
Este domingo por la mañana, Sporting Cristal jugó dos encuentros en simultáneo. Mientras el primer equipo, dirigido internamente por Jorge Soto, vencía por la mínima a Cusco FC en el césped del Alberto Gallardo con la presencia de los menos de tres mil hinchas abonados para los partidos de local, en las inmediaciones del estadio de jugaba quizá el partido más importante: el de la misma hinchada celeste en contra de sus propios dirigentes a quienes culpan de la grave crisis que vive el club.
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Era una “guerra” avisada. Los hinchas cumplieron su promesa de no ingresar al estadio, de dejar vacías las gradas, y protestar afuera, rasgar sus cuerdas vocales en cánticos direccionados hacia la directiva de su propio club. “Queremos dirigentes que sean de Cristal”, “Ole le, Ola la, somos Cristal, qué va a pasar”, cantaban mientras levantaban carteles en contra de Joel Raffo, la cabeza de la institución. “¡Fuera malos! Estoy molesto”, se puede leer en una hoja que tenía un pequeño de aproximadamente diez años. Con cierta inocencia el año mostraba su enfado por el club que aprendió a amar al mismo tiempo que daba sus primeros pasos.
Y el club también cumplió su palabra. “El club no ejerce ningún tipo de directriz o control sobre las acciones de las autoridades y de las fuerzas del orden, y mucho menos que conduzcan a algún maltrato contra sus hinchas”, había señalado la institución celeste a través de un comunicado el último sábado, un día antes del partido. Y lo que el hincha se encontró al llegar a la protesta fueron cientos de policías resguardando el estadio, algo pocas veces visto en un estadio para un partido de fútbol que no representaba de alto riesgo.
Mientras en el césped del Alberto Gallardo los jugadores, con el 3-5-2 planteado por Jorge Soto, buscaban el primer tanto del partido, en las afueras del estadio algunos hinchas tenían problemas con la polícia. Aunque el club hizo un pedido expreso de respetar la protesta, los hombres del orden hacían uso de la fuerza, en algunos casos, de manera desmedida.
Sin barras oficiales, en las gradas del recinto deportivo estaban alrededor de 2800 fanáticos, todos ellos -según pudo averiguar este Diario- abonados para los partidos de local por la Liga 1. Es decir, ya habían pagado sus entradas con anticipación. La protesta trajo sus consecuencias: 800 mil soles en pérdidas solo en la venta de boletos. Un nuevo revés para una dirigencia que ha prometido “corregir errores institucionales y deportivos”.
“Respetamos al hincha, somos conscientes de que están dolidos y respetamos su decisión, pero el aficionado celeste estuvo en las buenas y en las malas, y hoy que las cosas están feas necesitamos de ellos”, comentó tras el partido Irven Ávila, uno de los referentes del actual plantel. Su pedido es el de todos los jugadores: ellos necesitan estar unidos con sus hinchas para salir del hoyo, al menos en lo estrictamente futbolístico.
La frustración de los protagonistas
La situación que vive Cristal ha calado a fondo, no solo a los hinchas, sino también a los jugadores. El partido ante Cusco FC se tornó tenso y no solo porque el gol llegó recién a los 83 minutos gracias al penal convertido por Martín Távara, sino por los constantes arranques de furia de algunos futbolistas, como el argentino Sebastián Gonzalez quien tuvo varios encontrones en el partido.
De hecho, la crisis afectó al punto que al minuto del gol convertido por Távara, el portero Diego Enriquez, usualmente muy seguro, cometió un insólito penal que luego arregló con una gran atajada.
Al término del partido, los jugadores de Cristal y Cusco FC se envolvieron en un conato de brona camino a los camerinos, producto de la tensión que se vivió durante los 90 minutos.
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