Miércoles, Enero 15

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Segundo Villanueva nació en 1927 en el centro poblado de Rodacocha, en Cajamarca. Cuando tenía 21 años encontró por casualidad entre las cosas de su padre, quien había sido asesinado, una antigua copia del Tanaj, el conjunto de 24 libros sagrados para el judaísmo entre los que se incluye la Torá.

Tanto Segundo como su hermano, Álvaro, decidieron estudiar a fondo los antiguos escritos, una investigación que terminó llevándolos a abandonar el cristianismo para unirse al grupo evangelista Adventistas del Séptimo Día. Sin embargo, en este tampoco encontrarían lo que buscaban por lo que decidieron profundizar sus estudios sobre el judaísmo por cuenta propia.

Según la organización judía Shavei, en 1958 Segundo cambiaría su nombre a Zerubbabel Tzidkiya y fundaría su propia iglesia llamada Israel de Dios, regida bajo las principales tradiciones judías como el shabat, la distinción de animales puros e impuros (lo que da pie a la dieta kosher, por ejemplo) o las tres festividades de peregrinación.

A Segundo no le tomó mucho tiempo conseguir medio millar de seguidores para su iglesia. En 1967 los reunió y juntos se asentaron en la espesa selva cajamarquina fundando una suerte de kibutz donde estudiarían el judaísmo y la Torá a profundidad. El líder espiritual, entonces, rebautizó a su grupo como Bnei Moshé.

Cuatro años más tarde, Segundo viajaría a Lima para conocer al rabino Abraham Benamú de la Comunidad Sefaradita en el Perú, quien le proveyó del Shulchan Arush, un compendio de tradiciones y costumbres judías escrito en 1563.

En el 2003, la periodista judeoargentina Graciela Mochkofsky conocería la historia de Segundo y su grupo religioso. Fascinada con el relato terminaría escribiendo el libro titulado “Revelación, una historia real” (Planeta, 2006) que en el 2023 reeditaría bajo el título de “El profeta de los Andes: La improbable búsqueda de la tierra prometida”.

Según Mochkofsky, el rabino Benamú habría tenido la intención de desalentar a Villanueva y sus seguidores en su intención de conversión. Sin embargo, tras el encuentro, parte del grupo regresó a Cajamarca y otro migró hacia Trujillo. Mientras que Álvaro, hermano de Segundo, se quedaría en Lima para abrir una nueva congregación en la capital.

En su obra, Mochkofsky relata cómo la iniciativa de Villanueva llegó hasta oídos de altas autoridades eclesiásticas en Israel, quienes convencidos de que las intenciones de dicha congregación eran sinceras enviaron a un rabino para ayudarlos en su aprendizaje del judaísmo.

En 1988, el rabino Myron Zuber llegaría al país para preparar a los miembros de Bnei Moshé en la observación de las leyes kosher y el shabat. Un año más tarde, los rabinos israelíes Avichail y Mordechai Oriah se unieron en el Perú a Jacob Krauss (Gran Rabino en el país entre 1987 y 1998) para formar un Beit Din -un tribunal rabínico- que apoye en la conversión.

La persona que desea convertirse tiene que instruirse en cosas básicas del judaísmo. Para ello es necesario estudiar un año, dos o más, dependiendo de cuánto tiempo le puede dedicar. Además, por supuesto, debe llevar una vida judía en la medida de lo posible”, explica a El Comercio el rabino Guillermo Bronstein.

Cuando se trata de un hombre es indispensable que sea circuncidado por un experto judío, puede ser un médico o alguien idóneo. Luego, tanto hombres como mujeres deben sumergirse en una fuente de aguas vivas. Agua viva es aquella que viene de un río, lluvia o manantial, no bombeada”, detalla el jefe espiritual judío.

Como parte de su labor, el Beit Din convirtió al judaísmo a unas 60 personas en el río Moche, en Trujillo, y a otras 15 en las costas del Pacífico, en Lima.

Convencidos de que el grupo alcanzaría su mayor potencial en tierras judías, decidieron organizar la aliá de los integrantes de Bnei Moshé. “Aliá significa elevación, se supone que uno va a la fuente original del pueblo hebreo por lo que está ascendiendo espiritualmente. Un judío no viaja a Israel sino que se eleva. Hoy es un proceso migratorio que tiene pasos burocráticos que están muy bien detallados”, explica el rabino Bronstein.

De esa forma, en 1991 unos 300 miembros de la congregación de Villanueva partieron hacia Israel. Posteriormente, un par de cientos más de miembros también realizaron la aliá hasta inicios de los 2000. La mayoría se asentó en las colonias Kfar Tapuach y Elon Moreh, ubicadas en Cisjordania.

Villanueva fallecería en el 2008 y sería enterrado en Jerusalén. La comunidad de Incas Judíos, mientras tanto, se asimiló sin problemas en la sociedad israelí con las nuevas generaciones estudiando en los yeshivot -centro de estudios de la Torá y del Talmud- y sirviendo al ejército hebreo. Uno de estos casos, por ejemplo, fue el de Yuval López, el soldado nacido en Trujillo que llegó a Israel a los 6 años y falleció en enero durante una operación militar en la franja de Gaza.

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