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Groenlandia no es un Estado soberano, sino un territorio de Dinamarca. Pero esta isla de 2,1 millones de kilómetros cuadrados llena de glaciares, icebergs y pasajes invernales tiene autonomía en la mayoría de asuntos internos e incluso un movimiento independentista. “Groenlandia es nuestra. No estamos en venta y nunca lo estaremos. No debemos perder nuestra lucha de años por la libertad”, dijo esta semana el jefe de gobierno del territorio, Múte Bourup Egede.
El Gobierno de Dinamarca anunció en los últimos días un aumento del gasto de defensa para Groenlandia. Al resaltar la importancia del paquete –cifrado en US$1.500 millones–, el ministro de Defensa, Troels Lund Poulsen, dijo que el hecho de que el anuncio se realice en este momento es una “ironía del destino”.
Trump ya había expresado su anhelo de comprar Groenlandia durante su primer mandato y, al igual que ahora, la propuesta también fue rechazada en ese momento. El republicano incluso canceló una visita en el 2019 a Dinamarca después de que Copenhague descartara su oferta en torno a la isla.
Razones de fondo
No es raro que Trump lleve tantos años anhelando Groenlandia. La isla es extremadamente valiosa, tanto por sus recursos como por su estratégica posición militar. El calentamiento global está causando el derretimiento del hielo del Ártico, lo que ha cambiado significativamente la accesibilidad de los recursos en Groenlandia y ha abierto oportunidades para extraer sus vastas reservas de mineral de hierro y piedras preciosas. Un escenario perfecto para una nueva competencia comercial y naval.
Groenlandia posee también uno de los mayores yacimientos de petróleo del mundo, así como uranio, elemento necesario para el desarrollo de la tecnología nuclear; y reservas de minerales de tierras raras necesarias para tecnología avanzada.
Pese a ello, la isla se ha centrado en la lucha contra el cambio climático. El gobierno de ese territorio ha prohibido toda exploración petrolera y bloqueó el desarrollo de un proyecto de extracción de tierras raras por el riesgo de que eso causara contaminación con uranio.
La isla también resulta atractiva en términos militares. Nevena Trajkov, presidenta del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Jacksonville (Florida), explica a El Comercio, que al estar tan al norte Groenlandia se encuentra en un “punto dulce” entre Norteamérica y los continentes euroasiáticos.
“Para resaltar su importancia geoestratégica, digamos que durante la Guerra Fría, EE.UU. estableció una base militar en ese territorio. En la actualidad, el calentamiento global ha permitido que Groenlandia se convierta en una importante vía de navegación transatlántica”, señala.
La experta recuerda que uno de los dichos del siglo XIX que aún imperan en las relaciones internacionales afirma que “quien controla los mares, controla el mundo”. Y enfatiza que este punto de vista no solo proyecta el poder naval, sino también el económico, ya que las vías marítimas siguen siendo el medio predominante de comercio. De hecho, Trump no fue el primer jefe de Estado que planteó adquirir Groenlandia. Harry S. Truman quiso hacerlo después de la Segunda Guerra Mundial, como parte de una estrategia de la Guerra Fría para aislar a las fuerzas soviéticas, apunta el diario “The New York Times”.
Otra de las posibilidades es que la retórica de Trump en torno a Groenlandia sea en realidad un mensaje para China y Rusia, cuya presencia ha crecido en el Ártico y que compiten con Washington por el control de las rutas de transporte que pasan por la zona.
¿Es posible?
Si bien Dinamarca ha vuelto a decir que no le interesa negociar, que Trump insista muestra que ve la compra de Groenlandia como una transacción en potencia. Para Trajkov, es probable que el líder republicano crea que puede negociar una venta con Copenhague o hacer que EE.UU. patrocine al pueblo de Groenlandia para que declare su independencia de Dinamarca, algo que la isla tiene derecho a buscar desde el 2009.
“Sin embargo, las normas y el orden internacionales devuelven a Trump a la realidad. Aunque Dinamarca sea un país relativamente pequeño, es miembro de la Unión Europea. Este bloque ayudará a Dinamarca a apoyar sus intereses, aunque solo sea porque la UE también puede beneficiarse del potencial de recursos de Groenlandia y de su posicionamiento geoestratégico. Esto último podría ser vital ahora que la UE está preocupada por no poder seguir contando con la asociación de las Fuerzas Armadas de EE.UU. bajo Trump si Rusia continúa con las invasiones y las violaciones de la soberanía en Europa. Querrán que Dinamarca conserve Groenlandia para ayudar a proteger los intereses de seguridad de Europa”, explica la experta.
Otra duda que se plantea en los medios es sobre si Trump realmente hará lo que dice o si solo usa su discurso como advertencia. “No creo que se trate de retórica: Trump piensa que todo es transaccional, y se toma en serio la adquisición de Groenlandia, aunque nadie a su alrededor lo haga”, concluye Trajkov.