
Fueron 180 los días que Plutonio de Alto Grado tuvo para abrirse paso en la escena musical mexicana. Medio año. Ciento ochenta oportunidades para dejar de soñar con “hacerla” afuera y empezar, simplemente, a hacerlo. Porque una vez vencido el plazo, solo quedaban dos caminos: regresar con las manos vacías o quedarse como la banda peruana que efectivamente conquistó territorio ajeno.
“Satélite, nuestro último álbum, retrata lo difícil que es irse a otro país por un sueño. Lo que significa separarse de nuestras familias, amigos, de lo que es nuestro. De sentir miedo por lo que pasará. Es muy íntimo”, dice Omar Oriondo, vocalista del grupo, sobre el disco que hoy presentan en Lima.
Plutonio de Alto Grado nació en Comas, Lima Norte, como un proyecto de rock alternativo con urgencia de decir algo propio. Tocaron en cuanto festival pudieron: abrieron para Interpol, Keane y The Raveonettes; sonaron en el Vivo x el Rock; giraron por distintas ciudades del país. En el circuito independiente, su disciplina a veces rayaba en el masoquismo. Hasta que el Perú les quedó chico.
“El primer disco lo hicimos en Perú, el segundo nos conectó con México y este tercero ya es completamente hecho allá”, apunta Oriondo, guitarrista de la banda. Pero más que una línea de producción, esa trilogía es una bitácora emocional. El segundo álbum, Desvío Alcázar, fue producido por Siddhartha, uno de los nombres más sólidos del indie mexicano. Ese puente creativo los llevó a Ciudad de México. Y ahí empezó el verdadero juego.

Representar un país
“Nos hubiera encantado tener un camino ya trazado por artistas como Zen o Libido, que apuntaban a romperla en los noventa. Pero no resultó así”, dice Oriondo. Así que les tocó abrirse paso solos, tocando como teloneros de bandas como Enjambre y Camilo Séptimo. Hasta que llegó la presentación en el Palacio de los Deportes ante más de 20 mil personas: una cifra impensable para una banda peruana sin disquera transnacional.
“Hay mucho desconocimiento sobre artistas peruanos, especialmente en el rock. Nuestro mayor referente sigue siendo Los Saicos, una banda increíble, pero de hace más de medio siglo”, comenta Oriondo, con una mezcla de crítica y sentido de misión.

Por eso, no basta con sonar bien. Hay que dejar huella. “Sabemos que estamos en un momento clave y debemos aprovecharlo. Estar ahí nos hace pensar que sí somos capaces de ser dignos representantes del Perú en el extranjero”, afirma.
Hoy, Plutonio de Alto Grado es un nombre que empieza a circular en medios especializados, playlists editoriales y el boca a boca del circuito festivalero mexicano. En Perú, su ausencia es casi un recordatorio incómodo de todo lo que aún falta para consolidar una industria que retenga talento.

“En Perú hicimos todo lo que podíamos hacer”, reconoce Oriondo. Y es cierto: llenaron salas, giraron por el país, construyeron una base de público fiel. Lo que faltaba era probar si eso podía trascender fronteras.
Hoy, Plutonio no solo “la está haciendo” fuera. Es, quizás, una de las pocas bandas que se atrevió a tomar la ruta larga, cara y desgastante del reconocimiento internacional. Y lo está logrando sin escándalos, sin fórmulas de algoritmo, sin marketing vacío. Solo con canciones, guitarra, amplificador y la convicción de abrir camino para el rock peruano donde antes no lo hubo.