El papa León XIV envió un mensaje por el décimo aniversario de la beatificación de los mártires de Chimbote, en el que afirmó que el legado de los sacerdotes Michał Tomaszek, Zbigniew Strzałkowski y Alessandro Dordi constituye “una llamada a la unidad y la misión” para toda la Iglesia.
El pontífice destacó que los tres religiosos “fueron asesinados por odio a la fe” tras decidir permanecer con las comunidades donde ejercían su labor pastoral.
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León XIV, quien vivió más de dos décadas en Perú como misionero y luego como obispo de Chiclayo, subrayó que los sacerdotes, provenientes de Polonia e Italia, eran “claramente distintos” en cultura, carisma y espiritualidad.
Según señaló, en el Perú esa diversidad no generó distancia y se convirtió en un aporte que refleja la comunión esencial para la misión de la Iglesia.
El papa recordó que “la sangre de los mártires no se derramó al servicio de proyectos o ideas personales, sino como una única entrega de amor al Señor y a su pueblo”.
Por ello, llamó a los fieles a volver a Jesucristo como referencia de sus decisiones y prioridades. También invitó a las comunidades de Chimbote a que este aniversario sea una ocasión para renovar la disponibilidad al apostolado y continuar la misión “por la que ellos dieron su vida, la de anunciar a Jesús con palabras y con obras, manteniendo la fe en medio de las dificultades, sirviendo con humildad a los más frágiles y manteniendo encendida la esperanza incluso cuando la realidad se vuelve ardua”.
En su mensaje, León XIV se dirigió a los jóvenes del Perú, Polonia, Italia y “del mundo entero”, animándolos a no temer la llamada de Dios.
Al clero, en especial a los sacerdotes jóvenes, les pidió considerar la posibilidad de ofrecerse como fidei donum, mientras alentó a los obispos a sostener el impulso misionero y apoyar a las Iglesias más necesitadas.
Los sacerdotes Tomaszek, Strzałkowski y Dordi fueron asesinados en agosto de 1991 por la organización terrorista Sendero Luminoso en la región Áncash. Los dos primeros murieron en Pariacoto el 9 de agosto, mientras que Dordi fue ejecutado el 25 de ese mes en Santa, tras optar por permanecer junto a las comunidades a pesar de las amenazas.




