Iquitos es una ciudad donde la lluvia dura tres horas y el sol sale de golpe. Donde el río dicta la rutina del tránsito y del tradicional iquiteño alegre. Para algunos foráneos, casi como si fuera cuna de estigmas, la “isla” carga todavía el peso de miradas ajenas que reducen su complejidad a los márgenes de la noche en burdeles y departamentos sin aire acondicionado. En ese paisaje verde, filmar una película como “Sirenas” amerita un esfuerzo a pesar de la naturaleza.
“Es complicado por el clima… puede llover en 30 minutos como si saliera agua de una ducha y luego hacer un solazo. La continuidad fílmica es muy difícil. Después, el ruido de 100 mil mototaxis en los exteriores. Pero, muy lindo, porque todos colaboran”, recordó el director Nelson “Koko” Castillo en la conferencia de prensa de la cinta. Sentado frente a la pantalla grande de un cine de Miraflores, en Lima, donde buscó estrenar su película a toda costa, recordaba que su producción debió detenerse por meses cuando el río bajó inesperadamente y escenas enteras se tuvieron que reorganizar.
Entonces, volvemos a lo mismo: hacer cine en el Perú es difícil. Pero el caso de “Sirenas” tiene mayores fines. Koko lo sabe desde sus épocas como asistente de dirección de Francisco J. Lombardi en “Pantaleón y las visitadoras”, que lo llevó a conocer Iquitos en 1999, a enamorarse de la risa de la gente y ver nacer a dos de sus cuatro hijos. La realidad de la ciudad y los años maduros inspiraron su texto, uno burdo en pantalla grande, pero que tenía detrás la intención de “no generar ni vender morbo”, tal como les explicó a su elenco.

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Historias detrás de la prostitución
“Sirenas” aborda la prostitución en la Amazonía. También incluye historias LGBT, desigualdad social y pobreza estructural. Su iluminación a tope impacta, como sus colores rojos intensos en vestuario y las escenas desconcertantes de alta temperatura. Todo ello quiere dar la sensación de la vida que llevan las mujeres de burdeles, en contraste con la venta ilegal de niños en las zonas más pobres de la ciudad o la falta de oportunidades profesionales.
“Investigué bastante para escribir la película y me di cuenta de que los estereotipos los ponemos nosotros. La prostitución es algo que ha existido toda la vida y las mujeres que trabajan en esto no todas necesariamente lo hacen por necesidad; algunas encuentran comodidad… cada una tiene distintas formas de vida. Creo que la vida, a veces, te pone en un lugar y lo terminas aceptando, acostumbrándote”, dijo.
Luis Rosadio, quien interpreta al dueño del burdel, ‘Chino Chuy’, un eterno drogadicto en rehabilitación, viajó desde Lima para filmar en la selva. Y la experiencia fue más allá del rodaje, cuando encontró a un grupo adolescente de noche ejerciendo trabajo sexual. “Es duro de ver, pero también es otra realidad, otras vivencias y otro estilo cultural”, dijo a El Comercio.
La exMiss Loreto y activista social, Diva Rivera, quien interpreta a una de las mujeres del burdel, Estrella, tuvo la parte todavía más difícil. ¿Cómo, de la realeza, pasa a ser una madre de familia que se prostituye por las noches para comprar la leche de su hijo y completar el salario de su esposo policía? “Me enamoré del personaje”, dijo a este diario.
“Era difícil manejar una franquicia de reinado, trabajar con reinas, con adolescentes que vayan a representar un tipo de empoderamiento femenino y que yo esté representando este personaje. Pero después modifiqué esa idea, porque la película aborda escenas reales. Nosotros, que vivimos en Iquitos, conocemos hasta familiares en casos hechos realidad. No es que a la mujer loretana le guste hacer esto, sino que te estamos mostrando lo que en serio está sucediendo”, agregó.
Lo mismo ocurrió con Dialy Freitas, quien asumió a Lula, “un contraste total”, nos contó, con su propia personalidad. Era su primera vez actuando; interpretó a una mujer colombiana del burdel. Por su parte, Kevin Mejía, intérprete de Willy, el esposo de Estrella que no terminaba de entender su trabajo, destacó que “las realidades duras ya están en el día a día”.
Con voz firme y conteniendo el nudo en la garganta, el director se detuvo unos segundos y retomó el aire para dictar un mensaje importante a la prensa. “No puede ser posible que no exista un solo teatro en Iquitos, una ciudad tan grande”, dijo. “En la región, habrá 15 grupos de teatro, actores apasionados y la única sala que pertenece al Colegio San Agustín. Estos chicos que ven aquí (en referencia a su elenco) se reúnen y ensayan por tres meses una obra teatral para que solamente la puedan pasar una vez. Porque es tan caro el alquiler de la sala que ellos mismos venden sus entradas entre familiares y amigos”, añadió el cineasta.
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La Chuchupe de Koko Castillo
En los años 90, la madre del hoy oscarizado Javier Bardem, Pilar Bardem, se unía a un elenco guerrero junto a Lombardi. Su papel era “La Chuchupe”, una veterana scort atrapada en los recuerdos de sus años mozos. Koko tuvo en mente, como si fuera un spin-off, decir algo más de ella. Hizo unas llamadas. Conectó con Teddy Guzmán antes de llegar a Lucy Bacigalupo, quien se defendió con algunas escenas de “Al fondo hay sitio” para sustentar su participación.
Lucy Bacigalupo, quien interpreta a una madura mujer, parlanchina y amante de la costura, filmó con especial afecto por una ciudad que ya había recorrido años atrás animando festivales como el Internacional de la Canción Amazónica junto a Tulio Loza. Hoy, desde España y aún en recuperación física y emocional tras el accidente que cambió su vida en 2024, se apena por no estar en Lima para dar entrevistas en persona. “‘Sirenas’ llegó como un regalo del universo… me reconforta el alma saber que estará en todas las salas de cine”, dijo a este medio en una comunicación por mensajes de texto.
“Por ahí he visto algunas opiniones de gente que aún no ha visto la película. ‘Ay, que en la selva no solamente hay eso’. Pero estoy segura de que esa mentalidad cambiará cuando la vean, porque toca un tema social sensible que no solamente pasa en la Amazonía”, dijo. “Me gustó mucho la propuesta, y como yo había viajado muchas veces a Iquitos, me encantó, así como el calor de sus paisajes y de su gente. Hay muchas personas humildes con ganas de salir adelante”, sumó.
Desde España, mientras sigue un tratamiento médico por la lesión en el coxis que dejó su accidente de 2024, recuerda el rodaje como una convivencia que la remontó al pasado. Su testimonio remarca que Iquitos, conocida como “isla fluvial” por la interrupción del agua, vive entre eventos, ríos que suben y bajan sin aviso y vidas que continúan pese a las sombras.




