Era El Gráfico de Perú. Y ellos, nuestros Pelé y Maradona. Desde que el 2 de mayo de 1973 apareció el primer número de la revista Ovación, del legendario Pocho Rospigliosi, no hubo portada más esperada, ni más preparada ni más agotada que esa en la que Teófilo Cubillas y Hugo Sotil aparecieron juntos, jóvenes, con la camiseta de los equipos donde la rompían. Apareció en quioscos el 13 de julio de 1976, a un precio de 25 soles de oro de la época y con un tiraje envidiable, que se contaba por decenas de miles. El Nene iba dejar Suiza esa temporada para jugar en Porto FC; el Cholo ese año iba a ser inmortal con el Barcelona de Johan Cruyff.
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“Tengo una foto de esa portada en casa. Y otra más que te voy a pasar”, dice Carlos Enciso Pérez-Palma, el periodista que aquel verano de 1973 habló con ellos, los citó en una cancha de fútbol y así juntó a la dupla más fantástica de todos los tiempos. Cuando Europa los adoraba. Esta es la historia.
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Sus biografías merecen hace décadas un libro, tanto como la mística que los unió como dupla. Teófilo Cubillas y Hugo Sotil son, por lejos, la sociedad más influyente del futbol peruano de todos los tiempos. Solo se les acerca el team Paolo-Jefferson, cuya vigencia, productividad y función de cara al arco los ha superado en la tabla de goleadores: Guerrero es el máximo artillero de la historia, con 39 tantos, y Farfán el segundo, con 27. En todos los otros rubros, el Nene y el Cholo son un estandarte nacional. Incomparables. Si contamos que empiezan su ciclo en la selección en los 70 y lo prolongan apenas una década, son notablemente exitosos: dos clasificaciones a Mundiales (el 70 y el 78), una Copa América (1975) y un bicampeonato con Alianza Lima (el 77 y el 78). Además, fundaron el prestigio internacional del Perú, con la bendición de Pelé Teófilo y el título conseguido por Hugo con el Barcelona, inédito hasta entonces para un país como el nuestro. La generación dorada de la selección se apellida Cubillas Sotil.
Por eso, y porque Pocho Rospigliosi sabía conectar con la gente, en verano de 1973 le encargó una comisión importantísima a Enciso Pérez-Palma, joven reportero de patillas hippies que firmaba algunas notas con el seudónimo de “Carlos Soza”: reunir para una tapa de Ovación a Cubillas y Sotil con las camisetas con que el Viejo Continente los admiraba. Así aparecieron en julio del 76 en “La revista deportiva que el Perú esperaba”. Luego de unas llamadas, los jóvenes futbolistas aceptaron ir a la cancha de La Florida, en el Rímac, del club Sporting Cristal de la familia Bentín. Unos años después, por ese mismo caminito de tierra, cruzaría la puerta el Diamante Julio César Uribe.
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“Esa es una foto tomada en cancha del Sporting Cristal en el verano de 1973. Para la portada de la revista. En el interior hubo otras más y una nota larga, que yo hice”. Carlos Enciso Pérez-Palma tiene memoria de CPU. Fue él, por ejemplo, quién le hizo una de sus primeras notas a Perico León, cuando Pedro Pablo tenía 13 años y jugaba en el colegio. Lo contó aquí. Era uno de los redactores principales de una revista que no tenía competencia: Lucho Garro, Conrado Falco, Luis Izusqui, ‘Koko’ Cárdenas, Manuel Doria, Enrique Roel, Lucho Ossio, Luis Valdez, Mario Grau, Miguel Portanova, Litman Gallo. Ese era el equipo principal, que llegó semanalmente hasta finales de los 80. En esta nota de Dechalaca se puede conocer más de su leyenda. Luego, la competencia de otros diarios y la crisis económica del Gobierno Aprista, golpearon duro. Enciso recuerda también que ambos, Cubillas y Sotil, estaban muy ilusionados con su estadía en Europa. Además, ya en el Mundial del 70, la revista alemana Kicker, había reporteado sobre la Blanquirroja y tres años después, estaban acostumbrados a las entrevistas y las sesiones de fotos. Sus carreras iban en ascenso. Sus cuentas bancarias también.
La sesión de fotos se hizo en la pared enorme de ladrillos del complejo rimense, hoy decorada por gigantografías con sponsors y los colores del campeón peruano 2020. Cubillas vestía íntegro de adidas, la marca transnacional que hasta hoy lo patrocina, y el Cholo tenía ese look de pelito largo tipo Tarzán de la selva. Se trataban de “compadre”, como hasta hoy. Entraron por ese viejo portón que da a la Calle 18, en el Rímac y por allí se fueron, dejando antes un regalo:
—”Al final de la entrevista —dice Enciso— Hugo me regaló su chompa”.
¿Y dónde está esa camiseta del Barcelona? “La camiseta quedó con Pocho, que me la pidió para un Gigante Deportivo… Y adiós Pampa Mía”.
Tarea para buscadores de tesoros.