
El reciente crimen del excongresista Óscar Medelius, que recibió 20 balazos que acabaron instantáneamente con su vida, nos deja varias reflexiones y a la vez innumerables preocupaciones.
Primero, que los sicarios se saben impunes y muy seguros de actuar a plena luz del día, pues eso es lo que hicieron con Medelius a quien interceptaron con su moto en una transitada avenida de Carabayllo, y fugaron sin ningún inconveniente.
Si bien la crisis de inseguridad es innegable, también hay un hecho inobjetable: aquellos que creen que se puede transar con delincuentes sin salir mal herido se equivocan. Y que quede claro que el crimen de Medelius no tiene atenuante alguno; por eso las declaraciones del ministro del Interior, Juan José Santiváñez, que intentó centrar el homicidio en los antecedentes de la víctima fueron lamentables.
Nadie merece ser acribillado en la vía pública a plena luz del día sembrando pánico en una población que ve estos hechos a diario y no percibe resultados.
Dicho esto, el desborde criminal no distingue si eres político, abogado del cabecilla de la organización criminal Barrio King (como Medelius) o si eres un emprendedor que se niega a darle a los extorsionadores el dinero que ha ganado con mucho esfuerzo. Por eso, nada ni nadie nos asegura que la próxima campaña electoral no se tiña de sangre.
El exdirector de la DINI Juan Carlos Liendo advirtió recientemente que el próximo proceso electoral será “sangriento por el control del crimen sobre la minería ilegal”. Desgraciadamente esta no es la única economía ilegal que pone sus pies en la política y en campaña.
Latinoamérica no es ajena a la presencia del crimen en la política. Basta recordar la campaña presidencial de Ecuador en el 2023, cuando asesinaron al candidato Fernando Villavicencio. Antes, en 1994, en México mataron al candidato presidencial del PRI Luis Donaldo Colosio, y en Colombia las huestes del narcotraficante Pablo Escobar acabaron con la vida del candidato a la presidencia Luis Carlos Galán en 1989, solo por mencionar los casos más emblemáticos.
Si bien falta poco más de un año para las elecciones presidenciales y la campaña electoral ya viene calentando motores y todo parecería indicar que el electorado estará entre el candidato que ofrezca mano dura contra el delito y se ponga en la mira del crimen, y el que pacte con ellos y también se exponga a un trágico final.
Mientras no haya una verdadera y efectiva estrategia de lucha contra la inseguridad y el crimen organizado –lamentablemente–, los peruanos seguiremos siendo testigos de robos, asaltos y asesinatos.