La alarmante pérdida de biodiversidad en el mundo es uno de los mayores retos que enfrentamos en este siglo. Según datos del Pacto Global de Naciones Unidas, en los últimos 50 años, Latinoamérica y el Caribe han perdido un 94% de su biodiversidad (en especies monitoreadas en el ‘Living Planet Index’ de la WWF), mientras que la mitad de las especies marinas en el mundo podrían estar al borde de la extinción en muy pocos años, si es que no tomamos medidas urgentes.
Esta terrible destrucción es más que una cifra; representa el fin de los ecosistemas que sostienen la vida en el planeta. La biodiversidad es el tejido vital que nos proporciona aire limpio, el agua, los alimentos y hasta los medicamentos. Sin ella, nuestra propia existencia está amenazada.
La Décimo Sexta Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP16) que se celebró recientemente en Cali, Colombia, marcó un antes y un después en la lucha por la conservación de la biodiversidad a nivel mundial. Durante el evento, cuyo lema fue “Paz con la Naturaleza”, no solo se subrayó la necesidad de una relación armónica con nuestro entorno; también se invitó a repensar el actual modelo industrial que ha priorizado la extracción y la sobreexplotación a expensas de la salud de nuestro planeta.
En este contexto, el compromiso de las empresas resulta esencial. La COP16 demostró que es posible integrar con éxito la sostenibilidad a los modelos de negocio. Diversas empresas, entre ellas Grupo Aje, participamos en distintas conferencias, paneles y exposiciones, abordando temas cruciales para la biodiversidad y compartiendo nuestros avances y desafíos junto a otros referentes regionales. De esta forma, la COP16 representó un momento clave para que gobiernos, empresas y organizaciones reflexionaran en torno a este mismo objetivo.
Una de las iniciativas más significativas que presentamos en la COP16 es “Superfrutos que conservan bosques”, una cadena de valor con la que hemos preservado 4,5 millones de hectáreas de bosques primarios. Al trabajar con comunidades locales para recolectar frutos de la Amazonía, fomentamos el desarrollo económico en la zona y garantizamos la preservación del ecosistema.
Además de ello, nos esforzamos por proteger especies en peligro de extinción, como las tortugas Taricaya en Perú, la guacamaya roja en Guatemala, el mono aullador en México, y el shihuahuaco en Madre de Dios, árbol milenario que sirve de hogar a especies como el guacamayo y el águila arpía. Este trabajo sostenido es un testimonio del impacto positivo que podemos lograr desde la empresa privada en favor de la biodiversidad. Debemos asumir la responsabilidad de contribuir a la conservación, no solo como un deber moral, sino como una necesidad estratégica.
En un país como el Perú, considerado entre los más megadiversos del planeta, esta responsabilidad se torna más crítica. Estamos en la obligación de transitar a un modelo que combine el bienestar económico con el ambiental, tomando consciencia de que la biodiversidad más que un patrimonio natural, es la base de todo y la garantía de un futuro sostenible.