Es posible que usted haya visto la historia de Nicholas Winton en algún video en Facebook o YouTube. El caso, altamente viralizable, se puede resumir así: en 1939, este filántropo inglés salvó de la muerte a 669 niños –la mayoría de origen judío– que se encontraban en Alemania justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Junto a un pequeño equipo de personas, Winton consiguió trasladar a los menores al Reino Unido para que fueran acogidos por padres sustitutos. Por lo conseguido, algunas personas comenzaron a llamarlo “el Schindler británico”.
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Casi 50 años después, luego de que su hazaña permaneciera oculta durante décadas, Winton fue invitado a un programa de televisión en su país que organizó un sorpresivo encuentro con muchos de los niños y niñas –ya adultos, desde luego– que él había conseguido salvar. El momento figura, sin duda, entre los más emotivos de la TV británica.
Como era de esperarse, un relato con semejante potencial cinematográfico debía tomar forma de película más pronto que tarde. Y así ha sido con “Lazos de vida” (“One Life”), cinta dirigida por el cineasta británico James Hawes y protagonizada por el gran Anthony Hopkins, en el papel de Winton. Antes de su estreno del próximo 2 de mayo, conversamos con el director.
―Este es su primer largometraje de ficción, e imagino que debe de haber sido un privilegio poder trabajar con un actor como Anthony Hopkins. ¿Cómo se dio el acercamiento?
Él conocía la historia, pero quería leer el guion. Y luego de eso solo quedaba sentarnos a conversar. Así que fui a California, más o menos hacia el final de la pandemia, y hablamos sobre qué nos motivaba de esta historia. Fue como una cita, la verdad: hay que escuchar, coquetear un poco, contar historias, decidir qué lenguaje usar para crear juntos. Afortunadamente encontramos ese lenguaje en común, el entusiasmo; supimos que podríamos sacarlo adelante y así fue.
―Me gustó cómo la película evita la violencia excesiva o el retrato morboso de esta situación, con los niños en medio de la guerra. ¿Siempre quiso abordarla de esa manera?
Sí, pero algo muy interesante es que cuando ves los archivos del Kindertransport [nombre con el que se conoció al operativo de rescate], ves a estos niños despidiéndose tranquilos, sonriendo. A todos les habían dicho que se estaban yendo de vacaciones, que volverían en un par de semanas. Entonces no hay muchas emociones desgarradoras. De hecho, nosotros tuvimos que agregarle un poco de emoción [a la película], pero sin endulzarla demasiado. Sentimos que lo correcto era contenernos.
―¿La cinta se basa fundamentalmente en el libro de Barbara Winton, hija de Nicholas? ¿O debió investigar más?
El libro de Barbara fue la pieza clave. Porque allí incluso se cuenta la historia de cómo era Nicholas de joven, antes de que todo pasara. Y además de eso también investigué por mi cuenta. Hay libros escritos sobre Trevor [Chadwick] y sobre otros voluntarios del Comité de Refugiados, así que profundizamos mucho en eso. Porque no queríamos que sea una historia de un solo superhéroe. Esta es la historia de todo un equipo que trabajó para el rescate.
―¿Pudo conversar con sobrevivientes?
Sí, hablé con muchos de ellos. Obviamente, la mayoría eran muy pequeños cuando ocurrió el rescate, así que solo tienen recuerdos vagos. Pero sí se acuerdan de cómo se despidieron de sus familiares, de la comida que les dieron sus padres para el viaje, de cómo eran los asientos del tren, o de la primera persona que los recibió al llegar al Reino Unido. Alguno creo que incluso recordaba qué fue lo primero que les dijeron sus padres adoptivos cuando los acogieron.
―¿Qué cree que una película como “Lazos de vida” puede decirnos sobre el problema de los refugiados hoy?
Lo más importante para mí es que nos invita a pensar nuevamente en qué cosa imaginamos cuando escuchamos la palabra refugiado. Porque creo que, inmediatamente, tendemos a pensar en alguien pobre, necesitado, que es solo una carga. Pero cuando yo veo en qué se han convertido los niños refugiados del Kindertransport, encuentro a políticos, médicos, científicos… Todos han retribuido de gran forma a la sociedad que los acogió. El propio Nicholas Winton, aunque pensemos que es muy británico, pertenecía a una familia de refugiados que llegaron a Londres años antes. Y cuando hoy miro el caso de Siria, por ejemplo, mucha de la gente que ha escapado de allá ha hecho contribuciones tremendas en muchos aspectos. Por eso tenemos que parar con aquella división entre “nosotros” y “ellos”. Porque allí es donde nace el conflicto. Hay una expresión que suelo usar y que me deprime a la vez: “el regreso al tribalismo”. La idea de que, a lo largo de todo el mundo, la gente está retrocediendo a sus pequeñas tribus, donde se sienten seguros porque comparten sus mismas ideas políticas, etc. Cuando en realidad necesitamos recordar que somos uno solo si queremos sobrevivir.
―¿Alguna película sobre el Holocausto que lo motive especialmente?
He visto todas las películas que te puedas imaginar sobre el tema. Desde “La lista de Schindler” hasta “El pianista”, o incluso “La decisión de Sophie”, una película muy interesante y una de las que me hizo querer trabajar en cine. Cada una es diferente. Recientemente, “La zona de interés” me pareció una película tremenda también, en su ejecución y en su punto de vista. Creo que todas son válidas. Y tal vez ni siquiera consideraría la mía como una película sobre el Holocausto, porque ocurre justo antes de su ejecución. Además, muchas de las películas sobre este tema son sumamente deprimentes, y creo que “Lazos de vida” no lo es. Es una historia sobre el espíritu humano, y es importante que la gente vaya a verla sabiendo que se van a conmover, pero que también les va a levantar el ánimo por la historia que cuenta.
Sepa más…
Cuándo verla
“Lazos de vida” se estrena en cines peruanos este jueves 2 de mayo.