Sábado, Octubre 26

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Quienes viven en Cuba dicen que era una tragedia anunciada. El apagón total en la red nacional –que se extendió por casi cinco días desde el viernes 18– ocurrió tras una avería en una de las principales centrales eléctricas de la isla. Detrás hay una crisis energética de larga data que tiene entre sus principales razones la falta de combustible para alimentar las plantas de generación y el deplorable estado de las centrales termoeléctricas del país, obsoletas e ineficientes tras más de 30 años de explotación. Hay, además, mucha más demanda que oferta.

Si bien el apagón ya no es total, muchas zonas de Cuba aún pasan casi la mayor parte del día sin electricidad. La crisis, que golpeó aún más la zona oriental de la isla por el paso de un huracán, pone a prueba la paciencia de los cubanos, que están hastiados de la escasez de todo tipo de servicios y productos. “La situación ha empeorado muchísimo en los últimos tiempos por la falta de combustible y por la mala administración del régimen”, dice a El Comercio Camila Acosta, periodista independiente cubana que vive en La Habana.

“La crisis de los apagones en todo el país es algo que recién empieza, pero viene sucediendo en muchas zonas desde hace meses. En varias provincias, solo tienen tres o cuatro horas de electricidad al día. Pero ahora afectó de forma total a La Habana, la capital, que es la zona que el régimen siempre trata de priorizar. Eso evidencia lo mal que están las cosas”, añade.

Un problema que persiste

  • 31,5% de Cuba estuvo sin electricidad ayer, según la empresa estatal Unión Eléctrica (UNE).
  • 7 de las 20 unidades de producción energética en las centrales termoeléctricas terrestres del país están averiadas o en mantenimiento.

El régimen liderado por Miguel Díaz-Canel, heredero político de los Castro, ha culpado al bloqueo impuesto por Estados Unidos y ha reconocido que el problema no tiene una solución inmediata. De fondo, lo que ocurre es que Cuba tiene un déficit de producción de energía, por lo que las autoridades tienen que cortar la luz para racionarla. Los expertos explican que este déficit se debe a la falta de inversión en el sector, pero también a la deuda que Cuba tiene con los países que le venden petróleo y a que Venezuela ya no le da a la isla caribeña las mismas cantidades que antes.

El duro día a día

Los apagones son un problema para Cuba porque la mayoría de cosas funciona con electricidad, explica una fuente de este Diario que vive en la isla y que prefiere mantener su nombre en reserva. “Las cocinas son eléctricas. Debido a las altas temperaturas, la gente tiene aire acondicionado. Tienes también, por ejemplo, el desabastecimiento. Tienes una mayor acumulación de bienes perecibles. Y todo eso va al refrigerador. La gente tiene más de un refrigerador. Entonces, se trata de una situación que se presenta más crítica que en cualquier otro lugar”, señala.

Situación crítica

La crisis energética se ha agravado desde fines de agosto. Antes del apagón total, los cortes de suministro se encontraban ya en máximos históricos, con tasas de afectación máxima entre el 41% y 51%.

Añade que los cubanos saben bien que el régimen no tiene dinero para cumplir con la entrega de productos que antes eran importados, como la leche y la harina. “Y ya no solo no puede cumplir con la demanda de su mercado, sino que ahora tampoco puede hacerlo con lo que se produce internamente. El agro tiene un problema de ausencia de capital, de ausencia de manos de obra. Nadie quiere invertir en el agro. No te dan los insumos, las herramientas”, comenta.

El apagón masivo hizo que mucha comida se desperdiciara, lo que es un duro golpe cuando la escasez es la regla. Acosta cuenta que la cantidad de alimentos que los cubanos reciben con la libreta de abastecimiento es insuficiente. “El cubano sobrevive de lo que puede comprar por fuera. Hace mucho tiempo que la canasta básica es un mecanismo obsoleto, nadie en Cuba sobrevive ni una semana con lo que dan en la canasta básica. A veces ni dan huevo ni carne”, se lamenta.

Pero la situación no termina allí: también han colapsado servicios que normalmente no lo hacían, como el agua, la telefonía, por lo que esta vez el descontento es muchísimo mayor.

En cuanto a las comunicaciones, los servicios son limitados, pero no tanto como en el pasado. La mayoría de los cubanos opta por Internet móvil porque es más fácil tener un celular que una computadora. Y, aunque hay aplicaciones efectivamente que están bloqueadas, cada vez más residentes pueden conectarse al mundo a través de Internet, lo que acerca a los ciudadanos, especialmente a los más jóvenes, a las realidades que existen más allá de la isla.

Éxodo masivo

La respuesta de los cubanos a la crisis es la migración. Cerca de dos millones de personas –casi el 20% de la población– han salido del país desde el 2022, una cifra sin precedentes en la historia de Cuba, según estimaciones de expertos recogidas por el diario “The New York Times”. La mayoría parte con el objetivo de llegar a Estados Unidos.

“La juventud en Cuba se ha dado cuenta de que no tiene esperanza de un mejor futuro, ni siquiera sacrificándose para tener una carrera universitaria o un emprendimiento. Las personas ven que para prosperar tienen que salir del país”.

Camila Acosta

Para ellos, ya no hay esperanza en la isla, ni siquiera a través de las protestas. El régimen recrudeció la represión desde las históricas manifestaciones de julio del 2021 y no ha permitido concentraciones de alcance similar. El presidente Díaz-Canel ha advertido que castigará severamente a quienes promuevan el desorden, luego de que la actual crisis causara tímidas protestas callejeras. El hartazgo es tal que el propio gobierno ha promovido el éxodo para liberar la presión social.

“Es un descontento que se manifiesta en un profundo malestar y una gran desesperanza. La gente no ve la luz al final del camino. No es siquiera como Venezuela, donde el cambio de régimen para la gente representa una oportunidad. Acá no. Ante el hartazgo, los cubanos prefieren simplemente irse”, señala nuestra fuente en Cuba. Añade que los cubanos se van por donde pueden. “El tema migratorio es imparable. Son familias, hay muchos niños. Y tú vas al interior y cada vez hay más pueblos abandonados. Pueblos en los que no vive nadie”.

“Están cansados de los apagones y no quieren salir a protestar porque protestar no implica un cambio. Protestar implica que probablemente termines yendo a la cárcel”, añade.

¿Podrían los apagones ser el detonante para una movilización social en la isla? Acosta señala que es impredecible porque el contexto ha cambiado. En el 2021, Cuba estaba cerrada por la pandemia, no había viajes de entrada o salida y toda la sociedad estaba prácticamente estancada. En la actualidad, muchos ya han podido abandonar el país y ha habido mucho terror.

“Habrá que ver qué sucede. Los apagones, la escasez y la crisis van a continuar. Es muy probable que en los próximos meses veamos otro colapso energético porque la infraestructura del sector está bastante mal. Veremos hasta dónde llega el aguante de los cubanos”, concluye Acosta.

REPRESIÓN MUY ACTIVA

Entre el descontento y el miedo a protestar

Cuba vivió el 11 de julio del 2021 las mayores protestas antigubernamentales en décadas, en las que miles de cubanos hartos de los problemas derivados de la pandemia del COVID-19 salieron a las calles para exigir electricidad, alimentos y un cambio político. Las manifestaciones incluyeron transmisiones a través de las redes sociales y avivaron la esperanza de un cambio en la isla.

Sin embargo, cientos de personas fueron enviadas a prisión, perseguidas y amenazadas como parte de una brutal campaña de represión que ha impedido otras protestas nacionales de esa envergadura.

“Tenemos más de mil presos políticos y las protestas que se han sucedido luego del 11 de julio del 2021 también han engrosado esa lista de presos políticos. Ha habido golpizas brutales y el miedo que se infunde desde entonces es mucho mayor”, remarca Camila Acosta.

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