Jueves, Enero 16

Todos los peruanos tenemos ancestros mineros, basta revisar los libros de historia para saberlo. También estamos quienes somos mineros por tradición y convicción. Yo soy una de ellas, y creo firmemente que podemos volver a impulsar la inversión minera en el Perú.

Hace una década fuimos capaces de superar los US$8.900 millones en inversión minera en 2013, y los US$8.000 millones en 2014 gracias a proyectos como Constancia, Antapaccay, Toromocho y Las Bambas. Sin embargo, en 2024 apenas superamos los US$3.700 millones (a octubre), acumulando seis años sin nuevos proyectos en construcción.

Establecer y respetar reglas claras, contar con capacidad técnica en los organismos del Estado y una mayor estabilidad política nos permitió ser un país atractivo y confiable para invertir. Hoy, el esfuerzo es principalmente privado: las empresas mineras exploran, renuevan equipos e invierten en infraestructura; y aunque importante, no estamos aprovechando nuestro alto potencial, con 51 proyectos en cartera valorizados en más de US$54.000 millones.

Las inversiones no surgen espontáneamente, incluso siendo uno de los países líderes en producción minera y poseedor de las tierras más ricas del mundo. Competimos globalmente y todos los países interesados en atraer inversión juegan sus fichas a través de estímulos e incentivos, siendo además altamente eficientes y confiables. Hoy competimos no solo con Australia o Canadá, sino también con Argentina, Congo e incluso Ecuador, que vienen desarrollando diversos esfuerzos para potenciar las inversiones en sus territorios.

Es crucial que todo planteamiento en torno a la minería tenga en consideración el mercado global: los precios de los minerales (que oscilan), los tiempos y protocolos para aprobar proyectos mineros, los períodos de concesión otorgados, la carga tributaria, y el orden institucional en las zonas mineras son aspectos que impactan notablemente para atraer las inversiones. Es decir, impactan en el futuro del Perú como país minero, lo cual no se puede poner en riesgo.

Para aprovechar la fortaleza de la minería tenemos que construir alrededor de ella, ser más competitivos y respetar el estado de derecho. Hoy que el Ejecutivo y Legislativo discuten temas como la formalización minera, el desarrollo territorial y la formulación de una Política Nacional Multisectorial de la Minería al 2050, aprovechemos en fortalecer la presencia del Estado en las regiones mineras, generemos herramientas y capacidades en los gobernantes para que los tributos mineros se conviertan en escuelas, hospitales y carreteras, démosle a los mineros formales garantías de seguridad y predictibilidad para operar e invertir en el largo plazo, resguardemos el perfil técnico de los funcionarios públicos y fortalezcamos las instituciones estatales. El orden y la coherencia, y más en un año pre electoral, son fundamentales para el desarrollo de nuestro Perú.

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