
A los 17 años, la música dejó de ser un simple pasatiempo para Gabino Pampini (Panamá, 1949). De cantar en actuaciones escolares pasó, de la noche a la mañana, a un escenario real, frente a cientos de personas y con una orquesta detrás. Su historia comenzó con una visita inesperada. Un hombre en un lujoso automóvil llegó a su casa buscando a su hermano Sócrates, un cantante reconocido en Panamá, para una presentación en Colón. Pero como él no estaba, su madre sonriente, le dijo al visitante: “Mi otro hijo también canta”. Gabino la miró, incrédulo. Esa misma noche, sin ensayos ni preparación, Gabino subió al escenario. Sentía el corazón golpearle el pecho y las piernas temblarle, cuando escuchó el bullicio y pifias de un público que esperaba ver a su hermano. Las primeras notas salieron temblorosas, pero el teatro comenzó a silenciarse. Uno a uno, los murmullos se apagaron, la gente dejó de hablar y empezó a escuchar. Su voz, que al inicio titubeaba, fue cobrando fuerza. Cuando terminó, el público estalló en aplausos.
“Pidieron otra. Y luego otra más. Hasta se pararon a bailar”, recuerda el músico con emoción. “A mi hermano le pagaban 150 dólares, a mí me dieron solo 80. Pero no me importó, para mí era una fortuna. Ese día, sin planearlo, comenzó mi travesía musical”, afirma.
Cerca de cumplir 60 años de trayectoria, con más de 40 discos grabados y reconocimientos de Oro en Ecuador, Perú, Colombia y España, Gabino Pampini agradece el camino recorrido, el cariño de su público y las grandes satisfacciones que le ha dado la música.
“En todo este tiempo he vivido cientos de experiencias gratificantes, pero hay una que me marcó. Fue en una presentación en Ecuador”, recuerda. “Una joven modelo, que había perdido ambas manos y una pierna en un accidente, estaba entre el público. Cuando la vi, le pregunté si quería subir al escenario. Subió con su mamá, y juntos celebramos ese momento. Para ella fue el día más feliz de su vida, y para mí, una lección de amor y gratitud”, señala.
Sin embargo, no todo ha sido éxito y reconocimiento. Con la fama, los viajes y el dinero, también llegaron las malas amistades y las tentaciones. Pampini cayó en un oscuro periodo de adicción. Subía al escenario drogado, pero hoy eso quedó atrás. “Gracias a Dios me curé hace como tres o cuatro años. Dejé esas cosas y ahora me siento bien. Si hubiese seguido, ya estaría muerto, me hubiera dado un infarto”, reconoce.
Las dificultades no solo vinieron de su propia lucha interna. A lo largo de su carrera, también enfrentó problemas con empresarios que intentaron perjudicarlo. Uno de esos episodios ocurrió en Miami, cuando Augusto González, productor del disco “Fuerza Noble” (1987) y dueño de varias grúas en la ciudad, le pidió un favor que terminó convirtiéndose en una pesadilla.
“A veces hay empresarios que quieren tumbarnos. He pasado por momentos difíciles, incluso llegué a estar preso”, confiesa Pampini. “Augusto me pidió que lo ayudara a transportar una grúa. Accedí sin imaginar lo que vendría después. Me detuvieron y aunque vivía ocho años en Miami no tenía residencia, pero lo peor fue que encontraron droga en el vehículo. Este me estaba usando para transportar la droga a un amigo que se la iba a comprar. Me dijeron que me deportarían a Panamá”.
Finalmente, todo se aclaró. Un oficial de migración lo ayudó a entender el proceso para salir en libertad. “Pagué tres mil y en tres días estaba fuera. Entré un martes y salí un viernes. Mucha gente no me cree, pero así fue”, añade el intérprete de “Faltan 5 pa las 12”, “A nuestro modo” y “Mi vecina”.
Gabino Lazo Espinosa, su nombre real, se encuentra en Lima para ofrecer dos presentaciones los días 21 y 22 de marzo en el Barley Bar de Pueblo Libre. Pero su vínculo con el Perú va más allá de la música. No solo fue uno de los primeros países en recibirlo con los brazos abiertos, sino que aquí encontró el amor y tuvo una hija.
“Tu país me ha dado grandes alegrías. Cuando en Panamá aún no escuchaban mi música, en Perú ya sonaba con fuerza. Siempre me recibieron con cariño”, cuenta Pampini. Hace más de 30 años, en uno de sus conciertos, conoció a una peruana que conquistó su corazón. “Ella fue a verme y le caí bien”, recuerda con una sonrisa. “Vivía en el Rímac y solía visitarme en el hotel donde me hospedaba. Así nació nuestra historia y nuestra hija”.
Su hija, Margarita, hoy de 30 años, ha heredado la vena artística, aunque en un camino distinto: “Le gusta la artesanía”, dice con orgullo. Para Pampini, el Perú no es solo un destino en su gira, es un hogar al que siempre regresa.
Además…
Gabino Pampini se presentará los días 21 y 22 de marzo en el Barley Bar de Pueblo Libre. Las entradas están a la venta en Teleticket.