MIRA: Se cumple un mes del alto el fuego entre Israel y Hamás: ¿qué tan frágil sigue siendo el acuerdo y qué le espera a Gaza?
Netanyahu, un cercano aliado de Trump en Medio Oriente, es el único primer ministro en la historia de Israel en ser enjuiciado mientras aún está en el cargo y arrastra desde hace más de media década tres juicios en los que se le acusa de fraude, abuso de confianza y tráfico de influencias, cargos que él niega y por los que culpa a sus enemigos políticos.
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“Les pido que formalmente perdonen a Benjamín Netanyahu, quien ha sido un formidable y decisivo primer ministro durante tiempos de guerra y que ahora dirige a Israel durante tiempos de paz”, indicó la carta, publicada por la oficina del presidente de Israel.

En Israel, tanto el primer ministro como el presidente son elegidos por el Knéset (el parlamento israelí). Aunque el presidente cumple una función más protocolar y ceremonial, tiene la potestad de conceder indultos y conmutar penas.
No es la primera vez que Trump había mencionado la posibilidad de indultar a Netanyahu, siendo la última ocasión el discurso que dio ante el Knéset el pasado 13 de octubre, en el marco de su visita a Medio Oriente para celebrar la aceptación del acuerdo de paz por el gobierno israelí y el grupo terrorista Hamás.
El pedido de indulto fue celebrado por aliados de Netanyahu, como el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, quien sostuvo que condonar al mandatario es “lo correcto y urgente”. Gvir es líder de Poder Judío, un grupo ultranacionalista que forma parte de la coalición del actual gobierno israelí.
Pero no faltaron las críticas. El grupo Movimiento para un Gobierno de Calidad condenó la intervención de Trump en un asunto interno. “Israel es una democracia fuerte e independiente, con un sistema judicial excepcional, no un estado cliente”, enfatizó en un comunicado.
Caso insólito
La carta de Trump a Herzog se trata de una intervención “insólita” por un presidente estadounidense en los asuntos internos de un país aliado como es Israel, concordaron dos expertos consultados por El Comercio sobre la situación.
“Definitivamente lo que ha hecho Trump no es una figura habitual, porque las cuestiones de justicia son del dominio reservado de otro Estado”, indicó a este Diario Jorge Chávez Mazuelos, docente de la Academia Diplomática del Perú.
“Esto da cuenta de un patrón de comportamiento de Donald Trump que claramente no se condice con lo que debería ser la actuación de un jefe de Estado que no busca intervenir en los asuntos internos de otros países”, añade.

“Que un jefe de Estado pida a otro perdonar a un jefe de gobierno sometido a un juicio en el Poder Judicial de otro país es bastante insólito”, opinó el analista internacional Roberto Heimovits, quien señaló que si bien hay antecedentes como los fallidos pedidos de clemencia para salvar la vida del presidente pakistaní Zulfiqar Ali Bhutto, condenado a muerte tras un golpe de estado en 1977, o la presión ejercida sobre Brasil por EE.UU. en relación a los juicios contra Jair Bolsonaro, este caso es particular.
Heimovits recordó que en el sistema israelí el presidente no tiene autoridad sobre el Poder Judicial, por lo que Herzog no podría acceder al pedido de Trump.
“Por más aliado que sea Trump de Israel, Israel es un país soberano con separación de poderes, por lo que no creo que este pedido tenga efectos prácticos”, reiteró Heimovits. “Es una demostración del profundo aprecio que siente Trump por Netanyahu, pero no creo que se traduzca en acciones concretas”.
Para Jorge Chávez Mazuelos, el pedido de Trump para que Netanyahu sea indultado tiene múltiples aristas, que van desde lazos de amistad, simpatías políticas y hasta presiones internas.
“Trump tiene dentro de su base política no solo a una parte del lobby judío, sino también a grupos cristianos conservadores que son sionistas y muy pro israelíes. Entonces ahí hubo unas presiones internas”, señala. “Asimismo, tiene una buena relación con Netanyahu, a quien considera amigo, y que lo ve en una situación similar a la que él mismo enfrentaba en Estados Unidos”.
Para el experto, no es coincidencia que Trump esgrima los mismos argumentos de “cacería de brujas” y culpe al “estado profundo” en su defensa a Netanyahu, haciendo un paralelo entre la situación en su país y la que está pasando en Israel. “Yo creo que esto también es una manera de apelar a su propia base política, por lo que no solo es una cuestión de política exterior del país, sino también tiene implicancias para la política interna”, consideró Chávez.
Juzgado por corrupción
Benjamín Netanyahu tiene desde el 24 de mayo del 2020 tres causas judiciales abiertas conocidas como “caso 1.000”, “caso 2.000” y “caso 4.000”. El juicio se ha prolongado primero por la pandemia del COVID-19 y más recientemente por el ataque de Hamás del 7 de octubre del 2023 y la subsecuente guerra en la franja de Gaza.
En el “caso 1.000” Netanyahu es acusado de fraude, abuso de confianza y soborno, luego de que las investigaciones conclouyeran que el político y su esposa Sara recibieron suntuosos regalos del magnate de Hollywood Arnon Milchan a cambio de favores políticos. Los delitos de fraude y abuso de confianza pueden acarrear penas de prisión de hasta tres años.
El “caso 2.000” acusa a Netanyahu de fraude y abuso de confianza por supuestamente negociar con Arnon Mozes, editor en jefe del importante diario Yedioth Ahronoth, una cobertura favorable a cambio de emitir legislaciones que frenarían el crecimiento de un periódico rival, el Israel Hayom.
El “caso 4.000” es considerado el más grave. Netanyahu es acusado de fraude, abuso de confianza y soborno en relación a supuesto favores regulatorios concedidos por el primer ministro, que en ese entonces también fungía como ministro de comunicación, a la empresa de telecomunicaciones Bezeq Telecom Israel a cambio de una cobertura favorable en el sitio de noticias Walla, controlado por el grupo.
Además de fraude y abuso de confianza, en este caso está también acusado de cohecho, lo que se puede traducir en penas de prisión de hasta 10 años.
Desde diciembre del 2024, Netanyahu se vio obligado a comparecer dos veces por semana en un juzgado de Tel Aviv, con la frecuencia pasando a tres veces por semana a inicios de este noviembre. Sin embargo, el mandatario pidió varias apelaciones para postergar el juicio y suspendió sus interrogatorios alegando motivos de salud y, más recientemente, de seguridad nacional por la guerra en Gaza.
Posibilidades de indulto
Pero hay un gran obstáculo para el indulto: el hecho de que Netanyahu sostiene que es inocente y no ha pedido recibir ese mecanismo de perdón, un requisito indispensable para iniciar el proceso.
Yair Lapid, líder de la oposición en el país, resaltó en la red social X que “la ley israelí establece que la primera condición para recibir el indulto es la admisión de culpabilidad y la expresión de arrepentimiento por las acciones cometidas”.
Es algo que incluso la oficina del presidente de Israel ha resaltado, al recordar en su respuesta a la carta de Trump que “quien desee obtener un indulto presidencial debe presentar una solicitud formal de acuerdo con los procedimientos establecidos”.

Bajo la ley israelí, las personas que busquen un indulto tienen que presentar una solicitud formal, tanto ellos mismos o mediante un representante como un abogado, un estándar que la solicitud de Trump no cumple en este momento.
Más allá de la solicitud formal remitida hoy por la Casa Blanca, Herzog abrió la puerta a la condonación de Netanyahu en setiembre, asegurando que si le solicitan que le concedan un indulto “lo considerará” al señalar que los casos contra Netanyahu “suponen una carga pesada para el sistema judicial”.
También queda en duda de si Netanyahu puede ser indultado incluso antes de que termine el proceso judicial, aunque hay un precedente en el “Caso del autobús 300” de 1986, cuando el entonces presidente Jaim Herzog, padre del actual presidente, indultó a agentes de inteligencia implicados en el encubrimiento de dos terroristas palestinos capturados.
Múltiples escenarios
Lo cierto es que un indulto no solucionaría los problemas de Netanyahu, ya que, según los expertos, no solo su condonación sería impopular en ciertos sectores de la sociedad israelí, sino que también dejaría al político en una situación vulnerable en cara a las elecciones parlamentarias que se celebrarán en octubre del 2026.
“Netanyahu lo que quiere es durar hasta octubre del próximo año para poder volver a postular”, consideró el internacionalista Jorge Chávez Mazuelos. “Pero yo creo que, si es que hubiera una condena, habría una presión política muy fuerte para que él deje el poder y para que las elecciones se puedan adelantar.
Tampoco se puede descartar que Netanyahu finalmente no necesite un indulto y triunfe en su defensa legal, una posibilidad nada disparatada, según el analista internacional Roberto Heimovits.
“Independientemente del apoyo o la animadversión que Netanyahu despierte por sus actividades políticas como primer ministro en política interior y exterior, habría que ver si se prueban las acusaciones”, consideró el experto. “Y estas tienen una base bastante débil, con la fiscalía israelí teniendo dificultades para probar algunos puntos como en el caso en que lo acusaban de haber favorecido a un periódico o un canal de televisión para que opinaran bien de él, algo que al final no se concretó”.
Fuera de un indulto, el mandatario también tiene otras opciones, como apelar el caso y llevarlo a una instancia superior como la Corte Suprema o llegar a un acuerdo de culpabilidad con la corte a cambio de una pena reducida, algo que el diario “The New York Times” reportó se estaba barajando a inicios del 2022, aunque esa estrategia colapsó luego de que una de las condiciones le prohibiría al político buscar un cargo público por unos años.














