Lunes, Mayo 20

La historia de Cajamarca parece haberse quedado congelada en 1532. En ese momento en el que se produjo la colisión entre dos culturas que dieron origen al Perú actual. De ese instante, descrito por los cronistas españoles, queda hoy un monumento conocido como el Cuarto del Rescate, resto de un palacio en el que, se dice, un cautivo Atahualpa ofreció oro y plata a cambio de su libertad. ¿Pero qué hay más allá de esta historia? ¿Qué permanece oculto debajo de este contexto arqueológico adyacente a la Plaza de Armas? Eso es lo que se pregunta un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard y de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC), quienes desarrollan un proyecto financiado por la Municipalidad de Cajamarca y empresas locales centrado, actualmente, en excavar en los alrededores del mítico cuarto, lo que no se había hecho en 500 años.

El objetivo es crear un parque arqueológico, entre las calles Amalia Puga y Del Comercio, que conecte el Cuarto del Rescate con la zona monumental de Cajamarca. Y en ese camino conocer más sobre las construcciones líticas incas y coloniales para su puesta en valor y conservación.

Memoria de la piedra

Desde lo alto del cerro Santa Apolonia puede verse toda la traza urbana de Cajamarca. Las siluetas de las cúpulas de sus iglesias, sus tejados rojizos que brillan bajo el sol vertical del mediodía, y la campiña al borde de la cordillera. Aunque de nombre cristiano, esta colina fue una antigua cantera de roca volcánica, y un centro ceremonial ocupado por los antiguos Cajamarca hace 3.000 años, cuando era el epicentro de un próspero valle dedicado a la crianza de camélidos y la producción textil.

La arqueóloga peruana Solsiré Cusicanqui Marsano, investigadora de la Universidad de Harvard, realizó excavaciones en este lugar hace cuatro años y encontró restos de camélidos y cerámica propia de la cultura Cajamarca, pero también balas de la época republicana. Motivada por estos hallazgos, en noviembre pasado, ella y un equipo de arqueólogos locales, en colaboración con conservacionistas, ingenieros geólogos y químicos de la UTEC, iniciaron las excavaciones en zonas aledañas al Cuarto del Rescate.

“Mi interés fue conocer la cultura Cajamarca, pero después empecé a buscar respuestas para el período inca. Sabemos que este cuarto formó parte del templo del sol, pero no conocemos más. No sabemos cómo era la trama de la ciudad. Intentamos reinterpretar el pasado desde la visión local y no quedarnos solo con lo dicho por cronistas españoles”, señala Cusicanqui.

Un pasado que está conectado con la colina Santa Apolonia. “La sección delantera del cerro y toda la ciudad de Cajamarca está asentada sobre esa roca madre. Por eso llamamos a estas excavaciones ‘la memoria de las piedras’”, explica.

Capas de historia

Las excavaciones se desarrollan en un inmueble que hasta hace poco fue la Casa Hogar de la Niña Belén, cuyo muro interior colinda con el Cuarto del Rescate. Tras abrir zanjas de tres metros de profundidad, han comenzado a emerger fragmentos de porcelana fina republicana, cerámica vidriada colonial, un crucifijo, restos óseos animales, cerámica inca y piezas típicas Cajamarca. Una historia de miles de años a pocos metros del suelo.

Los hallazgos están siendo analizados en un laboratorio cercano, donde se ha podido rastrear su procedencia y composición química. Ahora se sabe, por ejemplo, que una pieza de cerámica sirvió como contendor de chicha, al detectarse en su interior restos de almidón de maíz fermentado.

Como explica el ingeniero Juan Carlos Rodríguez, director del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio de UTEC, la ciencia y la tecnología ayudan mucho a la arqueología. “Queremos enfocarnos en los análisis de las piedras para saber si están afectadas y plantear una adecuada conservación”, afirma.

Los trabajos de investigación se prolongarán todo el año. Se espera luego articular el Cuarto del Rescate (actualmente aislado al interior de una casona) con el entorno circundante como una especie de museo abierto.

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