domingo, diciembre 7

Nova se realizó como parte de la fiesta de Sucot, que conmemora la vida en el desierto de los israelitas después de su salida de Egipto. Ese 2023 los organizadores planificaron una festividad en medio de la naturaleza, por eso escogieron un área rural.

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Hamás atacó a los asistentes después de las 6 de la mañana. Asesinó a 378 personas en el festival Nova y secuestró a 44.

La casa de Mazal Tazazo está cerca de del lugar donde se realizó la fiesta. La estudiante de arquitectura asistió con dos amigos.

Las entradas las compraron tres meses antes de la fiesta.

Al festival Nova concurrieron unas 3.000 personas y había unas 500 trabajando en la organización.

Este es el testimonio de Mazal Tazazo:

Mazal Tazazo dice que decidió ofrecer su testimonio al mundo luego de que vio que se estaba justificando la masacre que perpetró Hamás en el festival Nova.

Llegamos a la fiesta el viernes 6 de octubre en la noche. Había mucha gente de todas las edades y de todas partes de Israel y del mundo. Era un ambiente perfecto.

Unos minutos antes de la masacre, grabé un video de cómo estaba la fiesta, era el amanecer del sábado 7 de octubre. Luego decidí ir a buscar mis lentes de sol.

Pero en un momento, se apagó la música de manera intempestiva. No sabía lo que estaba pasando, pensé que la fiesta había terminado.

Luego vi a gente nerviosa, llorando. Traté de tranquilizar a quienes estaban cerca de mi.

Se acercaron a nosotros personas encargadas de la seguridad de la fiesta y nos pidieron abandonar el lugar.

Agarramos nuestras cosas y fuimos al estacionamiento de los autos.

Subimos a nuestro carro y empezamos a irnos. Delante de nosotros había tres vehículos. Pasaron 20 minutos y no se movían. Luego escuchamos los primeros disparos.

Me pregunté si había terroristas, pensé que la policía controlaría todo.

Al no poder avanzar directamente hacia la autopista, decidimos dirigirnos en el auto por el bosque, tratando de encontrar otro acceso a la carretera para poder escapar. Pero volvimos a quedar atrapados porque otros trataban de hacer lo mismo que nosotros.

Salimos del auto y los disparos sonaban cada vez más cerca. En ese momento entendí que había un combate, no sabía que era un ataque sin resistencia.

Después de 10 minutos, vimos a lo lejos que todos los autos que habían llegado a la autopista estaban abandonados, por eso nadie se movía.

Se incrementaron los disparos, parecía una guerra, entonces corrimos hacia la autopista. Pero cuando llegamos nos empezaron a disparar de forma masiva y de todos lados. El lugar estaba lleno de terroristas.

Me tiré al piso y me escondí debajo de un auto. Lo único que podía hacer era rezar para que no me encuentren.

En ese momento me di cuenta de que habíamos corrido hacia los terroristas. Empezamos a escuchar sus gritos en árabe cada vez más cerca. Decidimos ir hacia los arbustos, nos escondimos, no hacíamos ruido. Nos acostamos y nos tapamos con las hojas de los árboles.

En unos minutos los terroristas llegaron al bosque. Dijeron párense. Me golpearon la cabeza con la culata de un rifle, quedé inmóvil.

Luego sentí que alguien me estaba agarrando las piernas, después un terrorista me las estaba atando. Yo solo sabía que tenía que hacerme la muerta. Pienso que querían llevarme a Gaza. Contuve la respiración y el terrorista me soltó, pensó que estaba muerta y desistió de llevarme.

Yo vestía un polo blanco que terminó ensangrentado porque tuve una herida en la cabeza tras el golpe. También una de mis manos estaba destrozada y con sangre.

Los terroristas se alejaron de mi, seguían buscando a quien estuviera con vida para rematarlo o secuestrarlo. Yo pensé que estaba agonizando.

En ese momento perdí el conocimiento. Después de dos horas desperté.

Grité el nombre de mis amigos. Pero vi que ella estaba muerta a mi lado, y mi otro amigo también había sido asesinado.

Luego vino otra persona, pensé que era un terrorista y me hice de nuevo la muerta, no respiraba.

Tras 10 minutos me di cuenta de que no era terrorista, sino alguien que se estaba escondiendo entre los cuerpos. Me había tocado el pantalón buscando un teléfono para comunicarse con su familia, lo encontró y pidió ayuda.

Vi que los terroristas habían prendido fuego a los carros y todo estaba en llamas muy cerca de mi. El incendio crecía y noté que solo había un camino de escape, y este llevaba a la autopista. Decidí correr.

Busqué un vehículo abandonado en la autopista para esconderme, prefería morir de un balazo a terminar quemada. Abrí la puerta y entré a la parte de atrás. Me acosté y me tapé con una manta. Hablaba por teléfono para pedir ayuda, y me respondían que me mantenga despierta, pues había perdido mucha sangre.

Ya eran las 12 del mediodía y todavía había terroristas cerca. No hay forma de explicar el miedo que sentía.

Luego de una hora, veía solo llamas gigantes a lo lejos. Suplicaba a Dios.

A las 3 de la tarde, un ángel abrió la puerta del carro. Era un joven que estaba herido de bala. Me llevó a mi y a otros cuatro sobrevivientes a un lugar seguro. Luego fui conducida al hospital, donde me hicieron tres operaciones.

Los cuerpos de mis amigos fueron encontrados tres semanas después. No los identificaron de inmediato porque estaban quemados.

Durante cuatro meses solo hablé con la policía sobre lo que pasó. No quería hablar del tema con nadie más porque estaba traumatizada. Pero después, al ver que había gente que justificaba lo que hizo Hamás, decidí contarle al mundo lo que realmente pasó.

Desde entonces, viajo ofreciendo mi testimonio. Ha pasado un año y medio y todavía sigo luchando por esto. Hablar de la masacre en Nova me da fuerza para seguir y la esperanza por un mundo mejor.

Tengo un hijo. No pensaba regresar a vivir cerca de Gaza. Por ahora estoy aquí, pero cuando acabe la guerra y tenga la certeza de que Hamás se está reconstruyendo me iré. Considero que volverán a atacar a Israel porque los de Hamás son unos monstruos”.

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