“Se dice que una de las funciones del cerebro es crear significados a partir de nuestras experiencias para ayudarnos a aprender. De esos significados surgen historias. Algunas de ellas nos son útiles pero la mayoría no lo son y sirven para limitarnos y fijar hábitos y patrones de pensamiento“, relata el libro, una preciosa edición ilustrada por Raluca Spatacean, que puede ser un perfecto regalo de Navidad.
Un ejemplo de historias que nos limitan y hay que cambiar es cuando de niños nos dicen que dibujamos mal. “Debido a su carga emotiva, este comentario se convierte en una historia que se reproduce internamente una y otra vez a lo largo de la infancia hasta que se fija una creencia: Se me da mal lo artístico”.
Es la atención plena la que nos lleva a ver las cosas e manera más clara y objetiva. “Al aplicar la atención a nuestros sentimientos, emociones y pensamientos, con aceptación y sin juicio, vemos estas historias como lo que son: solo historias”. Nos ayuda por tanto a desmontar falsos conceptos que nos han limitado hasta ahora y a vernos con una mirada nueva y sin juzgarnos, ampliando nuestros límites.
Bailar, caminar, correr, saltar… nuestro cuerpo necesita ¡moverse!
Doce meses para descubrirnos
Esta es una de las reflexiones que se pueden encontrar a lo largo de los doce meses que recorre Un año de bienestar. Se trata de un tipo de almanaque mes a mes que propone ideas para reflexionar, meditaciones y prácticas físicas como yoga, respiración y danza, recetas, manualidades, pasos para la comprensión de tu yo interior, desde agradecimientos a hábitos de escritura.
Para ello aborda nuestros día a día desde un punto de vista holístico, aportando ideas en varios apartados llzmados: naturaleza, reflexión, movimiento, gratitud, manualidad, diario, meditación, observación de estrellas, receta, visualización y ritual.
¿El objetivo? Seguir, como la naturaleza, el ciclo de las estaciones, escuchando nuestro interior y siendo conscientes de la energía que transmitimos al mundo. “Cultivar hábitos positivos que nos proporcionan sensación de arraigo puede servirnos para descubrirnos, aceptarnos y amarnos individualmente, unos a otros y al mundo natural. Así conseguiremos mantener una conciencia plena en todo lo que hacemos”.