Domingo, Mayo 19

La aclaración a la que se refiere indica dejar esclarecido que mi discusión no es con el señor Gustavo Gorriti, sino con el IPYS, institución a la que fui invitado cuando renuncié al Diario El Comercio en el 2008. El IPYS hizo una rectificación de forma y me pareció necesario rectificar el fondo de lo sucedido, por cuanto desde el 2021, por motivos de salud, no he participado ni intervenido en ninguna reunión de su consejo directivo. En unas semanas presentaré mi carta de renuncia.

—¿Qué piensa de las denuncias de Jaime Villanueva sobre los fiscales supremos y del equipo Lava Jato y su relación con Gustavo Gorriti?

Es como un animal herido que, al romperse el yugo, declara. Me parece nefasto que un funcionario de alto nivel, como se supone era Villanueva, esté negociando acomodos políticos. Respecto a su relación con los fiscales Benavides, Vela y Pérez, se evidencia una descomposición en la justicia en el Perú. Con respecto a Gorriti, cuyo instituto IDL sirvió de fuente para muchos periodistas, habrá que investigar hasta dónde rompió los límites de la legalidad con su intromisión en la JNJ y la fiscalía, entre otros poderes del Estado, y quién financiaba su accionar.

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—¿Cuál debería ser la relación de los fiscales con la prensa?

Tradicionalmente, en el Perú los fiscales no eran personajes que declaraban a la prensa ni tocaban las puertas de los medios; con ese actuar, se ceñían a lo que dice la Constitución, en busca del buen proceso de la justicia plena. Hoy eso parece ser historia. Domingo Pérez y Rafael Vela, como ejemplo, no se han detenido ante lo señalado por la Constitución. Se han organizado grupos de fiscales de una u otra manera que coordinan políticamente y han puesto por delante sus intereses económicos y políticos.

—¿Cree usted que existe una filtración convenida de las declaraciones de testigos y colaboradores para afectar a ciertos políticos?

Definitivamente la hay. Es lo que se llama judicialización de la política. Por un lado puede deberse a una exigencia por parte de los periodistas, que logran quebrar el secretismo de los fiscales, o una intencionalidad política para llevar agua para su molino.

—¿Cuáles son los límites de la relación entre periodista y fuente?

Desde el punto de vista ético, solo puede haber un tipo de exigencia: hablar con la verdad. Este es un tema muy complejo por su subjetividad. Todo trabajo de investigación conlleva un riesgo. El periodismo de investigación puede convivir muy cercano a agresiones y demás posibles daños de parte del acusado. Si bien nosotros entendemos la posición del periodista, no suele ser así por parte de los delincuentes.

—Usted fue director de El Comercio en momentos álgidos. ¿Recuerda los casos más emblemáticos que costó investigar?

Para muchos ciudadanos, el periodismo de investigación es el más llamativo de los tipos de periodismo, de ahí que muchos libros y películas están basadas en destapes. Cuando me tocó participar, lo primero que hice fue afinar el equipo de investigación y centrarnos en qué casos nos íbamos a involucrar. Estaban el Caso Montesinos, los ‘petroaudios’ y Zevallos y su línea Aerocontinente entre los emblemáticos. Los enfrentamos con el equipo, que poco a poco se fue armando con confianza y con el silencio como base de la disciplina interna.

—¿Cuál fue el caso que generó un trabajo peligroso con las fuentes?

El caso de Zevallos, alias ‘Lunarejo’, fue uno de los que más alto grado de peligro tuvo. También está el caso de la investigación a Montesinos. A los periodistas se les dio un seguro de vida. Cada medio tiene sus técnicas, personal especializado y, lo más importante, presupuesto.

—¿Por qué cree que todos los medios no siguieron el hilo de la madeja que usted planteó?

Hay medios que tienen otros intereses.

—Recuerdo a Hildebrandt casi defendiendo a Zevallos y al Diario contando la historia de este narco que luego fue encarcelado. ¿Por qué actuaría de esa manera?

Hildebrandt tenía un problema de ego que se dio a notar cuando Fernando Ampuero publicó su libro dirigido a él, llamado “El enano”. A mí y a mucha gente nos llamó la atención que él defendiera a Zevallos, y más recientemente a otros personajes indefendibles como Pedro Castillo.

—Hablemos de Montesinos, quien tuvo casi el control de la prensa. ¿Por qué no sucumbió?

Realmente, no fue nada agradable hacer periodismo durante esos años. En mi caso, fui invitado siete veces a concurrir al SIN a reunirme con Montesinos. Todavía toco madera para congratularme por no haber aceptado ninguna de las invitaciones. Veía que la línea política del gobierno se acercaba cada vez más a la izquierda y al narcotráfico; no quería ese tipo de gobierno para mi país.

—¿Lo amenazaron?

Fueron momentos muy duros de inseguridad y de luchar por sacar a luz la verdad. En lo personal, tuve seguridad las 24 horas del día tanto para mi familia como para mí. Sin embargo, sufrimos por parte de su gente un secuestro en mi familia. Mis días eran intensos de trabajo y algunos fines de semana descansaba en casa de unos muy buenos amigos en Los Cóndores y, caso anecdótico, pared con pared donde también descansaba Vladimiro Montesinos, que se vino a saber después obviamente.

—¿Qué piensa hoy del Caso Lava Jato?

Lo triste de ese caso es que los gobiernos de turno se fueron vendiendo. El problema empieza en el momento en que los gobiernos se corrompen y Odebrecht compra la conciencia de las autoridades y los empresarios corruptos involucrados buscan un apoyo en el Poder Judicial y en la prensa.

—¿Los fiscales Vela y Pérez han hecho bien su trabajo o han sido más actores políticos que otra cosa?

Definitivamente, Rafael Vela y Domingo Pérez no han hecho bien su trabajo, de lo contrario no tendríamos esta situación caótica por la que atraviesa hoy el Ministerio Público. El caso Odebrecht deja mucho que desear, porque no se puede pactar con el delincuente y hasta ahora no vemos resultados de la colaboración eficaz. El fiscal Vela está siendo investigado por la Fiscalía de la Nación por tráfico de influencias agravado. Esperemos que también sean investigados Domingo Pérez y el señor Gorriti.

—¿Se puede creer en todo lo que dice un colaborador?

Nunca. Recordemos que quien se acoge a esta delación tiene que empezar por declararse culpable y entregar las pruebas, que deben ser corroboradas.

—Bueno, mire a su primo José Graña Miró Quesada, que se convirtió en colaborador eficaz después de que descubrieran su participación en el ‘club de la construcción’. ¿Cuánto impactó en su familia saber que uno de los miembros más exitosos era parte de la mafia tejida con Odebrecht?

El impacto de lo sucedido con mi primo hermano José Graña Miró Quesada fue profundo. Cuando los hechos se dieron en Lima, estaba en California, en el hospital de la UCLA, en una operación al corazón de alto riesgo. Obviamente sentí mucho dolor. No solo soy pariente de él, sino amigo desde que éramos niños y ese cariño no se cambia por un mal paso. Intenté visitarlo en el penal, pero el acceso era restringido y no estaba en la relación de visitas permitidas.

—Graña Miró Quesada contaminó el Diario que usted dirigió. De hecho, muchos lectores no sabían que él no era parte del comité editorial y tejieron mil leyendas. ¿Tuvo oportunidad de hablar con él sobre este tema?

Mientras yo fui director no sufrí ninguna contaminación por parte de Odebrecht. Cuando lo sucedido, y no siendo ya director, el Diario cumplió con la obligación de informar al público en primera plana su detención. José Graña jamás fue miembro del consejo consultivo editorial y renunció al directorio ni bien ocurrieron los hechos. Pude constatar la tremenda pena que le embargaba por haber causado un malestar a los accionistas de la empresa. [Nota de la entrevistadora: la posición del Diario frente a Graña quedó sellada con el editorial del actual director Juan Aurelio Arévalo Miró Quesada].

—La fiscal Benavides fue suspendida por los dichos de su exasesor. ¿Debería pasar lo mismo con los otros fiscales?

Sí, con la misma rapidez que la exfiscal Patricia Benavides ha sido acusada de encabezar una red criminal por chats entregados por Villanueva y que a luces se nota que fueron manipulados. Su recurso de amparo sigue pendiente y desde la Junta Nacional de Justicia indican que la demora se debe a la carga procesal. Creo que la justicia debe ser igual para todos.

Alejandro Miró Quesada Cisneros, exdirector periodístico del diario El Comercio. Foto: GEC / Alessandro Currarino

—¿Cree, como dicen algunos, que la JNJ debe ser removida?

Sí. Todo parece indicar que hay una duplicidad de funciones y por eso creo que es necesario una reforma en todo el Ministerio Público.

—¿Cómo ve el periodismo actual?

Lo veo mermado, sin recursos económicos porque tiene que sobrevivir al Internet que brinda gratuitamente la información. Sin embargo, en cuanto a la calidad de la misma, en algunos casos, esta deja mucho que desear con los ‘fake news’. La prensa –considerada hasta hoy el cuarto poder– requiere de periodistas que realmente amen su profesión y tengan el temple para enfrentar al poder político censor y, en otros casos, corruptor. Se debe buscar conocer la verdad de lo que pasa haciendo un periodismo independiente, crítico e imparcial, para ser el contrapoder frente a los demás poderes. Con los militantes que fungen de periodistas, perteneciendo a una tendencia política, se pierde la objetividad porque no buscan la verdad más allá de la suya.

—¿Los periodistas actuales dudan menos que antes?

Pienso lo mismo. Los periodistas se conforman con los textos breves de los chats, tiktoks o videos de pocos segundos. No dudan porque no profundizan y, tal vez, han perdido la curiosidad mareados por la avalancha de mensajes que reciben.

—¿Extraña ser director del diario más importante del Perú?

Dirigir un diario tomando el mando en serio demanda mucho esfuerzo y más en mis tiempos, que no había tanta tecnología. Yo cerraba diariamente pasada la media noche y dormía al lado de un fax por si había consultas de último minuto. Vida social cero, porque siempre encontraba en esas reuniones alguna persona que se quejaba por una información publicada y no faltaban los que querían pedir algo a cambio. Así que dejar esa vida tan sacrificada para mí y mi familia fue un alivio. Sin embargo, es una profesión que amo y respeto.

—¿Fue un error renunciar?

No me arrepiento de mi renuncia. Es muy injusto darse tanto cuando el resto de la familia no entienden ni valoran la profesión.

—Si hoy pudiera preguntarle algo a Gorriti, ¿qué le preguntaría?

Le preguntaría por qué no se somete de inmediato a las investigaciones. Quien nada debe nada teme. Me sorprende que todavía no se le haya abierto una carpeta fiscal.

“La verdad siempre sale a la luz”

—¿Qué lectura tiene hoy de la presidenta Dina Boluarte y de Pedro Castillo?

No olvido que Dina Boluarte es del partido de Cerrón. Si logra seguir engañando al pueblo, como lo ha hecho hasta hoy, podría llegar hasta el final de su gobierno. De Pedro Castillo pienso que está acabado. No tiene valores éticos, morales; tampoco formación académica. Es corrupto y cometió traición a la patria. Lo positivo de todo esto es que el pueblo peruano tiene que aprender a elegir a sus autoridades.

—¿Le parecen adecuados los cambios ministeriales de Boluarte?

Son producto de una persona que no está preparada para el cargo y que la han puesto en su nivel de ineficiencia. Aparentemente, debe favores. Allí está el Caso Chávez Cresta, entre otros.

—¿Se arrepintió alguna vez de haber pedido, en primera plana, que Alejandro Toledo diera un paso al costado a la presidencia?

No me arrepentí. Al contrario, creo haberle salvado de una posible vacancia. Mi sugerencia fue que se rodeara de buenos ministros y que él tuviese a su cargo las decisiones de Estado, y su primer ministro asumiera las decisiones del Poder Ejecutivo.

—¿Qué ha pensado cuando lo ha visto encarcelado, declarando en las audiencias?

Que la verdad siempre sale a la luz y que es increíble su mitomanía. Toledo responde a ese líder que llega al poder para beneficiarse con dineros de la corrupción, Caso Odebrecht y Ecoteva, entre otros. Una lástima porque representaba a nuestro pueblo y lo defraudó.

—¿Imaginó alguna vez que tendríamos tantos presidentes presos y en problemas judiciales?

Realmente no me da ninguna satisfacción ver cómo el Estado ha ido delegando poder en tantos sinvergüenzas. La razón es que hay demasiados pseudo partidos políticos, llamados vientres de alquiler, donde los que ingresan buscan recuperar su inversión; otros, tapar sus problemas con la justicia –Caso Vizcarra–; y otros, por un afán de figuración y no por servir sino por servirse, de ahí las coimas.

—¿Cree que le tendieron un cerco a Alan García?

Sí y es posible que ese cerco lo llevara al suicidio. Ahora que se tienen frescas las revelaciones de Villanueva, esperemos que no se demoren en buscar la verdad.

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