Por décadas, las empresas han navegado en aguas turbulentas buscando eficiencia, innovación y un crecimiento transformador. Algunas han apostado por tecnología robusta, consultores especializados y sistemas integrados para tener control total sobre sus procesos. Otras han optado por soluciones más flexibles, equipos más pequeños y estructuras menos rígidas que les permiten moverse rápido y adaptarse mejor al cambio. Ahora, en 2025, las empresas entran en una nueva etapa: los agentes de Inteligencia Artificial (IA) vienen a marcar un punto de inflexión en cómo se organiza y ejecuta el trabajo.
Hoy, estos agentes pueden ejecutar tareas complejas de forma autónoma, interactuar con los sistemas internos de la empresa y cumplir objetivos definidos por los usuarios humanos. Ya no se trata solo de consultar a la IA, sino de delegarle trabajo real. Y en Perú, el 53% de las organizaciones planea priorizar inversiones en IA en los próximos dos años.
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El atractivo de estos agentes de IA no está solo en lo que pueden hacer, sino en lo accesibles que se han vuelto para todos. Hoy, se requieren menos conocimientos técnicos para configurarlos e integrarlos. Esto permitirá que más áreas dentro de las empresas tomen la iniciativa y experimenten con automatización, acelerando su transformación digital de forma concreta y descentralizada.
Uno de los grandes desafíos sigue siendo el retorno de inversión. Aunque el potencial es enorme, no todos los proyectos están llegando a buen puerto, porque aunque muchos empresarios proyectan duplicar sus inversiones en IA en los próximos dos años, solo uno de cada cuatro proyectos alcanza hoy el retorno esperado. En muchos casos, no es un problema de tecnología, sino de enfoque, se lanzan iniciativas sin una ruta clara, sin conexión con las prioridades del negocio o con equipos que no reman en la misma dirección.
Aun así, es evidente que estamos entrando en una nueva etapa. Los agentes de IA no son una moda ni una curiosidad, están transformando el mundo empresarial. Este no es un viaje que se hace con piloto automático. La IA, como cualquier cambio profundo, necesita dirección, ajustes constantes y líderes dispuestos a tomar decisiones en plena navegación, y si bien no va a reemplazar la brújula, sí puede ser parte clave de la tripulación. La pregunta es: ¿están listos para confiarle parte del timón o seguirán navegando solos?













