Jueves, Mayo 9

La decisión de la compañía Warner Bros de filmar en medio de los paisajes de Cabo Blanco y Máncora, en Piura, despertó gran interés. Hemingway anhelaba explorar personalmente estos lugares donde la pesca del merlín era legendaria.

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La noticia de su visita fue confirmada por el Gerente del Club de Pesca de Cabo Blanco, Conde Z. Plater, quien reveló que Ernest Hemingway, entonces de 57 años, tenía previsto visitar la zona “para conocer los escenarios donde se filma la citada película”.

Aunque no pudo confirmar con certeza, Plater sugirió que se esperaba también la llegada a Cabo Blanco del actor Spencer Tracy. Respecto a la fecha exacta de la visita del célebre Nobel de Literatura estadounidense, aún no se tenía información confirmada, aunque más tarde se supo que sería en abril.

ERNEST HEMINGWAY: UNA LLEGADA DE ENSUEÑO EN EL NORTE PERUANO

La expectativa en la sociedad piurana fue muy significativa. En Talara, destino final del escritor norteamericano y su esposa Mary Welsh, la emoción alcanzó su punto máximo. El lunes 16 de abril de 1956, a las 6 y 45 de la mañana, Hemingway y su esposa desembarcaron acompañados de un capitán de pesca y dos amigos, entre los que se encontraba el deportista cubano Elicio Argüelles.

Los visitantes llegaron al recién reinaugurado aeropuerto de Talara. Solo dos años antes, en 1954, el escritor norteamericano había enfrentado dos accidentes aéreos en África, donde lo dieron por muerto. Resucitó por su férrea voluntad, y así, ese mismo año, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Su llegada al Perú estuvo sin duda envuelta en un aura de gloria literaria.

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En 1952 se había capturado el primer merlín negro, conocido en las costas de Cabo Blanco. Aquel espécimen, reportado por la prensa con un peso aproximado de 1.000 libras (unos 453 kilos), había sido preservado desde entonces y exhibido en el salón principal del Fishing Club de Cabo Blanco, el mismo lugar donde se hospedaría Hemingway y su esposa.

Reconocible por su cabello blanco y ensortijado, el novelista tenía la intención de supervisar personalmente algunas escenas exteriores de la captura de un merlín negro para la película “El viejo y el mar” (The Old Man and the Sea, de 1952).

Las noticias en febrero de 1956 eran que llegaba a Piura el premio Nobel de Literatura 1954, Ernest Hemingway, y también el actor Spencer Tracy, el protagonista del filme "El viejo y el mar", cuyas escenas de exteriores se grabarían en Cabo Blanco. (Foto: GEC Archivo Histórico)

La llegada del autor de “Por quién doblan las campanas” (For Whom the Bell Tolls, de 1940), conocido por su estatura imponente de 1.83 m., generó un gran revuelo durante toda la semana. Hemingway no solo era reconocido por su habilidad como narrador, sino también por sus facetas como “pescador, cazador, boxeador, amante, bebedor, torero aficionado y soldado”, así lo detallaba el reportaje del enviado especial de El Comercio, Mario Saavedra-Pinón Castillo.

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HEMINGWAY CONVERSÓ CON EL DIARIO “EL COMERCIO” EN PIURA

El novelista norteamericano hablaba un buen castellano, y en Piura dio una entrevista a Saavedra-Pinón. Este primer encuentro con la prensa nacional resultó fundamental para comprender la determinación con la que el Nobel de Literatura exploraba el país: su objetivo era capturar un pez, el codiciado merlín negro. Y como era característico de Hemingway, cuando se proponía algo no se rendía fácilmente.

En la edición del martes 17 de abril de 1956 de El Comercio, Hemingway expresó su confianza en la riqueza de la literatura latinoamericana. “Sus posibilidades son ilimitadas”, afirmó con convicción, al reconocer la historia vital y la riqueza lingüística de nuestros pueblos. Aunque mencionó a escritores clásicos como Ciro Alegría, Rómulo Gallegos y Gabriela Mistral, su visión trascendió ese contexto, augurando la irrupción de los escritores del boom literario de los años 60.

Tras opinar sobre el oficio periodístico y su experiencia como “corresponsal de guerra”, el escritor de “Adiós a las armas” (A Farewell to Arms, de 1929), ratificó que venía a esas playas del norte peruano para conseguir a su “tercer personaje”: el gran merlín. Habló también del Nobel y confirmó lo que se sospechaba: “El dinero que obtuve al ganar el Premio Nobel ya no existe, pero en cambio no tengo deudas”, admitió.

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El mismo martes 17 de abril, Hemingway o ‘Ernie’, como le decía cariñosamente su mujer, se instaló en Cabo Blanco y allí vivió semanas de relativa paz y calma. Por las mañanas leía el “New York Times” (el “Times”), pero su obsesión era el merlín. Al día siguiente, aun no podía pescarlo. El mal tiempo de la zona conspiró contra la hazaña. Ese día, permaneció nueve horas en alta mar. Pero nada.

Para intentar la pesca del merlín, Hemingway y su equipo se trepaban a la lancha “Miss Texas” -escoltada por la lancha “Pescador II” donde viajaba su esposa Mary– con la que salían siempre a las 8 y 30 de la mañana y regresaban antes de las 6 de la tarde. El jueves 19 de abril, así como fue el día anterior, Hemingway navegó con el equipo de producción de Warner Bros, integrado por seis personas.

Al día siguiente, el viernes 20 de abril, Ernest Hemingway declaró a El Comercio que, pese a su deseo, no podría ir a conocer Lima; no obstante, prometió visitar la capital cuando sea la feria taurina. Su agenda se había complicado. Por motivos de salud de una parte de la tripulación no salieron a alta mar ese viernes. (EC, 21/04/1956)

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Pero el escritor norteamericano era una persona paciente. Estuvo en Cabo Blanco todos esos días, con la cara roja por el sol, intentando atrapar al escurridizo merlín con persistencia. La mejora del tiempo prometía que ese fin de semana podía haber más posibilidades de pesca. Por ello, el maestro del diálogo narrativo salió con renovadas fuerzas el sábado 21 de abril.

Hemingway se quedó en ese puerto talareño -la mayor parte del tiempo en alta mar- alrededor de un mes (hasta mediados de mayo). En ese mes de permanencia, mucha gente lo asedió o buscó asediarlo. Pero él, como ex reportero, sabía cómo evadirlos -si así lo deseaba- sin quedar como demasiado hosco.

El lunes 30 de abril, por ejemplo, llegó el alcalde de Chiclayo, José de la Torre Ugarte, con otras personas para darles, a él y su esposa, regalos típicos de la zona norte del país. A ellos sí los recibió, e incluso los invitó a salir a alta mar al día siguiente, para ver si le daban suerte.

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El Comercio siguió todos los movimientos del Nobel de Literatura en tierras piuranas. Por eso, el reportero Mario Saavedra-Pinón le envió, a comienzos de mayo de ese año 56, desde Lima, una carta con algunas preguntas adicionales. El diario decano había obtenido el dato de quién era la inspiración de su protagonista en la novela que entonces iba a ser película, “El viejo y el mar”. La información decía que se trataba del capitán de su yate “Pilar” y viejo amigo del escritor, Gregorio Fuentes.

Hemingway respondió y sus palabras se publicaron en el diario el sábado 5 de mayo de 1956: “Gregorio Fuentes, mi viejo camarada, ha sido uno de los hombres que me sirvió para escribir ‘El viejo y el mar’. Los otros son viejos pescadores también cubanos, todos amigos míos. De todos ellos surgió el viejo pescador que necesitaba para mi novela, personaje que es de mayor edad de la que tiene Gregorio”. Gregorio Fuentes, como no podía ser de otra manera, estaba con el novelista en Cabo Blanco y nunca dejó de salir con él a alta mar, todos los días.

HEMINGWAY CONSIGUIÓ PESCAR SU SOÑADO MERLÍN EN CABO BLANCO

Quizás fue El Comercio el que le dio la suerte, no sabemos, pero ese fin de semana, entre el 5 y 6 de mayo, Ernest Hemingway consiguió pescar no solo uno sino cuatro merlines, uno de ellos con un peso de más de 300 kilos; es decir, casi tan grande como el que se exhibía disecado en el histórico Fishing Club de Cabo Blanco.

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Esa proeza coincidió con el comienzo de la filmación en Talara de las primeras escenas del filme “El viejo y el mar”, la versión cinematográfica de la novela del rudo escritor norteamericano. Sin embargo, el pez no pudo ser utilizado en la filmación de la película, debido a que el escritor estadounidense buscaba un pez aguja de más de mil libras de peso.

Luego, el jueves 10 de mayo de 1956, la pareja -invitada por la embajada de Estados Unidos- debió arribar a Lima, pero solo llegó la esposa del brillante narrador, Mary Welsh (o Mary Hemingway, simplemente). El avión que la trajo arribó al aeropuerto de Limatambo, a las 6 de la tarde. La señora Mary pisó suelo limeño y de inmediato se dirigió a la residencia del embajador Ellis O. Briggs.

Briggs debía dejar el cargo diplomático el 5 de junio de ese mismo año, y por eso quería recibir y agasajar como embajador en el Perú a su escritor favorito. Pero no pudo hacerlo.

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La esposa de Ernest Hemingway se alojó en la residencia diplomática, en Santa Beatriz, solo hasta el viernes 11 de mayo, pues debía regresar a Cabo Blanco, al norte peruano, para acompañar a su esposo, el premio Nobel, quien había enviado sus disculpas al embajador con la incondicional Mary Welsh.

Días después, en ese mismo mayo de 1956, Hemingway y su esposa se alejaron del Perú, dejando una estela de recuerdos, aventuras y palabras inolvidables. Entonces, nadie podía imaginar que ese Hemingway que se fue del país alegre y satisfecho con la pesca y la película de una de sus ficciones, moriría cinco años después de un disparo, por mano propia, el domingo 2 de julio de 1961, en su casa de Ketchum, Idaho, en Estados Unidos.

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