“A las 12:15 p.m., el presidente de la República descorrió el velo que cubría el monumento (…) La numerosa cantidad de espectadores prorrumpió en aplauso”, informó El Comercio. Aquella fue la primera de las cuatro ubicaciones que ha tenido la escultura del fundador de Lima. Tras más de veinte años casi en el olvido, el próximo 18 de enero volverá a ubicarse cerca de la Plaza de Armas.
Del Parque de la Muralla a unos pasos de la Plaza de Armas
Monumento móvil
Antes de fallecer en 1922, el artista estadounidense Charles Rumsey realizó una escultura de Pizarro a caballo, con una armadura medieval y la espada desenvainada. Tras su muerte, Mary Arriman, viuda de Rumsey, la donó al Albright Knox Gallery de Nueva York y autorizó la realización de dos reproducciones. Una se encuentra en la plaza central de Trujillo de Extremadura, ciudad natal de Pizarro, y la otra fue donada a la ciudad de Lima en 1935.
El monumento se mantuvo en el atrio de la Catedral hasta 1952. En julio de ese año, por pedido del presidente Manuel Odría, fue reubicado al costado del Palacio de Gobierno en el cruce de los jirones de la Unión y Conde de Superunda. En este punto se construyó una plazoleta que recibió el nombre de Francisco Pizarro. De esta forma, la escultura había empezado su recorrido por la ciudad que fundó.
Durante la segunda mitad del siglo XX, quedó atrás la admiración inicial que despertó el monumento, pues entre la ciudanía e incluso algunas autoridades se empezó a cuestionar que la imagen del conquistador del Perú se ubique cerca a la plaza principal del país.
En 1997, el arquitecto y regidor (concejal) municipal Santiago Agurto Calvo propuso que la estatua fuera retirada de la Plaza de Armas, pero la iniciativa no tuvo resultado. Finalmente, en la madrugada del 28 de abril de 2003, en la primera gestión de Luis Castañeda Lossio, un grupo de obreros retiró la escultura de la plazoleta Pizarro y la trasladó a un depósito municipal.
El monumento estuvo en aquel almacén durante casi un año y medio hasta que fue llevado al Parque de la Muralla, en la ribera del río Rímac. Allí permanece en el olvido debajo de una rampa.
El regreso de Pizarro
Cuando Pizarro llegó al valle del Rímac en 1935, el curaca inca Taulichusco administraba una parte de los terrenos alrededor del río. Era yanacona y criado de Mama Vilo, quien era esposa de Huayna Cápac. Según la evidencia documental, comandaba un ejército de tres mil soldados y vivía en el espacio donde posteriormente se construyó la Casa de Pizarro, actual Palacio de Gobierno.
Cuando los españoles llegaron al valle del Rímac, Taulichusco no opuso resistencia y colaboró con ellos con tal de que su pueblo no sea sometido a la esclavitud. El curaca pasó sus últimos días en terrenos del actual distrito de Pueblo Libre. En 1985, el alcalde Alfonso Barrantes inauguró un monumento en honor a Taulichusco al centro del pasaje Santa Rosa: una piedra basal andina.
Este año, luego de una limpieza total, la piedra se reubicó en diciembre en un punto más cercano a la Plaza de Armas con un pequeño jardín y una placa de bronce.
En el espacio del pasaje Santa Rosa que dejó vacío, se colocará la escultura de Pizarro. Luis Martin Bogdanovich, gerente de Prolima —gerencia de la Municipalidad de Lima (MML) que recupera el centro de la capital— contó a El Comercio detalles sobre su presentación.
“La escultura de Francisco Pizarro será presentada el 18 de enero. Esto permitirá que, en el aniversario de Lima, los monumentos en honor a Taulichusco y Pizarro estén reunidos en un mismo espacio y no separados como personajes antagónicos”, declaró Bogdanovich. “Ambos bienes integran el Patrimonio Cultural de la Nación desde el 2018″, agregó.
Además, mencionó que la escultura se colocará en el espacio donde antaño estuvo la casa de Hernando Pizarro, hermano del fundador de Lima.
Por otro lado, el también arquitecto señaló que el monumento a Pizarro ha recibido daños debido a su ubicación actual. “El monumento es atacado por la contaminación que proviene de los vehículos que pasan por la Vía de Evitamiento. También, la escultura está cerca a los rieles del ferrocarril Central del Perú y las vibraciones de su paso por el parque de la Muralla afectan la estructura del monumento. Por eso, los informes de restauración recomendaban su traslado a otro lugar de Lima”, detalló.
Así también, Bogdanovich mencionó que la escultura ha sido restaurada a través del retiro de capas de pintura, esmalte y barniz que se colocaron sobre la escultura de bronce hasta llegar a metal original. “Luego, se neutralizó la corrosión y estabilizó el metal para que no se siga dañando”, añadió.
El proyecto de reubicación del monumento a Francisco Pizarro y la piedra de Taulichusco fue aprobado por la Comisión del Centro Histórico de Lima, que reúne a representantes del Ministerio de Cultura y Prolima.
Esta noticia reavivará el debate sobre la presencia de la imagen de Pizarro cerca de la Plaza de Armas.
Rodolfo Monteverde, historiador y candidato a doctor por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), considera que la estatua de Pizarro no debe regresar cerca a la Plaza de Armas. “En una sociedad con una herencia marcada por la represión, considero que un monumento como este no debe estar en el espacio patrimonial del centro histórico. Todavía permanece la crítica a esta escultura que muestra a Pizarro con la espada desenvainada. No estoy de acuerdo con los atentados a los monumentos, pero si no existe un consenso en la sociedad, las autoridades no deben colocar una escultura que genere divisiones”, alegó.
Por su parte, Bogdanovich considera que la reunión del monumento a Taulichusco en el pasaje Santa Rosa es una oportunidad de reconocernos como una nación mestiza. “El Perú es una nación que no existe sin su pasado prehispánico y español. Renunciar a ambas herencias es desconocer nuestra historia. Por eso, ambos monumentos estarán en el pasaje Santa Rosa recordándonos lo que somos los peruanos”, manifestó.
En esa línea, el historiador Juan Luis Orrego sostiene que el monumento merece estar próximo a la Plaza de Armas. “No se puede ocultar que Pizarro forma parte de la historia de Lima y el Perú. Sin su intervención, la Lima que conocemos no existiría, por lo que es inútil intentar borrarlo de nuestro pasado”, opinó.