martes, diciembre 23

A fines del 2024, escribí sobre la lista de cosas buenas que pasaron en el Perú, lo cual no fue un ejercicio tan sencillo. Este año, la tarea ha sido más fácil, ya que el 2025 nos dejó una lista inesperada de cosas que merecen ser agradecidas.

1. La economía volvió a crecer cerca del 3% en una región todavía llena de sobresaltos. No fue un rebote de corto plazo, sino un avance empujado por minería, agroexportación y servicios. Crecimiento sin euforia, pero con base real.

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2. La inflación se mantuvo bajo control. En un continente donde el costo de vida sigue siendo una preocupación diaria, la conducción técnica del BCR sostuvo algo que no siempre se valora: previsibilidad para hogares y empresas.

3. Chancay dejó de ser solo un anuncio para convertirse en realidad. Un puerto que comienza a redibujar la relación del Perú con Asia, el comercio global y su propia competitividad exportadora.

4. El campo tuvo uno de sus mejores años. Récord histórico de agroexportaciones con arándanos, uvas, paltas y cacao viajando con sello peruano a los mercados más exigentes del planeta. Detrás de esas cifras hay empleo formal, tecnología e integración productiva.

5. La transición energética avanzó bien. Parques solares en el sur, eólicos en el norte. Sin discursos grandilocuentes, el Perú empezó a caminar hacia una matriz más limpia.

6. El empleo formal urbano volvió a crecer, sobre todo en servicios, comercio, logística y agroindustria. Menos informalidad, más estabilidad, más consumo que dinamiza barrios enteros.

7. El turismo volvió a respirar. Cusco, Arequipa, Lima, Trujillo y la Amazonía regresaron a niveles casi prepandemia. Hoteles, restaurantes, guías, artesanos y transportistas volvieron a tener temporada alta.

8. La gastronomía siguió siendo nuestro idioma universal. Central, Maido y Kjolle consolidaron al Perú como destino culinario global, pero también empujaron a cientos de cocinas regionales que hoy viven del turismo y de la exportación de identidad.

9. El deporte volvió a darnos motivos de orgullo. Medallas en surf, vela, maratón y para-atletismo, con especial protagonismo femenino. Disciplina, esfuerzo y representación.

10. La inclusión financiera dejó de ser un concepto. Las billeteras digitales se volvieron cotidianas: se paga, se cobra, se ahorra y se formaliza desde el celular. Millones de personas entraron al sistema sin discursos.

11. El Perú volvió a ser visto como un país relativamente estable para invertir, producir y exportar. No perfecto, no exento de riesgos, pero confiable.

12. El ánimo empezó a cambiar (además del presidente). Más lentamente de lo que quisiéramos, pero cambió. Ya no todo se mira desde la crisis. Ya no todo se conversa desde la resignación. Empezamos a mirarnos otra vez como un país que puede construir.

Este no fue un año de milagros, fue un año de señales. Y en un país acostumbrado a sobrevivir entre sobresaltos, las señales también son regalos. Ojalá sepamos cuidarlos. Y aprovechando la Navidad, pedir por un 2026 que libere el potencial del Perú y los peruanos.

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