La primera novela de Raúl Romero no tiene una narración típica. No es la historia de un personaje que va de un punto hacia otro, que se topa con gente o situaciones que alteran su “travesía” y le ayudan a entender algo sobre sí mismo. Tampoco es una historia de introspección personal; en cambio, es sobre un intento de transformación física, donde el protagonista, que es un alter ego del autor, busca una mejora su salud. Al mismo tiempo, es una conversación de diálogos unilaterales donde hay un “personaje” adicional que no respira, no habla, no vive, pero que es el disparador del texto.
“Diario de ejercicios” es, como su nombre indica, un registro de incidentes relacionados al trabajo físico. Dividido por jornadas, en sus páginas el músico de los Nosequién y los Nosecuántos detalla los movimientos que realiza ayudado con ligas para activar la musculatura. No son ejercicios de fuerza, considerando que Romero tenía 59 años cuando lo escribió (ahora tiene 62), pero conllevan un esfuerzo. Estas páginas no solo conforman un registro, sino que Romero se refiere al Diario ― así, con mayúsculas― como si se tratara de un amigo muy cercano. “Espero que mis creaciones te parezcan no solo deportivamente adecuadas, sino (…) dignas de ser plasmadas, graficadas, en tu cuerpo todavía joven”, dice uno de los primeros pasajes del texto.
Sobre el origen del libro, Romero recuerda haber estado en la “atmósfera de cuarentena” por el Covid-19, que le hizo sentir que tenía la oportunidad de comprometerse con algo sin distracciones. “Yo siempre he hecho ejercicio; no soy un deportista nato ni consagrado, pero siempre me ha gustado el tema. Y yo siempre he querido escribir, comencé a agarrar el gusto, a darme cuenta de que algunas cosas eran simpáticas”, cuenta Romero a El Comercio desde España en una entrevista por Zoom.
El físico del escritor
Al leer “Diario de ejercicios”, por momentos pareciera que Romero habla con un amigo imaginario, algo que el autor dice no haber tenido de niño. “De hecho, algunos compañeritos del salón creían que yo era el imaginario”, responde, con un tono de humor que está presente en toda la novela, donde el protagonista, de manera progresiva, se toma cada vez más a pecho la idea de que el cuaderno donde apunta sus actividades es una persona real. Él se reía solo al escribir el libro, dice, pero también al leérselo a su esposa e hijos. De hecho, al leer el libro uno piensa no en el trabajo musical del autor, sino en su época de conductor de televisión, donde tenía que ser excéntrico todos los días. Se lo comentamos.
“En mi vida diaria hay un eje que es el humor. Te diría que ‘Habacilar’ (América TV) fue el programa en que yo tuve menos libertad para desarrollar este tipo de cosas medio excéntricas, te diría que es con ‘De dos a cuatro’ (ATV) o ‘R con erre’ (Panamericana) en los dos primeros años, cuando yo me explayaba más y me atrevía a probar personajes y hacía un poco de fantasía y me loqueaba y loqueaba a los demás”, dice el músico de esas épocas. ¿Se considera gracioso? Sí, dice, pero es consciente que en este libro en particular hay humor que podría no aterrizar igual con todos los lectores. Al final, él sabe que ser gracioso depende también de quien lo escuche.
Romero es uno de los músicos inconfundibles de la escena peruana ¿Podemos esperar de él una autobiografía? Él no lo tiene pensado. “Hay aspectos de mi vida personal, íntima, y de mis sentimientos que no creo que las ventilaría nunca en público, en un libro. Yo pienso que el que hace una autobiografía debe estar dispuesto a mostrar y a desvelar mucho de su vida, de sus afectos, de su personalidad. Entonces yo, la verdad, es que no me siento muy llamado a hacer algo así”. Por lo pronto, los fans tendrán que conformarse con su diario, ficticio como es, pero que muestra en algo a la persona detrás de los shows.
La ficha
“Diario de ejercicios”
Autor: Raúl Romero
Año: 2024
Editorial: Garamond
Páginas: 162