Jueves, Abril 17

El general PNP (r) Juan Carlos Sotil, exdirector de la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri), analiza la grave situación que enfrentan cientos de peruanos en todo el país. Desde su experiencia como detective y exagente de inteligencia, advierte sobre la evolución de la actividad criminal, la crueldad de sus métodos y la limitada efectividad de las estrategias actuales para combatir a la delincuencia organizada.

-En los últimos días han asesinado a clientes de negocios extorsionados como represalia a la falta de pago de cupos por parte de los propietarios. ¿Cómo se pueden catalogar estas situaciones?

A estas víctimas, que les llaman víctimas colaterales, yo las llamo también periféricas. Porque las amenazas -si tú analizas el contenido de los mensajes extorsivos que envían los delincuentes- detallan que conocen a los parientes de las personas extorsionadas, brindando así una serie de elementos periféricos por los cuales también ingresa la amenaza. Atentar de muerte contra la propia víctima es como matar a la gallina de los huevos de oro, pero si hieren a algún integrante de su familia, la persona a la que le están exigiendo el pago se apresurará en concretarlo, porque los criminales continuarán advirtiendo que quien sigue es otro integrante de su círculo cercano.

-¿Y qué sucede cuando la víctima es un comensal o alguien externo al negocio?

En algunos casos sí se dan las víctimas circunstanciales, cuando, por ejemplo, disparan una ráfaga al frontis de un negocio y, de pronto, le cae a un cliente sin que esa fuera la intención. Pero en otras ocasiones también es directamente seleccionado el consumidor, para que el dueño del negocio se alinee a la extorsión.

Hemos llegado a un extremo en el que las bandas de extorsionadores aplican los mecanismos más crueles, en una demostración de poco respeto a la vida, impunidad y problemas conductuales.

-¿Se podría decir que el nivel de violencia ha evolucionado?

Yo he trabajado en la División de Investigación de Robos de la Dirección de Investigación Criminal. El criminal de aquellas épocas, como un integrante de Los Destructores, Los Injertos, Los Huachanos, Los Norteños… Todos esos decían: “Jefe, yo soy ladrón, no soy homicida”. Ellos sabían que un asalto y robo con fallecidos te acercaba a una cadena perpetua. Ahora, poco les interesa.

En el delito de extorsión, matan a diestra y siniestra. Casi interdiario vemos fallecidos en el rubro del transporte público por el tema del cobro de cupos. O sea, el que no paga sus S/9, S/10 o S/15 diarios, dependiendo de la línea o el tipo de vehículo, es asesinado. ¿Y a quién asesinaron? Están extorsionando a la empresa y matan a un chofer. Este último es una víctima periférica porque tiene un vínculo con la empresa.

-¿Eso está ocurriendo en todos los rubros comerciales?

Lo mismo está pasando en el rubro de espectáculos. No solo amenazan al dueño del local o al de la discoteca, quienes organizan los eventos, sino también a sus empleados: los que reciben las llamadas para hacer la reservación, al de marketing, a los promotores de las fiestas, los dueños de las orquestas, a los músicos, a los cantantes principales y a los familiares de estos.

Te lo digo con evidencia. Al papá, a la mamá, los llaman y les dicen: “Si tu hija actúa en tal sitio o discoteca, mañana voy y te busco en tu casa”. Luego, envían las fotos de su domicilio con la dirección. Estas son las víctimas periféricas con las que el delincuente trata de difundir el terror hacia la víctima principal, que es quien finalmente realizará el pago extorsivo.

-Actualmente, la respuesta del Ejecutivo ha sido aplicar un estado de emergencia. Sin embargo, pese a esta medida, continúan los asesinatos, incluso a pocos metros de las autoridades que patrullan las calles. ¿Por qué sucede esto?

Si declaras un estado de emergencia sin tener un plan previo de qué es lo que vas a ejecutar, puede fallar, como lo que estamos viendo actualmente.

Si bien es cierto hay logros con operaciones que realizan las unidades de la Brigada Especial contra la Criminalidad (Brecc) de San Juan de Lurigancho y Lima Norte, así como también los trabajos de la División de Investigación de Robos, la División de Investigación de Secuestros y Extorsiones, y la División de Investigación de Homicidios, no hay otras más.

Entonces, ¿qué significa esto? Que esas operaciones no son parte de una estrategia implementada. La estrategia actual se está limitando al control de identidad en paraderos y mercados. ¿A qué delincuente vas a encontrar en esos lugares? Ahí está la gente que trabaja.

-En ese sentido, ¿qué estrategias deberían aplicarse para combatir realmente este problema?

Deben plantearse estrategias de inteligencia policial, luego en todo el proceso de investigación criminal. En esto último, debe ser muy fuerte la capacitación policial.

Tenemos muchos suboficiales de reciente egreso, o con no más de dos a tres años de actividad, que están desarrollando investigaciones de forma defectuosa. La investigación criminal es un arte que se domina con el tiempo, experiencia, expertise, casuística. Un detective se forma en la calle, caminando y empolvándose los zapatos.

Por último, todas las unidades que tengan que ver con inteligencia e investigación criminal deben contar con toda la implementación que necesitan, a nivel logístico y tecnológico. Si no dotamos de estos elementos a esas unidades policiales, vamos a seguir en lo mismo: sin plan, sin resultados.

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