
-¿Cómo evalúa la decisión de imponer aranceles recíprocos de la manera en la que lo ha hecho EE.UU.? ¿Era previsible la magnitud de algunos aumentos arancelarios, como el 54% total que se impuso a las exportaciones de China, o el 46% impuesto a Vietnam?
Los mercados financieros globales reaccionaron mal porque muchas de las tasas de los aranceles fueron bastante superiores a lo que se había esperado, sobre todo para países asiáticos, donde gran parte de las empresas estadounidenses ya han establecido su base manufacturera: es allá donde tienen sus industrias y sus fábricas. Los aranceles anunciados van a golpear bastante a muchas de esas empresas manufactureras, y es muy probable que dichas corporaciones hagan ‘lobby’ para pedir subsidios o excepciones.
Pienso que los mercados esperaban algo más tímido, como una imposición de aranceles de más o menos 25% y concentrados, sobre todo, en países asiáticos. En muchos casos, sin embargo, los aranceles anunciados han superado el 50%. La noticia positiva para Latinoamérica es que ha quedado relativamente bien parada, porque la mayoría de países de la región, incluyendo al Perú, han recibido el arancel mínimo, que es del 10%. En términos relativos, Latinoamérica ha sido la región menos golpeada.
-Dependiendo del impacto que los aranceles estadounidenses tengan sobre la economía de China u otros países asiáticos, ¿se prevé un escenario negativo en el intercambio comercial que estos otros grandes mercados tienen con el Perú y la región?
Sin duda la demanda global se va a ver afectada por las medidas arancelarias, y sobre todo la demanda de China. En términos globales podríamos ver una ralentización del comercio y del crecimiento, y muy probablemente se van a ver afectados los volúmenes de demanda de productos. No obstante, es muy probable que la región latinoamericana sea la menos afectada por esta competitividad relativa que vemos en el diferencial de tasas arancelarias.
-En el caso de Perú, el sector donde se percibe mayor incertidumbre es el agroexportador, ya que Estados Unidos es el principal destino de muchos de estos productos. ¿Le parece que hay motivos para ser pesimistas? ¿Sería significativo el impacto negativo contra el sector?
Los principales envíos de Perú a Estados Unidos son, efectivamente, los de productos agrícolas como uvas, arándanos, paltas, espárragos, entre otros, y el Perú es altamente competitivo en el rubro agroexpoertador gracias a los proyectos de irrigación y a la buena estructura que tiene el país en beneficio de dicho sector. Entonces, no vemos mucho impacto para el sector agroexportador peruano, pero sí anticipamos un impacto ligeramente negativo en cuanto a volúmenes demandados. Sin embargo, en cuanto a competitividad relativa, el Perú debería mantenerse fuerte. La agroexportación peruana compite, por ejemplo, con países europeos como Holanda para el envío de muchos de estos productos a EE.UU., y sabemos que Holanda va a sufrir el doble de aranceles por estar en la Unión Europea. Ahí se da una pequeña oportunidad [para el Perú]. Con quien lamentablemente se puede perder competitividad es con México, que tiene algunos productos libres de aranceles para su acceso al mercado estadounidense, y ello podría impactar al mercado de paltas peruanas. Pero México no exporta tanto en cuanto a arándanos, que es un producto clave para el Perú. En resumen, hay algunos productos en los que se dará una mayor competitividad relativa, pero sí es posible que los cambios efectuados ralenticen el crecimiento de las agroexportaciones en los próximos dos a tres años. Es muy probable que el crecimiento pase a ser, en todo caso, de un solo dígito y ya no de doble dígito, como vivíamos en los últimos períodos anuales. Y dentro de todo, eso no está tan mal. Hay que recordar que todo es relativo en este momento.
-Es decir: habrá un impacto, pero no sería tan severo como el que se temía al inicio.
Totalmente. El hecho de que Perú esté pasando por debajo del radar de la administración de Trump es bueno, porque cuando su gobierno se ensaña con algún país en específico, típicamente los aranceles suben más, incluso más allá de la lógica comercial. En este momento el Perú está en buena posición.
Muchos estaban preocupados por el impacto sobre las principales exportaciones del Perú, que son minerales, pero lo concreto es que los aranceles no nos golpean mucho por ese lado, porque el país no envía tantos minerales a EE.UU. Nuestros minerales se envían, más que nada, a China. Es cierto que si se da un menor crecimiento en China por el impacto de los aranceles, se podría ralentizar la demanda de los minerales, pero ello dependerá de si se dan o no medidas de estímulo en el país asíatico.
-¿Las medidas arancelarias lideradas por Trump podrían implicar cambios más estructurales en las tendencias de comercio a nivel global?
Es muy probable que vaya a cambiar la dinámica comercial estadounidense. A nivel global, creo que es un proceso muy lento. Para cualquier país, modificar los lazos de comercio es un proceso muy gradual. No es tan fácil, porque tienes que renegociar contratos, buscar nuevos proveedores… Es un proceso que demora, que toma varios años. Hay una pequeña oportunidad en este contexto para Latinoamérica y para el Perú, debido a que los aranceles aplicados por EE.UU. son menores. Pero al no ser una región manufacturera, es una ventana de oportunidad muy marginal para la región, y dudo que reconfigure mucho el comercio a nivel global de manera inmediata. América Latina es primordialmente una región que exporta productos primarios y materias primas, así que la oportunidad de atraer nuevas inversiones hacia la región para sustituir la manufactura de otras zonas del mundo es bastante relativa.
-La fórmula empleada por el gobierno de Trump para calcular los aranceles recíprocos aplicados a cada país ha sido ampliamente criticada, aunque la Casa Blanca la ha expuesto como un mecanismo basado en aspectos técnicos. ¿Le parece lógico el cálculo que se ha efectuado?
Ha sido una fórmula relativamente complicada. Pero si uno hace una correlación del nivel de déficit comercial de Estados Unidos con los países que recibieron los mayores niveles de aranceles, es cierto que hay una correlación bastante fuerte. Tal vez la fórmula está tratando de justificar el fin de una manera más compleja de lo que uno hubiese pensado, pero creo que el objetivo era, justamente, aplicar los mayores aranceles en donde Estados Unidos tiene mayor déficit comercial, y ese es el caso de China, Vietnam e Indonesia. Son destinos donde es evidente que Estados Unidos importa mucho más de lo que exporta. En el caso, por ejemplo, de países de América Latina, el arancel ha sido más bajo porque los déficits comerciales de EE.UU. frente a estas naciones son bastante más reducidos, o en algunos casos incluso hay superávit comercial a favor del país norteamericano.
-Trump ha justificado las medidas arancelarias argumentando que gracias a ellas se concretará una recaudación histórica para su país, incluso llegando a los billones. ¿Cree que esta mayor recaudación podría compensar el impacto que tendrá su política proteccionista?
Va a ser difícil, porque si se da una ralentización del crecimiento económico estadounidense y una repercusión sobre las utilidades en las empresas, que van a tener que pagar bastante más en costos por estos aranceles, es muy probable que esto impacte en la recaudación de impuesto a la renta de Estados Unidos, que es el impuesto que más recauda dicho país. Comparativamente, los aranceles no compensarían la caída en el impuesto a la renta. Uno pensaría que el mercado más grande del mundo es muy abierto, pero en términos económicos, las exportaciones e importaciones de EE.UU. llegan a un aproximado de 20% a 30% de su economía. Si uno compara a EE.UU. con Alemania, donde las exportaciones e importaciones llegan a representar hasta el 100% de la economía, puede notar que la actividad económica estadounidense es bastante más cerrada; más orientada al consumo de servicios que al comercio. Por ello, sería difícil que lo aranceles que deriven de su actividad comercial compensen la posible caída en el impuesto a la renta. Es muy probable que la recaudación se vea afectada si es que se da la ralentización del crecimiento en el mercado estadounidense que se prevé.
-También se sabe sobre una gran propuesta que está trabajando desde el partido republicano, liderado por Trump, para reducir considerablemente los niveles de impuesto a la renta.
Tal cual, y todavía no sabemos cuál va a ser la magnitud en dicha reducción. Nuestro escenario base es que se va a dar algún tipo de reducción en las tasas impositivas -sobre todo, en las tasas corporativas de impuesto a la renta-, y no vemos que la recaudación por aranceles compense eso. Son magnitudes totalmente distintas: el peso en la recaudación del impuesto a la renta en EE.UU. es mucho mayor.
-Con lo anunciado hasta el momento, ¿qué tan fuerte considera que será el impacto para la economía estadounidense? Ya hemos visto a algunos bancos de inversión realizando recortes en sus perspectivas de crecimiento…
Esperaríamos, justamente, ver un incremento de precios en EE.UU. por el traslado del costo de los aranceles. Es muy probable que la inflación salte este año. Es una inflación que debería ser transitoria si los aranceles no vuelven a aumentar a nivel generalizado. Pero el consumidor norteamericano debería estar preparado para pagar precios mayores sobre muchos de los productos importados en los próximos seis a nueve meses. Esto seguramente va a ralentizar el consumo, que es lo que ha estado sosteniendo el crecimiento de la economía estadounidense. Ahí es probable que veamos una desaceleración bastante marcada y, lamentablemente, una repercusión en menor demanda global para el comercio mundial. Y si se da una menor demanda del consumidor en EE.UU., también podrían reducirse los volúmenes exportados, pues los consumidores ya están sufriendo con la inflación que venía dándose desde hace varios años. Las políticas actuales agudizarán ese escenario, y aunque es probable que haya una normalización en el nivel de precios, eso se vería recién hacia el 2026.
-El objetivo de Trump, y lo ha repetido innumerables veces, es redireccionar la producción manufacturera a su país. ¿Considera que con las medidas arancelarias que se aplicarían tendrán éxito en ese ámbito?
Va a ser muy tímido lo que se mueva de producción a Estados Unidos, más allá de algunos giros muy estratégicos que pueden darse para evitar tanta volatilidad. Uno de los mayores costos de las grandes empresas estadounidenses es el de la mano de obra, y es por eso que tercerizan gran parte de su producción o la llevan a países donde ese costo es mucho menor. Hablamos de niveles de sueldo mucho menores que los que se perciben en Estados Unidos. Entonces, aunque los aranceles eleven los costos y la producción en Estados Unidos se vuelva ligeramente más atractiva, dudo que ello compense totalmente el costo de producir a nivel doméstico, si se suma además el costo de tener que instalar o crear nuevas líneas de producción, nuevas fábricas, o nuevas operaciones de ensamblaje. Todo eso se vuelve bastante costoso y por ello es muy probable que no se cumplan las ambiciosas metas del gobierno norteamericano. No creo que veamos un cambio radical o significativo en cuanto a la matriz de producción de muchas empresas norteamericanas.
-¿No tiene sentido, entonces, la estrategia de Trump de apostar por una mayor industria manufacturera? ¿No podría obtener los réditos que tanto anticipa?
Estados Unidos no es una economía manufacturera como las economías asiáticas, justamente porque mano de obra en EE.UU. es bastante más cara. Siendo EE.UU. una economía de servicios, es clave considerar que cualquier movimiento de la producción asiática hacia dicho país va a demorar y requerirá de inversiones multimillonarias. Muchas empresas han prometido con anterioridad que invertirán miles de millones en ese objetivo al que apunta Trump, pero si uno ve el recuento histórico de las veces que una gran empresa americana ha dicho que va a invertir esos montos absurdos, notará que casi nunca se terminan ejecutando esas inversiones. Es, sobre todo, un discurso para amistarse con el gobierno de turno. Lo único que buscan las empresas estadounidenses es minimizar sus costos, y van a buscar la forma de concretarlo. Considerando eso, honestamente, es muy difícil que la manufactura regrese a Estados Unidos, así sea mediante avances tecnológicos. A menos que sea manufactura altamente mecanizada y automatizada, es difícil que regrese si involucra mucha mano de obra.
-¿Coincide con el aumento de probabilidades de una potencial recesión en Estados Unidos a corto plazo?
Ese es un tema que seguimos debatiendo internamente en Moody’s. Los estadounidenses tienen una forma muy particular de definir una recesión y van más allá del número puntual de crecimiento del PBI, pues consideran también los indicadores de empleo. Nosotros tenemos esta idea de que dos trimestres de contracción equivalen a una recesión, y eso no es necesariamente cierto en el caso de EE.UU. [La posibilidad de una recesión] es una consideración, pero aún es difícil de predecir. Lo que posiblemente sí veremos es una ralentización bastante marcada en el crecimiento de Estados Unidos, por lo menos, este año, y veremos qué es lo que pasa el 2026 tras estos ajustes. Lo clave para anticipar una recesión va a ser el mercado laboral, y por el momento este se mantiene relativamente robusto. Siempre hay una demora entre las políticas públicas que se adoptan y cómo golpean al mercado laboral en EE.UU. Probablemente en tres a seis meses podamos empezar a ver el impacto sobre ese mercado y tener mayor claridad.
-Muchos analistas también prevén que Estados Unidos sufra una estanflación, que implica tener economía estancada con una inflación al alza. ¿Coinciden con esta perspectiva?
De manera muy preliminar hemos visto estudios que precisan que los aranceles podrían impactar en un aumento de hasta un punto porcentual en la inflación, que en este momento está situada en alrededor de 3%. Eso quiere decir que cuando se empiece a absorber el efecto de los aranceles en unos meses, estaríamos hablando de una inflación de más o menos 4% en EE.UU. Para algunos no parece mucho, pero sí golpea al consumidor americano. Es un efecto que debería ser transitorio, pero el nivel de precios se mantendría bastante más elevado, y ello resta en el ingreso disponible a los consumidores americanos.
-Desde el inicio del segundo gobierno de Trump, fue evidente la cercanía entre él y los CEO de grandes corporaciones como Amazon, Apple, Meta, entre otras empresas, pero muchas ya se han visto severamente impactadas por las recientes decisiones económicas a nivel de capitalización bursátil. ¿Cree que el sector privado de EE.UU. podría empezar a marcar distancia del mandatario estadounidense?
Creo que, por el contrario, van a tratar de hacer todo lo posible por acercarse al gobierno para buscar preferencias para sus sectores o para sus empresas, incluso subsidios, con el pretexto de que quieren aumentar el empleo o contratar a más gente dentro de Estados Unidos. Lo que aún no tengo claro es si estas últimas políticas empezarán a repercutir negativamente en las empresas medianas estadounidenses, que tienen menos acceso y menos poder de negociación. Ahí es donde pienso que uno podría ver mayor impacto en cuanto a desconfianza y malestar. Las empresas más grandes seguramente buscarán su comodidad, tratando de acercarse al gobierno. Pero aún así, basta con que veamos la reacción bastante negativa de los mercados financieros estos dos últimos días para reconocer que la confianza empresarial estará un poco más golpeada. Es un aspecto que aún genera muchas dudas, y esta gestión se ha categorizado, justamente, por generar incertidumbre.
-¿Considera que Estados Unidos va por un mal camino?
No sé si va por un mal camino, pero ya hemos visto varios episodios en el pasado donde se adoptan aranceles y en un gobierno después se revierten estas medidas (o dentro del mismo gobierno, como ya ha ocurrido). No creo que la política arancelaria sea permanente. Es una política ligeramente populista. Pero si el impacto sobre la economía es mayor al esperado, es altamente probable que otros gobiernos retrocedan en la medida. Es probable que veamos menor inversión en el corto plazo a raíz de esta incertidumbre, y a la espera de que cuando termine este gobierno, tal vez otro cambie las condiciones económicas.
-¿Y esa mayor incertidumbre podría tener impacto en cuanto a las decisiones de inversión en nuestro país?
La confianza del sector privado sí se podría ver negativamente impactada si la economía estadounidense retrocede. Pero como contraparte vemos que en el Perú se está viviendo una tranquilidad relativa frente a la volatilidad intensa que se vivió en los últimos siete años, y eso es favorable. Estamos ad portas de la elección, y gran parte de nuestra perspectiva aún conservadora para la economía peruana este año se justifica en que el proceso electoral podría limitar un poco la confianza empresarial. Pero si no ocurre eso, si tenemos una elección sin sobresaltos, y sin candidaturas demasiado extremistas de uno u otro lado, se abre una oportunidad para que exista una suerte de confianza en la economía peruana que luego nos lleve a un crecimiento más alto y sostenido. Ojalá que así sea, porque ya le toca al Perú crecer de forma sostenida después de muchos años.
-Si la economía de China se ve afectada por el impacto de la guerra arancelaria con EE.UU., ¿qué impacto podemos esperar para la economía peruana en el corto plazo?
El escenario base que estamos manejando es que la economía china no crezca tanto como habíamos proyectado a principios de año. Aunque China ya discute la posibilidad de implementar medidas de estímulo para promover su demanda y no verse tan afectada por los aranceles, es posible que sin ellas pierda medio punto de crecimiento y, en tal caso, hemos estimado que por cada medio punto de desaceleración de China, ello podría repercutir en un menor crecimiento de la economía peruana por hasta dos décimas. Pero lo interesante de este año, según hemos proyectado, es que los factores domésticos están pesando un poco más en crecimiento peruano que los factores externos. Típicamente es al revés, pero a raíz de la recuperación económica, los factores domésticos están pesando más, y eso es positivo.
-¿Cambiarán pronto sus proyecciones para la economía peruana?
Tenemos una proyección de crecimiento para el Perú de 2,8%. Está un poco baja. La queríamos revisar a 3,3%, algo que el BCP hizo recientemente, porque el primer trimestre viene bastante más fuerte de lo que esperábamos. Pero esta incertidumbre por los aranceles nos frenó. Queremos evaluar con mayor detalle cuál va a ser el impacto de los aranceles recíprocos sobre China, sobre el crecimiento global, y luego en menor medida sobre el Perú, para afinar nuestra proyección. Pero sí podemos adelantar que el balance es más hacia el alza que a la baja para la economía peruana gracias a que los factores domésticos tienen mayor peso. Se vive una tranquilidad y una recuperación relativa dentro del Perú que es bastante favorable para su actividad económica.