
La población católica mundial pasó de 1.260 millones de personas en 2012 a 1.402 millones en el 2023. Si bien hubo un aumento numérico, en proporción con la población global, el porcentaje de católicos no creció, sino que ha disminuyó levemente: pasó de 17,85% a 17,43%, de acuerdo con cifras oficiales de la Iglesia católica. Aunque existen diversas fuentes que miden la población de distintas religiones (ver gráficas), todas coinciden en la tendencia.
La evolución de la población católica no ha sido igual en todos los continentes. En el sur global, específicamente en África y Asia, la religión católica ha avanzado notoriamente. En África, los católicos pasaron de representar el 17,6% del continente en el 2012 al 19% en el 2023. Por su parte, Asia pasó de 3% a 3.2% en el mismo periodo de tiempo.
Bastante distinto es el panorama en occidente.
En América, aunque el número absoluto de católicos en aumentó de 636 millones en 2012 a 672 millones en 2023, su proporción respecto a la población total del continente disminuyó de aproximadamente 67,4% a 64,8%. Esto indica un crecimiento más lento en comparación con el crecimiento poblacional general del continente.
En Europa, los católicos representaban el 64,7% del continente en el 2012. En el 2023, la cifra bajó a 63,3%.
“El panorama mundial evidentemente muestra que el catolicismo está creciendo en el Sur Global, mientras que en Europa y Latinoamérica el catolicismo está en retroceso”, explica Juan Fonseca, historiador de las religiones y profesor de la Universidad del Pacífico.
Según el especialista, Europa en particular está experimentando un “proceso de descristianización” desde el siglo XX, principalmente debido a “un cambio cultural de las actitudes de la gente hacia lo tradicional religioso”.
“Procesos como el empoderamiento de las mujeres, la revolución sexual de los 60 y 70, el desarrollo del pensamiento científico pusieron en duda ciertas convicciones que los europeos tenían tradicionalmente en relación a la fe, y muchas iglesias no supieron responder adecuadamente a ese desafío en su momento”, señala.
En cuanto al marcado crecimiento en África, Fonseca considera que, entre otros factores relevantes, la religión católica ha logrado ofrecer respuestas en contextos de crisis. “La religión es esta dimensión en la que el ser humano encuentra respuestas para sus problemas más profundos, y creo que el cristianismo ha logrado ofrecer esas respuestas a las personas en África y Asia en un contexto de mucha crisis”, dice.
En Perú y Latinoamérica
Según el Informe Latinobarómetro, el 54% de latinoamericanos se identificó como católico en el 2024. En 1995, la cifra alcanzaba el 80%.
En el Perú, la última vez que se midió formalmente la población católica fue en el el 2017, durante el último censo poblacional a cargo del INEI. En ese entonces, cada 8 de cada 10 peruanos se identificaban como católicos. Sin embargo, según mediciones más actuales del Latinobarómetro, en el 2024 serían 5 de cada 10.
“Aunque el catolicismo sigue siendo la religión mayoritaria, está también en retroceso, y son más bien las religiones evangélicas y la no creencia las que están en crecimiento. Todavía son minorías, pero por la tendencia, de aquí a unas décadas probablemente el panorama religioso latinoamericano cambie”, señala Fonseca.
De hecho, en ciertos países centroamericanos, como El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras, los evangélicos ya superan el 35%.
¿Cómo se explica esta reconfiguración en el panorama religioso de Latinoamérica? Según Fonseca, el crecimiento de las iglesias evangélicas ha sido un factor determinante. Estas, señala, lograron en las últimas décadas calar su mensaje de manera más eficazmente en las poblaciones rurales y de pobreza.
“Desde los años 60, el crecimiento evangélico se ha debido, primero, a la propia capacidad de las iglesias de conectar mejor su mensaje a los lenguajes culturales y sociales de la gente más pobre de América Latina. Hay diversos estudios que evidencian que las zonas rurales o de pobreza que se generaron en las ciudades latinoamericanas a partir de la migración interna del campo a la ciudad fueron el principal espacio donde los evangélicos crecieron. El mensaje católico empezó a verse como muy complejo, mientras que los evangélicos ofrecían soluciones muy sencillas a problemas sencillos de la gente”, explica.
El historiador de las religiones añade que los evangélicos “tienen también una mejor capacidad para usar la tecnología, las iglesias son más capaces de construir relaciones directas con los creyentes y tienen un fuerte sentido de proselitismo”.
Precisamente este “fuerte sentido de proselitismo” generó ventaja sobre la Iglesia católica, que “por siglos fue la única y no estaba acostumbrada a la competencia”, indica.
Sin religión
A nivel global, no solo las religiones evangélicas han ido en aumento, sino también el número de personas que no tienen afiliación religiosa. Según un informe del Pew Research Center del 2025, que analiza los cambios de religión que experimentan las personas, la categoría que más nuevos integrantes ha adquirido es la de “no afiliados religiosamente”.
En el Perú, por ejemplo, por cada persona que dejó de no ser religiosa para convertirse a una religión, 8,5 pasaron a considerarse no religiosas. A nivel Latinoamérica, la mayoría de las personas que pasaron a identificarse como no afiliadas a ninguna religión son menores de 35 años.
Según Fonseca, la falta de afiliación religiosa se da principalmente en sectores urbanos, más jóvenes y de mayor nivel educativo. “Los sectores más cercanos a los espacios de modernidad tienen una tendencia a desconfiar de los discursos religiosos”, sostiene.
Otro factor que influiría en el aumento de no afiliados es la rigidez moral percibida por las generaciones más jóvenes, así como el desprestigio de las iglesias, particularmente el de la católica a raíz de las diversas acusaciones de abusos sexuales a menores de edad.
“Todos los escándalos de pederastia han afectado el prestigio moral de la Iglesia, las generaciones más jóvenes han dejado de verla como un espacio de provisión de valores, sino como uno peligroso para los valores”, agrega.
Veronique Claire Gauthier, doctora en teología católica y profesora de la PUCP, enfatiza en este último aspecto:
“Quizás no nos demos cuenta aquí en el Perú, pero en Chile, por ejemplo, la mitad de las personas que se decían católicas han dejado de serlo por el tema de los abusos de los sacerdotes y el manejo del Vaticano. Esto ha sido un problema”, señala.
Los retos del sucesor de Francisco en el mundo moderno
En opinión de Fonseca, la Iglesia católica enfrenta el desafío de adaptarse a los cambios del mundo occidental contemporáneo, lo cual implica “seguir abriendo la iglesia sin partirla”.
“Mientras que en el Sur Global el catolicismo es más conservador, en Europa y occidente los católicos están presionando para que la Iglesia cambie en ámbitos como la sexualidad o la participación de las mujeres, porque las sociedades han cambiado”, indica.
Como se sabe, la gestión del papa Francisco en el Vaticano estuvo marcada por poner en discusión la apertura de la Iglesia católica en aspectos como la aceptación de las personas LGBT y la participación de las mujeres.
“Creo que Francisco va a pasar a la historia como el Papa que se atrevió a abrir brechas en espacios donde la Iglesia, durante siglos, no quiso abrir ninguna. Él empezó un proceso de reforma y apertura al mundo moderno. El reto del siguiente Papa será ver cómo continuar con ello sin romper la iglesia. Y es un reto porque, si los pocos pasos que dio Francisco -que no implican cambio en el dogma ni en la estructura de la iglesia, sino en el estilo pastoral- generaron tanta incomodidad en los sectores más conservadores, imagina si el siguiente Papa se atreve a tocar aspectos más estructurales de la iglesia”, reflexiona Fonseca.
Gauthier, quien coincide con la importancia de reevaluar el rol de la mujer en la Iglesia, agrega un reto fundamental que enfrentará el próximo Papa es la reconstrucción de la credibilidad de la iglesia, “que ha sido muy mermada por el tema de los abusos (sexuales)”.
La teóloga añade que igual de importante es evaluar cómo se presenta la imagen del dios cristiano hoy en día. “Creo que hay un problema de cómo se presenta a Dios. Muchas imágenes de Dios no corresponden, uno no puede creer en un anciano, un barbudo sentado en una nube. Ahí hay una dificultad en la transmisión de la fe. Hay que repensar cómo estamos presentando a Dios”.