
La agencia EFE informó que el balance sólo incluye a los fallecidos y heridos que han llegado a los hospitales y excluyen a las decenas de víctimas que estarían entre los escombros de edificios destruidos.
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Según el Gobierno de Gaza, entre los fallecidos 144 eran niños y 89 mujeres, ambos segmentos representan el 65% del total de víctimas.

Netanyahu anunció en la madrugada del martes que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) estaban atacando “objetivos de la organización terrorista Hamás en toda la Franja de Gaza para lograr los objetivos de la guerra”.
“A partir de ahora, Israel actuará contra Hamás cada vez con más fuerza militar”, indicó Netanyahu en un comunicado.
Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Gideon Saar, dijo que su país decidió bombardear de nuevo Gaza para salir del “punto muerto” en las negociaciones con Hamás y obligarle a llegar a un acuerdo para la entrega de los 58 secuestrados (la mayoría ya muertos) que mantiene en su poder.
Sin embargo, el Foro de las Familias de Rehenes y Desaparecidos dijo en un comunicado que su “mayor miedo” se había hecho realidad y que Netanyahu había “elegido abandonar a los rehenes”.
Israel ordenó también la evacuación de las zonas de Beit Hanoun (norte de Gaza) y los barrios de Khuzaa, Abasan al Kabira y Abasan al Jadida en Jan Yunis (sur), junto a la frontera próximas a la “zona de amortiguación”, en la que se concentran sus tropas desde el alto el fuego.
El portavoz del gobierno de Israel, David Mencer, afirmó que los bombardeos en Gaza, fueron “en total coordinación con Washington”.
“Israel ha agradecido al presidente [Donald] Trump y a su administración su inquebrantable apoyo a Israel”, dijo Mencer en una conferencia de prensa.
En una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, Dorothy Shea, embajadora adjunta de Estados Unidos, defendió la acción de Israel y afirmó que la negativa de Hamas a negociar forzó la acción militar.
Hamás se pronunció mediante un comunicado donde negó que estuviera planeando algún ataque contra tropas israelíes y dijo que Israel busca “falsos pretextos” para “justificar su regreso a la guerra y la escalada de su sangrienta agresión” contra los palestinos en Gaza.
El 2 de marzo concluyó la primera fase del alto el fuego sin un acuerdo sobre la segunda fase, que contemplaba una tregua definitiva, la entrega de los rehenes y el retiro de tropas de Gaza.
Israel decidió no avanzar hacia la segunda fase y en su lugar busca alargar la primera fase. Exige a Hamás la liberación de más rehenes a cambio de presos palestinos, sin comprometerse a terminar con la guerra, algo que no es aceptado por la milicia palestina.
Los problemas internos de Netanyahu
El diario Israelí Haaretz indicó que si bien Netanyahu justifica la operación en Gaza como un paso necesario para romper el estancamiento en las negociaciones y, al mismo tiempo, cumplir la promesa de derrotar a Hamás y traer de vuelta a los rehenes, la realidad indica que los cautivos podrían morir antes de que Hamás sea derrotado, “si llega a ser derrotado”.
Para Haaretz, detrás del rompimiento de la tregua hay una serie de objetivos políticos urgentes del primer ministro, como hacer que vuelva al Gobierno Itamar Ben-Gvir y su facción de extrema derecha Otzma Yehudit para aprobar el presupuesto y estabilizar la coalición que dirige el país.
En una primera reacción a los bombardeos, el partido de Ben-Gvir anunció el martes su retorno al Gobierno. Dicha agrupación se había alejado de Netanyahu porque no estaba de acuerdo con la tregua firmada con Hamás, que en sus tres fases implicaba el fin de la guerra.
Otro asunto interno tiene que ver con la decisión de Netanyahu de despedir al director del servicio de inteligencia interior (Shin Bet), Ronen Bar, lo que suscitó críticas de la oposición y de la fiscal general del Estado, Gali Baharav-Miara, quien advirtió de su ilegalidad y del conflicto de intereses que puede suponer.
Está pendiente una votación en el Ejecutivo que decida el destino de Bar.
Actualmente, el Shin Bet investiga, por orden de la fiscal general, a varios exasesores y portavoces de la oficina de Netanyahu por el escándalo del ‘Qatargate’, que los salpica con supuestos vínculos financieros con este país del Golfo Pérsico.
“Esta vez, la supervivencia política de Netanyahu depende verdaderamente de mantener la presión en Gaza, incluido un intento de desviar la atención de los medios de las renovadas protestas contra el gobierno por el plan de despedir a Bar”, aseguró Haaretz.
“El verdadero objetivo de Netanyahu parece cada vez más claro: un deslizamiento gradual hacia un régimen de estilo autoritario, cuya supervivencia intentará asegurar mediante una guerra perpetua en múltiples frentes”, agregó el influyente diario.
Hamás no se rendirá
El periodista Carlos Novoa, especialista en temas del Medio Oriente, dijo a este Diario que tanto la supervivencia política de Netanyahu como el estancamiento de las negociaciones están detrás de la decisión de Israel de romper la tregua en Gaza.
“Antes del quiebre de la tregua se había visto que no había otra opción. La tregua era muy débil. Bajo esa perspectiva, llegar a la segunda y tercera fase del acuerdo era prácticamente imposible si una de las dos partes se oponía. Entonces, es evidente que al terminar la primera fase, y con muchos rehenes en poder de Hamás, Israel iba a presionar mucho”, sostuvo Novoa a El Comercio.
El periodista consideró que al tener como aliado a Trump en el Gobierno de Estados Unidos, la realidad militar le sugiere a Israel que este es el momento en el que debe ir con todo y atacar a Hamás, que está debilitado, “pese a que en sus acciones propagandísticas diga otra cosa, ya está claro que su control en Gaza está totalmente resquebrajado”.
¿Hamás capitulará y aceptará entregar a los rehenes sin un acuerdo para el fin de la guerra? Novoa consideró que la milicia islamista no va a ceder. “Ellos prefieren tener a miles de palestinos inocentes en la franja bajo su control antes de ceder y rendirse”.
“Hay otros factores que se deben tener en cuenta, como cuánto está dispuesto el Gobierno de Estados Unidos a presionar a los garantes en las negociaciones como Egipto y Qatar para que estos influyan en Hamás para que ceda. Pero yo no creo que Hamás acepte liberar a todos los rehenes a cambio de nada. Eso sería una capitulación”, indicó Novoa.
“La única forma que tiene Hamás para sobrevivir es con los rehenes en su poder. Entonces, creo que la situación se va a mantener en un punto muerto sin que se pueda vislumbrar una solución definitiva al conflicto”, sentenció Novoa.