La Navidad más feliz de Brenda Carvalho se ancla en su infancia, cuando toda su familia se reunía alrededor de una mesa sencilla, entre regalos pequeños y grandes carcajadas. La más dura, en cambio, llegó en el 2022. Tras cuatro días en coma por una parálisis intestinal, despertó el 24 de diciembre en una UCI. Entre esas dos orillas —la de la familia completa y la de la vida pendiendo de un hilo— Brenda aprendió a construir una Navidad distinta: una que se baila, se actúa, se comparte… y también se cura.
Este año, vuelve a escena con una apuesta que parece un cuento, pero habla de emociones muy reales. En la historia, una bruja llamada Malvisca hechiza el espejo mágico de Blancanieves y lo deja atrapado entre dos voces internas —el bien y el mal— sin saber qué camino tomar: ¿arruinar la Navidad o defender los valores que guarda dentro?
La respuesta llega con una fiesta. A la celebración se suman las K-pop, las Guerreras K-pop, el Payasito Plin Plin…, y la propia Brenda. La gran revelación del show aparece cuando se descubre que Malvisca no es mala por naturaleza, sino por soledad.
“Nunca la invitaron a una fiesta navideña. Nadie la abrazó ni la miró, y su soledad se transformó en rabia. Por eso, al final, en lugar de expulsarla, se le incluye a la celebración”, explica la artista brasileña. “Nosotros no hacemos nada en esas dos horas que no tenga sentido con lo que es la Navidad. Emociones y valores todo el tiempo”, afirma.
Navidad en coma
Brenda lleva veinte años haciendo shows navideños, un recorrido que la ha llevado no solo por el Perú, sino también por España, México, Chile y Argentina. Pero en diciembre del 2022, justo en plena temporada alta, empezó a sentir un dolor intenso y náuseas. Pensó que era solo estrés y siguió trabajando.
“Un quiste hemorrágico se me había reventado en el útero sin saber, porque estaba haciendo procedimientos para poder quedar embarazada”, recuerda. Aun así, continuó dando funciones.
“Terminé un show con el abdomen tan inflamado que parecía una embarazada de cuatro meses. Ahí me asusté y pedí volver a Lima. Pero el viaje lo empeoró todo. Cuando me eché en el carro, la sangre subió y tocó mis pulmones. En ese instante me desmayé”, relata.
Ya inconsciente, fue atendida en una posta médica. Su ginecólogo llegó hasta allí y decidió operarla de inmediato: no habría resistido un traslado.
“Cuando desperté, no entendía nada, la verdad, solo quería dormir. Lo primero que vi fue a mi mamá. Me dijeron que estaba grave, que casi me perdieron tres veces. Tenía ocho kilos menos, un drenaje en el abdomen y una sensación desconcertante de renacer en pleno 24 de diciembre. Fue doloroso, fuerte, terrible”.
Mientras ella luchaba por despertar, su equipo continuó con las funciones, y Julinho tomó su lugar temporalmente. “Nadie sabía si yo iba a despertar”, admite. Cuando por fin se recuperó, decidió agradecer como mejor sabe: volvió al escenario y ofreció un espectáculo especial para quienes la habían esperado. “Hice un showzazo —dice, con orgullo—. Fui a todos los que estaban pendientes”.
Maternidad pendiente
Pese a todo lo vivido, la maternidad sigue siendo un capítulo abierto. Ha pasado por tratamientos, intervenciones y pausas; congeló sus óvulos y conserva esperanza, aunque también aceptación.
“No he descartado ser mamá, pero aún me choca un poco. Me han operado tres veces, me hicieron [cirugía] laparoscópica. A veces pienso que debo parar. Julinho no tiene prisa porque tiene dos hijos y entiende. Pero obvio que tengo el sueño de ver una Brendiña o un Juliñito corriendo por todos lados, dando trabajo y haciendo reír a todo el mundo… pero quizá mi misión es otra”, reflexiona.
Cada vez que Brenda sube al escenario lo hace para recordarnos —bailando, riendo, llorando— que la vida no siempre se puede elegir, pero la forma de vivirla sí.




