A diferencia de otras ocasiones, los documentos publicados hacen repetidas referencias sobre el presidente estadounidense, Donald Trump, incluyendo la revelación de que viajó al menos ocho veces en el avión privado de Epstein en la década de los 90, incluyendo una ocasión en la que el mandatario viajó solamente con el empresario y una joven de 20 años.
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Adelantándose a estas manifestaciones, el Departamento de Justicia publicó un comunicado en el que advertía que esta tanda de documentos del archivo de Epstein contenía afirmaciones “falsas y sensacionalistas contra el presidente Trump”.

“Si tuvieran una pizca de credibilidad, sin duda ya se habrían utilizado como arma contra el presidente Trump”, señaló la agencia gubernamental a través de su cuenta de X.
Por su parte, Trump aseguró que todo este asunto con Epstein “es una manera de distraer del tremendo éxito que el Partido Republicano ha tenido” y lamentó que las fotos publicadas del archivo de Epstein podrían mancillar la reputación de personas inocentes que solo se cruzaron con el magnate financiero en una fiesta.
La publicación de los archivos se da en el margen de la Ley de Transparencia de los Archivos de Epstein, un raro momento de consenso bipartidista en el Congreso estadounidense para esclarecer este caso que ha capturado el interés de la nación y ha echado una larga sombra durante el primer año de la administración Trump.
¿El presidente ‘teflón’ pierde sus propiedades?
Por años el presidente Donald Trump ha sido comparado con el teflón, evitando ser salpicado por escándalos que habrían tumbado a sus predecesores con propiedades antiadherentes que lo harían la envidia de cualquier utensilio de cocina, pero su relación de amistad por alrededor de dos décadas con el pederasta Jeffrey Epstein es una mancha que le ha sido difícil de limpiar.
Y es que la historia de los crímenes sexuales del magnate financiero, así como sus estrechos lazos con figuras importantes de la sociedad y su misteriosa muerte en una cárcel de Manhattan, lo han convertido en el centro de una compleja red de teorías conspiratorias que han pasado del margen a, poco a poco, infectar el resto de la sociedad estadounidense traspasando incluso las barreras políticas.
El propio Trump supo aprovechar de esta energía en su campaña del 2024, prometiendo transparencia y la publicación de la llamada lista de clientes de Epstein, una documentación mantenida por el empresario para chantajear a sus allegados que sus seguidores esperaban que revelaría la supuesta profunda red de pederastas infiltrados en las más altas esferas del poder. Fue una promesa que incumplió al llegar a la Casa Blanca, denunciando posteriormente que se trataba de un ardid demócrata para desprestigiar a su flamante gobierno.
Una situación que empeoró en julio de este año, cuando el FBI y el Departamento de Justicia publicaron un reporte que aseguraba que Epstein se suicidó y negaba la existencia de la “lista de clientes”, así como negando haber descubierto algún elemento nuevo que justificara la publicación de documentos adicionales o nuevas acciones legales.
El descontento explotó en noviembre de este año, tras varias promesas incumplidas de soltar los archivos de Epstein, un proyecto bipartidista que obligó al Departamento de Justicia a empezar a liberar la documentación que tenía sobre el caso de Jeffrey Epstein antes del 19 de diciembre, quizás la mayor muestra de rebelión por los congresistas conservadores hasta la fecha.
Descontento bipartidista
Esta documentación se ha empezado a publicar en tandas desde la semana pasada, aunque la manera en que lo ha hecho ha causado sospechas en políticos de ambos partidos debido a que los archivos, que por la legislación solo debían ser censurados respecto a la identidad de las víctimas, han sido liberados con extensas tachaduras que los hacen en muchos casos ininteligibles.
“Entregar páginas y páginas en negro es una burla a la ley, a los legisladores y a las mujeres que fueron víctimas de estos crímenes”, indica la politóloga María Puerta Riera, profesora de Gobierno Americano en el Valencia College (Orlando), en conversación con El Comercio.
La redacción de los archivos causó malestar en Washington incluyendo al demócrata Ro Khanna y al republicano Thomas Massie, coautores de la Ley de Transparencia de los Archivos de Epstein, quienes amenazaron con presentar cargos de desacato contra la fiscal general Pam Bondi, cabeza del Departamento de Justicia, por no cumplir plenamente con la legislación.
Incluso parte del lado ultraconservador se mostró descontento con las acciones de la Administración Trump, con la congresista Marjorie Taylor Greene, antes fiel aliada del presidente, calificando de “personas malvadas” a quienes buscan encubrir estos crímenes.
Para Puerta Riera, igual de importante que las revelaciones ha sido la aparente intencionalidad de los ajustes en la documentación inicial, censurando cualquier mención de Trump pero dejando intactas las que mencionan a figuras demócratas como el expresidente Bill Clinton, a pesar de su relevancia política casi nula.
“Donde aparece mencionado el presidente, eso se redacta, pero se hace un esfuerzo por exponer a Clinton”, consider Puerta. “Ahí se ve una intención flagrante de no ser transparentes».
Un problema sin solución a la vista
Pero en opinión de la experta este tiro les podría salir por la culata, mencionado el llamado ‘efecto Streisand’, donde los intentos de censurar cierta información terminan llamando más atención sobre la misma, como ocurrió cuando la célebre cantante Barbara Streisand intentó suprimir imágenes de su lujosa mansión en Malibú, California, llamando más la atención sobre el tema.
Del mismo modo, en opinión de la experta lejos de contener el escándalo, la estrategia de opacidad asumida por el Departamento de Justicia estadounidense estaría amplificando el interés público y la desconfianza.
“Mientras más se empeñan en ocultar, más interés va a haber y más desconfianza en la administración”, considera en lo que calificó una crisis mal manejada por el entorno de Trump. “El presidente tiene en sus manos una papa caliente y su gente no lo está manejando bien”.
Es algo de lo que el mandatario se tendrá que cuidar el 2026, un año electoral, ya que en noviembre se disputará el control del Senado y de la Cámara de Representantes.
“La impresión es que están ocultando algo muy serio que probablemente lesiona al presidente o a gente cercana a él”, señala la experta, quien afirma que el daño podría extenderse incluso cuando el Departamento de Justicia haya supuestamente publicado todos los archivos de Epstein si los seguidores de Trump consideran que todavía no se ha revelado todo por lo que ha revelar.
Algo particularmente importante porque un porcentaje considerable de los votantes que elevaron a Donald Trump a la Casa Blanca lo hicieron por su promesa de transparencia, algo que no encuentran en sus últimas acciones. Y si bien la analista duda que esto signifique que estos votantes conservadores pasen a apoyar a un candidato demócrata, el hecho de que se queden en casa podría ser suficiente para hundir la delgada mayoría republicana que domina el Congreso.
“Esto les puede costar no solo la elección del 2026, sino mucho más allá”, acota Puerta Riera.




