Marcan el paso en las bolsas de Estados Unidos y son las mimadas de Wall Street.
Las empresas tecnológicas conocidas como “las 7 magníficas” no paran de crecer en ventas, en beneficios y en valor.
Según los analistas, entre todas venderán un 12% más este año y otro 12% en 2025. Muy por encima de sus pares en otras industrias.
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Alphabet -la matriz de Google-, Apple, Amazon, Meta y Microsoft ganaron en conjunto cerca de US$327.000 millones, un 25,6% más que el año anterior. Una cifra cercana, por ejemplo, al PIB total de Colombia o Chile.
Y aun así este exclusivo grupo, al que también pertenecen Tesla y Nvidia, atraviesa una fase de despidos que en algunos casos se consideran incluso masivos y que vienen a sumarse a los realizados el año pasado.
Microsoft recortó su plantilla en julio de 2023 y vuelve a hacerlo este 2024 despidiendo a 1.900 personas, tras cerrar un acuerdo de compra de Activision Blizzard por US$69.000 millones.
Lo mismo sucede con Amazon que se deshará del 35% de la plantilla de su plataforma Twitch y otro centenar de Amazon Prime, siguiendo la estela de los 9.000 recortes del año pasado.
Por si fuera poco, a este exclusivo grupo se han sumado muchas otras compañías de menor tamaño. En total, casi 32.000 trabajadores han sido despedidos de 122 empresas tecnológicas desde principios de año, según el sitio web Despidos.fyi citado por Reuters. Y quedan 11 meses por delante.
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Paypal contará este año con 2.500 efectivos menos, Spotify con 1.500, eBay despedirá a 1.000 y Snapchat recortará su plantilla en 500 personas, por poner ejemplos de conocidas firmas de la industria tecnológica.
Todo esto ha llevado a muchos a comparar lo que está pasando con principios de la década de 2000, cuando el auge de internet condujo a la burbuja tecnológica de las puntocom.
Para Mathieu Racheter, analista jefe de Julius Baer, esta analogía es débil porque la cotización de las acciones tecnológicas de megacapitalización no alcanza aún la burbuja de las líderes de la década de 2000.
Baer añade que “las 7 magníficas” son altamente generadoras de efectivo, lo que ayudaría ante eventuales problemas.
¿Qué hay entonces detrás de esta segunda oleada de recortes?
“La historia del sector tecnológico incluye el auge y la caída de grandes empresas que acaban afectadas por la disrupción y siendo sustituidas por otras más innovadoras de la siguiente generación”, recuerda Brice Prunas, gestor de inteligencia artificial en ODDO BHF AM.
Así pasó en la burbuja de las puntocom y en esta década, el boom de los modelos de inteligencia artificial (IA) supone una revolución.
“Tomemos como ejemplo la empresa para aprender idiomas Duolingo. Parte de su personal despedido (o “desvinculados” para usar el torpe término de la empresa) son escritores y traductores, que serán reemplazados por algoritmos”, explica el sitio web Quarck.
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La IA es rápida. Lo que un redactor humano tarda entre 60 y 90 minutos en escribir, la IA puede hacerlo en 10 minutos o menos.
A principios de este año, un informe de Goldman Sachs decía que posiblemente la IA podría reemplazar al equivalente a 300 millones de puestos de trabajo a tiempo completo.
“Ya lo vimos en la burbuja tecnológica de la década del 2000, las disrupciones siempre llevan a las compañías a una reasignación dentro de su estructura”, afirma Javier Molina, analista senior de mercados para eToro.
“De un lado vemos cambios estratégicos y cierre de divisiones y por otro una reorientación hacia inteligencia artificial. Esto lleva a eliminar ciertos puestos de trabajo en muchos procesos que son automáticos”, dice Molina.
Es la forma de aumentar su productividad.
El sector tecnológico eliminó 168.032 puestos de trabajo en 2023 y representó el mayor número de despidos en todas las industrias, según un informe de la consultora Challenger, Gray & Christmas, Inc.
En medio de la ola de euforia por el éxito que alcanzaron durante la pandemia, muchas compañías de Silicon Valley aumentaron las contrataciones y expandieron sus planes de crecimiento con la idea de que el viento seguiría corriendo a su favor.
Pero no fue así, y cuando la música dejó de sonar, empezaron los despidos masivos en 2022 y gran parte del 2023.
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Otra de las razones que conspiró contra los nuevos proyectos fue la subida de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos en respuesta a la inflación descontrolada.
Tomar dinero prestado es ahora más costoso y muchas empresas tecnológicas requieren mucho capital, sobre todo en las fases iniciales de desarrollo.
“Las recientes subidas de tipos han acentuado la situación límite de muchos proyectos, que en otros tiempos podían invertir, aspirando a crecer y alcanzar beneficios en una fase posterior”, dice Andrés Allende, gestor del fondo DIP Value Catalyst de A&G fondos.
“Sin embargo, ahora el efecto dominó de la financiación más cara, ha secado las inversiones. Esto finalmente provoca el cierre de más y más proyectos tecnológicos”, añade.
Con los recortes las empresas buscan estar lo más saneadas posible en un momento de incertidumbre económica.
Coincide en esta idea Prunas, de ODDO. “Por debajo de las ‘mega-caps’ (empresas de megacapitalización), muchas compañías más pequeñas están atravesando momentos muy difíciles, lo cual explica las reducciones en sus plantillas”, dice el experto.
Incluso las mega-caps han recurrido a los recortes de costes para saciar los pedidos de mayores beneficios que reclaman sus inversores.
Pero es que “los ciclos en tecnología suelen ser así, bruscos… pero también más rápidos y flexibles. En breve muchas de estas compañías y proyectos se adaptarán y volverán a innovar. Los que sobrevivan pueden volver a ser oportunidades muy prometedoras”, explica Allende.
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“Hasta que el nuevo ciclo cobre vida -ya empezamos a ver algunas señales- las dificultades del sector tecnológico podrían impactar de manera relevante el consumo y la inversión en otros sectores, ya que a menudo los empleos en tech se encuadran en niveles de renta muy superiores a la media”, añade el experto de A&G.
Los analistas coinciden en que hay que diferenciar lo que pasa en las pequeñas empresas, que es un tema de supervivencia, de lo que sucede con las grandes tecnológicas, que tiene más margen y grandes cantidades de capital para afrontar turbulencias.