De acuerdo con la cadena de noticas CNN, el ataque de la CIA fue ejecutado con drones a principios de diciembre, aunque el diario The New York Times refiere que ocurrió la semana pasada. El blanco fue un muelle ubicado en un lugar remoto de la costa venezolana que, según Estados Unidos, estaba siendo utilizado por la banda criminal Tren de Aragua para almacenar droga y trasladarla a embarcaciones para su posterior envío.
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La acción no dejó víctimas porque en el momento del ataque no había nadie en el lugar, precisó CNN.
Las fuentes consultadas por CNN indicaron que las Fuerzas de Operaciones Especiales de EE.UU. proporcionaron apoyo de inteligencia a la operación. Sin embargo, la coronel Allie Weiskopf, vocera de ese comando y dijo que “Operaciones Especiales no apoyó esta operación, tampoco dio apoyo de inteligencia”.

Una de las fuentes de CNN sostuvo que el ataque tuvo éxito en destruir la instalación y sus embarcaciones, pero describió la acción como mayormente simbólica ya que es solo una de muchas instalaciones portuarias utilizadas por los narcotraficantes para las lanchas que salen cargadas de droga de Venezuela.
El presidente Donald Trump fue quien habló primero del tema. El lunes confirmó que Estados Unidos llevó a cabo un ataque directo en Venezuela, pero no dio detalles.
“Hubo una gran explosión en la zona del muelle donde cargan las drogas en los barcos”, dijo a los periodistas.
El mandatario se negó a comentar cuando le preguntaron si el ataque fue realizado por las fuerzas militares o la CIA.
“Así que destruimos todos los barcos, y ahora atacamos el área”, afirmó. “Es el área de implementación, ahí es donde implementan, y eso ya no existe”, agregó.
Hasta ahora, el gobierno de Maduro no ha emitido un pronunciamiento oficial sobre el bombardeo.
No se sabe qué tipo de dron se usó en la misión. En este punto, cabe precisar que el Pentágono ha enviado varios drones MQ-9 Reaper, que llevan misiles Hellfire, a bases militares de Puerto Rico como parte de la campaña de presión contra Maduro.
Como recordó el New York Times, la CIA llevó a cabo con regularidad ataques con drones contra objetivos terroristas en Pakistán, Yemen, Somalia y otros lugares durante el gobierno de Barack Obama. Sin embargo, no se sabe si la agencia ha realizado ataques recientes.
Otras operaciones de ese tipo fueron hechas por el ejército estadounidense. La acción más resonante fue el asesinato del general iraní Qassem Soleimani en un ataque con un dron MQ-9 Reaper cerca del aeropuerto de Bagdad. Ocurrió el 3 de enero del 2020.
Trump lo anunció
Desde hace semanas Trump venía advirtiendo que Estados Unidos ampliaría su campaña de presión contra Maduro con ataques terrestres en Venezuela.
Además, desde octubre Trump autorizó a la CIA a realizar operaciones encubiertas en la nación caribeña
El NYT dijo que la CIA desarrolló información de inteligencia sobre una serie de supuestas instalaciones de narcotráfico en Venezuela y Colombia como parte de la planificación de una campaña ampliada de Estados Unidos.
Todo se inició en agosto, cuando Trump empezó a acumular una gran fuerza naval en el Caribe, cerca de Venezuela, que incluye buques de asalto anfibios, destructores, un submarino de propulsión nuclear y el portaaviones USS Gerald R. Ford, el más grande y moderno del mundo. Además, el despliegue naval se complementa con apoyo aéreo mediante aviones de combate F-35, aeronaves de patrulla marítima P-8A Poseidon y bombarderos estratégicos B-52 que han sobrevolado cerca de Venezuela.
El primer ataque en el Caribe contra una embarcación que supuestamente transportaba droga ocurrió el 2 de setiembre. Estados Unidos informó que mató a 11 personas y que la lancha había salido de Venezuela.
Desde entonces han ocurrido 30 ataques similares tanto en el Caribe como en el Pacífico, dejando un total de 107 muertos, según cifras oficiales de EE.UU.
Una presión gradual que puede escalar a una intervención mayor
El exembajador y analista internacional Juan Álvarez Vita advierte que el ataque con drones en Venezuela no debe interpretarse necesariamente como un quiebre abrupto de la política de contención frente al régimen de Maduro, sino como una continuidad de un proceso de presión que viene escalando de manera gradual.
“Estamos frente a una amenaza que se vuelve cada día más grave”, sostiene en diálogo con El Comercio, al recordar que el propio presidente Trump ha reiterado públicamente su intención de eliminar todas las embarcaciones vinculadas —según Washington— con el narcotráfico, y que la estrategia parece haber pasado ahora de la fase marítima a una etapa de implementación directa en tierra.
Uno de los elementos que el diplomático considera más llamativos es el silencio del gobierno venezolano. Hasta el momento, señala, no ha habido una reacción oficial clara ni para confirmar ni para desmentir el ataque, una actitud que califica como “extraña” frente a un episodio de esta magnitud.
El analista evita mencionar conclusiones categóricas sobre el silencio de Caracas, pero plantea que puede responder a una estrategia deliberada para no escalar el conflicto, aunque también abre la puerta a interpretaciones sobre debilidad política o falta de margen de maniobra. En ese sentido, subraya que la justificación estadounidense basada en la lucha contra el narcotráfico resulta discutible, al recordar que Venezuela no es el único país de la región con problemas vinculados a ese fenómeno.
“El problema es que esto no puede analizarse solo desde Venezuela”, afirma. Para Álvarez Vita, el mensaje de Washington podría tener proyecciones regionales, especialmente en un contexto en el que Colombia y el Perú se encaminan a procesos electorales, lo que abre interrogantes sobre si estas acciones buscan también enviar señales de advertencia a otros gobiernos de la región.
En cuanto a la situación interna del régimen de Maduro, el diplomático considera que el escenario es altamente riesgoso, ya que una presión externa de esta naturaleza puede exacerbar tensiones internas y ser utilizada políticamente por el chavismo.
Si bien reconoce que Maduro enfrenta un aislamiento internacional significativo y carece de legitimidad democrática, también observa que el respaldo efectivo de aliados como Rusia y China sigue siendo ambiguo, dado que ambos países enfrentan sus propias crisis estratégicas.
Finalmente, Álvarez Vita advierte que el hecho de que Estados Unidos reconozca un ataque en territorio venezolano marca un umbral delicado. “Si ya se ha pasado a una acción directa en suelo venezolano, no resulta descabellado pensar que podría avanzarse hacia otro tipo de intervención militar”, concluye, subrayando que el proceso avanza de manera lenta, fragmentada y calculada, pero con riesgos crecientes para la estabilidad regional.
¿Qué explica el silencio de Caracas?
El analista en temas de defensa e inteligencia Andrés Gómez de la Torre sostiene que el ataque debe leerse como parte de un proceso de escalamiento progresivo, previsto dentro de la llamada operación Lanza del Sur, y no como un hecho aislado.
Según Gómez de la Torre, en esta fase se observa una mayor injerencia y participación operativa de la CIA, lo que marca un punto de inflexión en la estrategia estadounidense hacia Venezuela. “Estamos ante una operación silente, intrusiva y aparentemente ejecutada ya dentro del territorio venezolano”, advierte a El Comercio.
El especialista recuerda que el actual director de la CIA, John Ratcliffe, es un funcionario muy cercano y leal al presidente Trump, y que durante su comparecencia ante el Congreso estadounidense, en el proceso de ratificación, planteó explícitamente la necesidad de que la CIA realice operaciones más audaces, clandestinas e intrusivas, en una lógica que remite a los escenarios de la Guerra Fría.
“Bajo esa perspectiva, el accionar de la CIA en este ataque encaja plenamente con esa promesa: convertir a la agencia en una entidad de inteligencia más agresiva, más encubierta y con mayor capacidad de penetración”, señala Gómez de la Torre, quien interpreta la operación como un mecanismo de presión intensificada contra el régimen de Maduro, dentro de un esquema de fases cuidadosamente calculadas.
El analista subraya que el silencio del régimen venezolano frente al ataque no es casual. A su juicio, Caracas estaría optando por minimizar el hecho para evitar una escalada mayor, tanto en el plano discursivo como en el operativo, en un contexto en el que se trataría de un escalamiento controlado, pero sostenido, cuyo objetivo final sería el estrangulamiento político y la presión máxima sobre Maduro y otros jerarcas del chavismo.
Gómez de la Torre destaca además que la CIA dispone de capacidades probadas para realizar ataques con drones de manera remota, puntual y quirúrgica, con bajo riesgo de daños colaterales y sin exponer personal estadounidense, una metodología que Washington ya ha utilizado en otros escenarios del mundo.
En ese ámbito, concluye, el ataque al muelle venezolano no solo inaugura una nueva fase operativa, sino que envía un mensaje político claro: Estados Unidos está dispuesto a llevar la confrontación más allá del plano marítimo y económico, y hacerlo de forma encubierta, gradual y calculada.




