Domingo, Septiembre 29

Estamos entrando a octubre. Cuando estaba en el colegio, el 9 de octubre era feriado, se celebraba el Día de la Dignidad Nacional. Ese día las Fuerzas Armadas tomaron por asalto los yacimientos de la Brea y Pariñas, y la refinería de Talara (1968) recuperando la “soberanía nacional” sobre esas instalaciones. Un año después de la expropiación de la refinería, nacería Petro-Perú. Nadie se imaginaba lo que vendría después.

La modernización de la refinería de Talara, aprobada durante el gobierno de Humala, nos viene costando US$5.225 millones en ayudas del Estado a Petro-Perú entre aportes de capital, capitalizaciones de deudas y líneas de crédito. Solo el último “rescate” ocurrido hace unas semanas, involucra una ayuda del Estado de USS1.550 millones, sin considerar la extensión de una línea de crédito de US$1.000 millones.

Este último “rescate” se ha aprobado en el medio de una emergencia. Varias regiones están en llamas (Amazonas, San Martín y Cajamarca), han muerto 20 personas y se han perdido áreas de cultivo y bosques naturales. Además, la gente afectada clama por aviones y helicópteros para enfrentar el fuego y el presupuesto anual del Indeci para enfrentar esta y otras emergencias (El Niño, La Niña, Yaku, etc.) es solo de US$94 millones; representa el 6% del último “rescate”. ¡Se ha preferido salvar a Petro-Perú en vez de contratar empresas especializadas en manejo de incendios forestales! Esto es inmoral.

¿Qué tiene Petro-Perú de especial para privilegiar una inversión de esa magnitud postergando otras necesidades? ¿Por qué una empresa de 2.656 trabajadores debe ser priorizada frente a la atención de necesidades de salud o educación de miles de personas?

El ministro de Energía y Minas en recientes declaraciones ha alegado que la empresa “ha aportado mucha plata” al Perú; que en los últimos años “ha aportado más de US$9.000 millones en impuestos”; que no ayudarla podría ocasionar desabastecimiento en ciertas zonas debido a la incapacidad de los privados de atender el mercado.

No hay riesgo de desabastecimiento. Como era de esperarse, privados han venido ocupando los espacios dejados por Petro-Perú. Nada indica que carezcan de incentivos o capacidad para hacerse cargo de estos mercados. El aporte por impuestos, igual se habría generado si la actividad hubiera estado en manos de privados. Que nos haya dado “mucha plata” en el pasado no justifica que se debe seguir metiendo dinero para reflotar algo que no flota sin ayuda.

Petro-Perú está quebrada. Es como un cáncer que se puede contagiar a otros órganos (MEF, Banco de la Nación). Lo recomendable es extirpar lo que daña para evitar contagios. Vender activos, pagar deudas y salir del negocio es lo que haría cualquiera. El Gobierno ha optado por ir al rescate y confiar en una reestructuración administrada desde dentro. Quedamos en manos de quienes han generado el problema (MEF incluido). Solo un milagro nos salvará de la metástasis. Lamentablemente, “en octubre no hay milagros” (Oswaldo Reynoso).

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