Hace más de un mes, mediante una carta, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken; y el de Defensa, Lloyd Austin, indicaron a sus homólogos israelíes que su país debe cumplir con las obligaciones estipuladas bajo el derecho internacional humanitario.
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Además, precisaron que EE.UU. tiene la obligación legal de garantizar que la asistencia humanitaria enviada por ellos no sea obstaculizada, desviada o retrasada por un receptor de ayuda militar estadounidense, en este caso Israel.
En la carta, Estados Unidos precisó que si Israel quiere seguir calificando para el financiamiento militar extranjero, el nivel de ayuda que llega a Gaza debe aumentar a por lo menos 350 camiones por día a través de los cuatro cruces principales, establecer pausas humanitarias adicionales y brindar mayor seguridad a los sitios humanitarios.
Cuando se conoció de la carta, el sitio web de la ONU que rastrea las entregas de ayuda en Gaza informaba que unos 80 camiones con alimentos habían entrado en el enclave desde el 1 de octubre, en comparación con los 60 que antes ingresaban de manera diaria.
Las cifras del gobierno de Israel indican que un promedio de 57 camiones al día ingresaron a Gaza en octubre y 75 diarios en lo que va de noviembre. Sin embargo, la ONU sostiene que solo ha recibido 39 camiones diarios desde principios de octubre. Ninguna de esas cifras se acerca a la meta exigida por Estados Unidos.
Además, en el norte de Gaza, donde el ejército israelí lleva a cabo una gran ofensiva desde principios de octubre, la situación es estremecedora: según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), no ha entrado ninguna ayuda a las áreas de Jabalia, Beit Lahiya y Beit Hanoun en el último mes.
“Todos los intentos de la ONU de acceder a las zonas asediadas del norte de Gaza con alimentos y suministros de salud este mes fueron denegados o impedidos”, informó el martes la OCHA en un comunicado.
La OCHA agregó que “en octubre, la cantidad de ayuda que entró en Gaza fue la más baja de este año”.
“Israel no ha cumplido con las demandas de su aliado, con un enorme coste humano para los civiles palestinos en Gaza”, aseguraron en un informe conjunto las organizaciones Anera, Care, MedGlobal, Mercy Corps, el Consejo Noruego de Refugiados (NRC), Oxfam, Refugees International y Save the Children.
Sin embargo, el gobierno del presidente Joe Biden declaró el martes que Israel ha logrado algunos avances, aunque limitados, en el aumento del flujo de ayuda humanitaria a Gaza y que, por tanto, no limitará las transferencias de armas a Israel.
“Israel ha tomado medidas durante los últimos meses, pero las conversaciones continúan porque necesitamos más, ciertamente necesitamos que llegue más ayuda a Gaza. Todavía hay trabajo por hacer, pero sin duda hemos visto algunas mejoras”, afirmó la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre.
Además…
La vital asistencia militar de Estados Unidos a Israel
Desde el inicio de la guerra en Gaza el 7 de octubre del 2023, tras un sangriento ataque de Hamás en territorio israelí, Estados Unidos ha gastado una cifra récord de al menos 17.900 millones de dólares en ayuda militar a Israel.
La ayuda de Estados Unidos permitió a Israel comprar municiones por miles de millones de dólares, las mismas que han sido utilizadas en sus operaciones contra Hamás en Gaza y Hezbolá en el Líbano. Sin embargo, muchos de esos ataques también han matado a civiles en ambos lugares.
“El apoyo de Estados Unidos a Israel es incondicional”
La opinión pública mundial se debe estar por qué Estados Unidos, ahora que pasó la coyuntura electoral en el país, no presiona más a Israel para el fin de la guerra en Gaza, y por el contrario, retrocede en el ultimátum que le dio con respecto a la ayuda humanitaria.
Carlos Novoa Shuña, periodista especializado en el Medio Oriente, dijo a El Comercio que no se debe olvidar que en Estados Unidos los demócratas y republicanos tienen algunas diferencias, más de forma que de fondo, pero el apoyo del país a Israel es incondicional. Agregó que ello tiene que ver no solo con la existencia de Israel, sino también con una postura de ambos partidos que es innegociable con respecto a su mayor aliado en el Medio Oriente.
“Hay 4.000 millones de dólares de asistencia militar cada año, eso no se ha bajado desde los ataques del 7 de octubre, más bien se ha incrementado. Ha habido aumento de tropas de Estados Unidos en la región, ha habido entrega de armas, apoyo con dinero, se ha aprobado una ayuda extraordinaria el año pasado por 14.000 millones de dólares en materia militar, según investigaciones de Ignacio Álvarez Osorio. Existe desde hace 50 años un apoyo innegociable, tienen un lobby muy fuerte que es el AIPAC, cuyos tentáculos llegan a todos los centros de poder de Estados Unidos”, anotó Novoa.
“Entonces, no es que vaya a cambiar la situación dramáticamente, son más que nada formas cómo se van a pedir. Joe Biden puede exigir muchas cosas y Benjamin Netanyahu dirá si las aplica o no las aplica, más aún sabiendo que el gobierno de Biden tiene una caducidad y que a partir del 20 de enero va a haber un cambio en Estados Unidos”, precisó Novoa.
En cuanto a lo que pasará una vez que Donald Trump asuma el poder en Estados Unidos, Novoa consideró que, evidentemente, la situación va a favorecer a Netanyahu porque no habrá un gran cuestionamiento hacia las políticas delicadas y muy graves que está aplicando en Gaza.
“Si Biden podría hacer algo de bulla, con Trump en el poder eso no va a ocurrir. La razón por la que no va a ocurrir es porque Israel está desarrollando su proyecto de cortar la Franja de Gaza en una zona norte, que es una especie de zona liberada, sin que permita que en el norte de la franja viva gente o se desarrolle una sociedad, sino que todos van a estar concentrados en el sur. Y esto ha sido considerado por el propio diario Haaretz, que es un medio israelí progresista y crítico de Netanyahu, como una limpieza étnica”, indicó Novoa.
“Es un tema bastante complicado y es lo que se viene, más que actitudes de confrontación, de guerra, conflicto, guerra de guerrillas con algunos rezagos de Hamás. El problema es que aquí Hamás está bastante deteriorado, pero en la Franja de Gaza siguen viviendo más de un millón de personas… Y Donald Trump va a apoyar lo que hace Netanyahu, y eso es lo difícil. De repente con los demócratas no habría un apoyo tan explícito, por más que acepten esa medida”, afirmó Novoa.
MSF relata las terribles condiciones y los ataques incesantes en Jabalia
La organización Médicos Sin Fronteras (MSF) describió la crítica situación que se vive en el norte de Gaza desde principios de octubre, cuando Israel envió tropas para una nueva operación contra Hamás.
Tras un mes de asedio y ataques sistemáticos, 10 miembros del personal de MSF y sus familias pudieron escapar del campo de refugiados de Jabalia.
Algunos de los trabajadores de MSF han resultado heridos, mientras que uno fue asesinado el 10 de octubre. Dos aún no han conseguido escapar.
De acuerdo con MSF, la zona albergaba a 175.000 personas antes de la invasión terrestre, pero ahora está siendo vaciada de vida palestina. Los residentes no tienen otra opción que poner sus vidas en riesgo para huir.
“En la ciudad de Gaza, las calles están llenas de desplazados. Muchos vienen a la clínica para tratar sus quemaduras y sus heridas con vendajes y para recibir fisioterapia. Los casos en nuestra clínica se han más que duplicado en las últimas semanas. Las necesidades médicas son masivas”, explicó Mohammad Wadi, trabajador de MSF.
Los tres hospitales que funcionan en el norte de Gaza han sido atacados y su personal detenido por las fuerzas israelíes, dijo MSF.
“La población del norte de Gaza se enfrenta a condiciones inhumanas, sin acceso a alimentos, agua ni atención médica. MSF pide a Israel que detenga inmediatamente los desplazamientos forzosos, facilite la ayuda humanitaria en el norte de Gaza y ponga fin a la matanza indiscriminada en toda la Franja”, manifestó la organización.
Jamal, un trabajador de MSF quedó atrapado en Jabalia y que finalmente pudo huir a la ciudad de Gaza, cuenta lo que vivió:
“No sé cómo describir la sensación, todavía ahora, el miedo sigue ahí. Es muy aterrador, quiero decir, nunca esperé pasar por esto. El objetivo era: ¿cómo huyo? Nunca he visto nada igual en mi vida. Fui al Hospital Yemení, estuve allí dos días. Al tercer día, llegó el Ejército israelí. Bombardearon alrededor del edificio. Oímos un megáfono que nos advertía que evacuáramos la zona hacia el sur, al sur. Cuando salimos, el Ejército israelí estaba ahí, alrededor. Permitían la entrada de personas por grupos; grupos de cinco personas. Escanearon nuestros rostros, tomaron fotos, detuvieron a la gente que querían. Mi padre estaba conmigo, así que salir de ahí fue muy difícil porque está en silla de ruedas. Nadie podía ayudarme. Las carreteras estaban destruidas. Era difícil empujar una silla de ruedas, con un hombre mayor. Quise cargarlo sobre mis hombros, pero no pude. Tras cuatro horas de espera, por fin pudimos pasar el control. Tras la inspección, tomamos un carro tirado por animales hacia el sur, a la ciudad de Gaza”, dijo Jamal.
2.000 personas han muerto y 6.000 resultaron heridas
desde que Israel lanzó su nueva ofensiva en el norte de Gaza a inicios de octubre, informó el miércoles Gobierno del enclave palestino.
Otra trabajadora de MSF que huyó de Jabalia a la ciudad de Gaza narró su huida bajo la condición del anonimato:
“La historia comenzó el 6 de octubre. Podíamos oír los bombardeos alrededor de la casa, pero no sabía que iba a ser una invasión terrestre. Solíamos ir abajo si había bombardeos intensos, para que los niños pudieran dormir. Por la noche no dormíamos, esperábamos a que saliera el sol. Poco a poco, nos preparamos para huir. No sabíamos adónde ir, no había coches ni carretas. Me refugiaba en los alrededores del Hospital Yemení, no dentro. Hubo ataques que afectaron al hospital. Los proyectiles alcanzaron la puerta del hospital y la calle. Los drones bombardeaban las casas a nuestro alrededor, los niños lloraban. El bombardeo aumentó y nos fuimos. Mientras huíamos vimos como personas eran atacadas en la calle. Había sangre en la calle, y los restos de cuerpos jóvenes. Fue una situación que no quiero recordar, sinceramente. Llegamos al Hospital Indonesio y allí encontramos soldados israelíes que nos ordenaron dirigirnos hacia el sur, hacia la rotonda de Kuwait. Llegamos a la rotonda y nos separaron; las mujeres, y los niños en una zona; y los hombres en una escuela. Se llevaron a mi marido, a mi tío y a mi primo. Volvimos a caminar y llegamos a un gran foso hecho con sacos de arena, donde las fuerzas israelíes nos hicieron esperar. Nos sentamos durante dos horas al sol. Nos pidieron que camináramos hacia Al Mawasi, en Jan Yunis, pero nadie podía. Caminamos descansamos un poco. La carretera estaba llena de tanques. Seguimos aligerando nuestra carga; ni siquiera podía llevar la leche de fórmula de mi bebé. Después de todo, llegamos a la ciudad de Gaza”.