Hace poco, en una reunión con un cliente clave, tuve la satisfacción de brindarle muy buenas noticias con respecto de sus fondos de inversión.
El año pasado fue positivo para su portafolio, pues se revirtieron las pérdidas registradas en el 2022 y obtuvimos mayores ganancias en algunas inversiones, como consecuencia de que en el 2023 la bolsa estadounidense subió 24% (compensando la caída de 19% del 2022).
Sobre este contexto conversaba con mi equipo y otros clientes, ¿qué esperamos para el 2024? El 2023 estuvo marcado por tasas históricamente altas y una inflación elevada, pero con tendencia a la baja en la segunda mitad del año. En EE. UU., la economía mostró resiliencia y, recién en los últimos meses, empezamos a ver señales de “enfriamiento” por alza de tasas.
Este año, la desaceleración continuaría junto con una mayor contracción del crédito, una inflación a la baja, que se acerca al rango meta de la FED, y con ello, a la tan esperada baja de sus tasas de interés, así como del resto de bancos centrales.
En Europa, la desaceleración económica es más marcada aún, mientras que, en China, hay señales de estabilización por las medidas de impulso de las autoridades.
Así, en medio de este entorno macroeconómico débil, los inversionistas suelen tener un sesgo hacia la calidad, lo que, sumado a la tendencia de tasas a la baja, favorecía a la renta fija de alta calidad crediticia sobre la renta fija especulativa, la cual está más expuesta al riesgo de recesión, pues afectaría la capacidad de pago de las empresas, y podría gatillar a una desvalorización.
Asimismo, considerando que las tasas de la renta fija aún están en su máximo de los últimos 15 años, es razonable tomar instrumentos a plazos más largos y fijar dichas tasas (‘lock in’), evitando un riesgo de reinversión a tasas más bajas, más adelante.
Si las tasas de interés bajan, esto puede tener un efecto rezagado sobre la economía global que seguirá desacelerada, con riesgo de recesión, en parte del 2024.
Es posible que los inversionistas tengan cautela con los activos de riesgo, como la renta variable, especialmente la europea, frente a la data negativa. A esto, se suman los riesgos geopolíticos en Medio Oriente y el conflicto Rusia-Ucrania, que suelen tener impactos materiales, aunque eventuales en los mercados.