno de los que estaba allí en el estadio, en un concierto que hizo ‘sold out’ en los primeros días de su venta de entradas.
Más adelante la histeria continuaría con “Prison Song” y “Aerials”, que azotaron con estruendo al respetable. En la parte superior del fondo del escenario, una hilera de tachos de luz se asemejan a ojivas cayendo desde el cielo como en un feroz bombardeo: fue quizá el elemento más simbólico de la noche, que resume la esencia de una banda coherente: rabiosa desde lo musical y confrontacional desde el discurso, que suele abordar temas como la opresión, la violencia y las guerras alrededor del mundo.
Dolmayan, ya lo dijimos, era un vértigo en la batería. Shavo Odadjian parecía una iguana abrazada a la rítmica de su bajo, siempre trémulo e intenso. Daron Malakian se presentó como el amo y maestro de la fuerza rockera del concierto, no solo por su notable guitarra, sino porque es el verdadero ‘showman’ y conductor del espectáculo. Y Serj Tankian, el carismático vocalista de System, redondeó al cuarteto con una voz limpia y potente, que combina la faceta gritante con un aura más bien místico-religiosa: su canto tiene algo de rezo, de plegaria.
El concierto continuaría con una seguidilla de temas que la banda armenio-estadounidense no presentaba hace muchos años: “36” (tocada por primera vez desde el 2002), “Pictures” y “Highway Song” –todas de su disco “Steal This Album!”– fueron de lo más placentero para los seguidores más fieles. Y luego entrarían con un absoluto clásico como “Deer Dance”, complementada con perturbadoras imágenes de revuelta y represión, muy a tono con su identidad.

POGO, POGO, POGO, POGO
Casi a mitad del concierto es que uno se pregunta: ¿habrá entre el público quien piense que el arte, la música en este caso, no debe ser político? Porque System of a Down es el ejemplo perfecto de cómo mover masas con un mensaje claramente politizado: desde su machacante denuncia por el tantas veces negado genocidio armenio hasta la absurda carrera armamentista de nuestros días.
La ráfaga seguiría con las apoteósicas “Soldier Side” y “B.Y.O.B.”, al grito indignado de “Why do they always send the poor?”. Para ese momento, las tribunas del Nacional ya lucían pintadas con las linternas de celulares y en la cancha se encendía una luz roja como salida de un paisaje infernal. ¿Una bengala iluminando un estadio en penumbras? Hermosa imagen, si se entiende la referencia.
Pogos por aquí y por allá. En alguno de ellos, un fan en silla de ruedas girando en medio del remolino, desgastando con ganas el jebe de sus llantas. Y volaban por los aires lo que siempre vuela en un concierto: alguna prenda perdida, vasos de cerveza, preservativos como globos, que se cruzaban con el juego de luces dispuesto por la organización del show.

También hay que decir que System no apuesta por demasiada parafernalia en sus conciertos, ni grandes palabras dirigidas al espectador. Lo suyo es la concentración en la música, el peso de los acordes aplastando las cabezas del gentío. Parados sobre alfombras armenias –siempre honrando su herencia–, los integrantes de la banda se muestran entregados al ritual.
Con “Bounce” como ametralladora, y Serj invocando al “jump, pogo, pogo, pogo, pogo, pogo, pogo, pogo”, el show se enfilaba hacia su parte final. “Psycho” fue de las más coreadas de la noche, como era previsible, y la icónica “Chop Suey!” recibió aclamación unánime. Más adelante, un guiño de Daron Malakian a “La isla bonita” de Madonna empalmó con la notable “Lonely Day”, y entre otras llegaría la muy apreciada “Forest”.
Con Shavo Odadjian poniéndose un chullo en la cabeza y ondeando una bandera peruana –el gesto nacionalista es casi un mandato en conciertos así–, empezarían las notas de “Toxicity” y se desataría el desborde. La estampida humana empezó a moverse de un lado a otro, es el instante mágico en que nada queda inmóvil, en que hasta el más reticente decide entregarse al desfogue muscular y el grito afónico. Más bengalas empezaron a pasear por la marea de gente y el cierre con “Sugar” sellaría una jornada memorable. De las más vehementes y apasionadas que se hayan sentido en el Nacional en los últimos años. Señores de System, la deuda está saldada.

SETLIST
- X
- Suite-Pee
- Prison Song
- Aerials
- I-E-A-I-A-I-O
- 36
- Pictures
- Highway Song
- Needles
- Deer Dance
- Soldier Side
- B.Y.O.B.
- Radio/Video
- Dreaming
- Hypnotize
- Peephole
- ATWA
- Bounce
- Suggestions
- Psycho
- Chop Suey!
- Kill Rock ‘n Roll
- Lost in Hollywood
- Lonely Day (con “La Isla Bonita” de Madonna)
- Mind
- Spiders
- Holy Mountains
- Forest
- DAM
- War?
- Roulette
- Toxicity
- Sugar