Declarada en el 2002 como Patrimonio Cultural de la Nación, la huaca Santa Catalina, ubicada en la urbanización del mismo nombre, aún tiene mucho por contar. Quizás su más grande misterio sea la momia preinca de un menor de edad, vestigio cultural que data de los años 900 y 1000 d.C., conservado dentro de su fardo funerario original y que pronto será parte del nuevo museo de sitio; proyecto a cargo de la Municipalidad de La Victoria y el Ministerio de Cultura.
“Aún no hemos tenido la oportunidad de conocer qué hay debajo del fardo. Esperamos que con la instalación del museo se pueda conocer la historia del niño preinca que habría pertenecido a la cultura Ychsma. Esto lo sabemos porque no tiene rasgos de pintura o decoración inca”, relata Martín Acuy, arqueólogo y uno de los protectores de la huaca Santa Catalina.
La adhesión de la cultura Ychsma a la cultura Inca habría elevado la importancia cultural y política de la huaca, pasando de ser considerada un almacén de alimentos (tambo) a espacio ceremonial y cementerio.
De no haber inconvenientes, en enero del próximo año, se retomarían las excavaciones en la huaca Santa Catalina. “Al tratarse de un tambo (reservorio o almacén), estamos ante la posibilidad de encontrar gran cantidad de vestigios arqueológicos”, señala uno de los encargados del espacio. En la actualidad se cuenta con 120 cajas inventariadas con restos arqueológicos, aparte de las piezas expuestas en la sala de sitio.
Un dato no menor es que tras su redescubrimiento, la huaca pasó varios años expuesta a los conocidos ‘huaqueros’, pero también a los propios vecinos de los alrededores, que según testimonio del personal, aprovechaban la noche para llegar al lugar y llevarse los ladrillos de adobe. “Los usaron para construir viviendas de la época”, comentan.




