El sector construcción se encamina a cerrar el 2025 como uno de sus mejores años de la última década, impulsado principalmente por el fuerte repunte de la inversión privada y una recuperación sostenida en el segundo semestre. Sin embargo, este desempeño contrasta con un escenario más desafiante hacia adelante, marcado por limitaciones estructurales en la obra pública, un contexto preelectoral complejo y la necesidad de decisiones urgentes para sostener el dinamismo.
Para Guido Valdivia, director ejecutivo de la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco), el balance del año es claramente positivo. “Se acaba un muy buen año para la construcción y empieza uno mucho más retador. Este crecimiento no se preveía hace pocos meses y se explica, fundamentalmente, por el repunte de la inversión privada”, señaló.
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Los resultados del último semestre cambiaron de forma sustancial las expectativas del sector. Tras varios meses de expansión consecutiva, la construcción acumuló seis meses al alza y, solo en noviembre, habría crecido alrededor de 12,5%, su mejor desempeño mensual desde inicios del 2024. Con ello, el sector podría cerrar el 2025 con una expansión cercana al 6%, una cifra que no se observaba desde el 2021 —dejando de lado el efecto rebote pospandemia— y que, en términos estructurales, sería la más alta desde el 2013.
“El Banco Central ha ido corrigiendo sus proyecciones y ya habla de un crecimiento de 5,7%, mientras que nuestras encuestas en Capeco apuntan a un 5,9%. No parece imposible que el sector termine cerca del 6%”, explicó Valdivia.

El desafío de sostener el ritmo en un año preelectoral
Pese al buen cierre, el panorama para el 2026 es más exigente. Las proyecciones oficiales apuntan a una desaceleración del crecimiento del sector, en línea con un menor impulso de la inversión pública y un entorno político que podría afectar la toma de decisiones.
“Casi ninguna proyección para el 2026 muestra una mejora respecto al 2025. Eso ya es una señal de alerta”, advirtió Valdivia. Desde Capeco, sin embargo, los empresarios del sector muestran mayor optimismo y estiman un crecimiento de 6,3% para el próximo año, impulsado por la inercia de la inversión privada, la vivienda no social y los grandes proyectos en marcha.
No obstante, el principal riesgo sigue siendo la limitada capacidad de ejecución del Estado. Aunque el presupuesto para obra pública ha sido récord, históricamente solo se ejecuta alrededor del 66% de los recursos disponibles. Este año, ello implicaría dejar sin ejecutar cerca de S/ 19.600 millones. “Aproximadamente el 25% de esa inversión va directamente a mano de obra. Es decir, estamos dejando de generar miles de empleos en construcción”, subrayó Valdivia.

Inversión privada, APP y OxI como pilares clave
Ante estas limitaciones, la inversión privada en infraestructura aparece como un factor decisivo para sostener el crecimiento. En 2025, la inversión privada habría crecido cerca de 9,5%, una cifra que no se alcanzaba desde el 2012. A ello se suma un récord en obras por impuestos (OxI), que podría cerrar el año cerca de los S/ 5.000 millones adjudicados, así como un ‘pipeline’ robusto de asociaciones público-privadas (APP) para los próximos años.
“Sin inversión privada, esta cartera de proyectos simplemente no se puede financiar. Retirar capital privado para reemplazarlo con recursos públicos sería la peor solución”, enfatizó Valdivia. En esa línea, recalca la importancia de que el país envíe señales claras de respeto a los contratos y a la jurisdicción del arbitraje internacional, condición clave para atraer operadores de primer nivel.
Retos estructurales: vivienda, agua, seguridad y planificación
Más allá del ciclo económico, el sector enfrenta retos estructurales que requieren atención inmediata. Uno de los más urgentes es la situación de la vivienda de interés social, especialmente tras la exclusión del rango cinco de MiVivienda, hoy uno de los segmentos más dinámicos del mercado, impulsado por compradores jóvenes.
A ello se suma el cuello de botella en servicios básicos, especialmente agua y saneamiento, que ya ha frenado proyectos inmobiliarios en distritos como Carabayllo y Puente Piedra. “Sin facilidades para acceder a servicios, simplemente no hay proyecto”, advirtió Valdivia, quien plantea esquemas como APP, OxI o mecanismos de repago para destrabar inversiones en infraestructura urbana.

Otro factor crítico es la inseguridad. La criminalidad organizada afecta directamente la actividad constructora, encarece los proyectos y ahuyenta inversiones en determinadas zonas. “Se necesitan estrategias integrales, con inteligencia, tecnología y equipos. No basta con medidas aisladas”, remarcó.
El 2025 del sector construcción
Más allá de los retos, el 2025 deja un balance positivo para la construcción. El sector no solo creció por encima del promedio de la economía, sino que acumuló siete meses de expansión y registró uno de sus mejores desempeños en más de una década. La inversión privada, la minería, la vivienda no social y los mecanismos alternativos de inversión pública fueron los principales motores.
“El 2025 demuestra que, incluso en un entorno político complejo, la construcción puede crecer si hay inversión privada, confianza y proyectos en marcha. El desafío ahora es no desperdiciar esta oportunidad”, concluyó Valdivia.














