
“Lo recibimos pequeñito [el árbol]. Lo hemos cuidado, lo hemos amado, le hemos dado cariño. Somos pioneros de un esfuerzo que parecía imposible”, aseguró Cáceres después de la actividad. “Hemos hecho todo un plan para hacer que este árbol crezca y pueda adaptarse al clima y las circunstancias medioambientales. […] Aunque había muchos escépticos al inicio, aquí está”, insistió días más tarde.
Pero el alcalde de San Isidro no tomó en cuenta un detalle vital: el clima y el suelo de Lima –entre otros factores ambientales– dificultan el desarrollo del emblemático árbol, más aún si se pretende plantarlo al aire libre. Los investigadores y especialistas consultados a El Comercio fueron contundentes: la tarea es demasiado compleja.
La quina crece a una altura promedio de 2.000 metros sobre el nivel del mar. Y San Isidro está frente a la Costa Verde.
“En general, es muy difícil trasladar especies desde un ambiente de bosque montano o selva alta para adaptarlas a un ecosistema desértico, como es el de Lima. No recomendaría hacerlo, a menos que haya un cuidado minucioso y continuo para que puedan sobrevivir. En el jardín botánico del Parque de las Leyendas hay tres o cuatro [quinas], pero mantener más de 30 en parques al aire libre es muy complicado”, explicó a este Diario la doctora Joaquina Albán, jefa del Departamento de Etnobotánica del Museo de Historia Natural UNMSM.

En San Isidro, el resultado fue predecible. El año pasado, una serie de informes del Órgano de Control Institucional (OCI) del municipio distrital confirmaron que solo quedaba vivo uno de los 55 plantones de quina adquiridos por la gestión de Cáceres Viñas.
En los documentos, a los que El Comercio tuvo acceso, se detalla que algunos plantones “no se aclimataron y murieron”, otros se hallaron “muertos en pie”, mientras que algunos ni siquiera fueron ubicados. “Hoy te puedo asegurar que todos los árboles murieron. Ya no hay ninguno”, comentó una fuente en la comuna.
Según los informes, el árbol sobreviviente había sido colocado en el parque República de Panamá. Esta semana, este Diario visitó el lugar y comprobó que la planta ya no se encontraba ahí. “Acá colocaron uno, le pusieron una cerca para que no lo maltraten, pero ya se murió hace tiempo. No está”, señaló un vecino de la zona.
En el escudo nacional del parque Bicentenario, donde Cáceres Viñas plantó el primer árbol de quina, hoy solo hay césped. En el Bosque del Olivar sucedió lo mismo: el plantón no sobrevivió. “Acá estuvo, pero hace tiempo que se murió”, comentó un agente de serenazgo.

“No es adecuado plantar quinas solo para mostrar que pueden crecer fuera de su ecosistema, esa no es la razón de ser de las especies. […] Para que una quina se desarrolle, debe tener cierta cobertura vegetal, no se puede plantar un árbol de 1 metro en la intemperie, sin un sustenta de agua mínimo para que subsista”, indicó el biólogo botánico Camilo Díaz, investigador especializado en taxonomía vegetal.
El Comercio intentó comunicarse con la Municipalidad de San Isidro, pero no hubo respuesta. La actual alcaldesa del distrito, Nancy Vizurraga, fue regidora en la gestión de su antecesor.

En octubre del 2020, este Diario reveló que la gestión de Augusto Cáceres Viñas pagó S/21.900 por 55 plantas pequeñas de quina; es decir, casi S/400 por cada una. Pero en el mercado, cada ejemplar cuesta entre S/20 y S/60, incluso se pueden conseguir gratis para entidades públicas u organizaciones sin fines de lucro.
El objetivo de la compra –aseguró el municipio– era “mejorar el ornato y los diseños paisajísticos en los parques más representativos del distrito”.

“Está bien que pueda intentar que el árbol tenga presencia [en otras regiones] por un tema cultural, pero la quina no encaja en lo ornamental. Hay otras especies nativas que son ornamentales y no les damos el valor que corresponde”, cuestiona la doctora Joaquina Albán.
Camilo Díaz tiene una posición similar: “La quina tiene flores pequeñitas y hojas dispersas, no copas vistosas como un cedro, por citar otra especie. Además, trasladarla solo con fines ornamentales es jugar con la planta”.
Finalmente, Albán expresó que la quina se utiliza actualmente en el interior del país con fines medicinales. “Durante el COVID-19, hubo una alta incidencia de su uso contra las afecciones respiratorias, es un excelente antiinflamatorio. Su forma tradicional, la cual se usa hasta ahora, es en un macerado con aguardiente”, añadió.