“Cosas Imposibles” no es solo el nuevo disco de Moncho Berry: es el resultado de tres años de decisiones, mudanzas y preguntas incómodas. Grabado entre Nueva York, Lima y Bogotá, el álbum marca un punto de quiebre en la carrera del músico peruano y abre una etapa más arriesgada, madura y consciente de su propio sonido.
El álbum llega tres años después de “Degenerado” (2022), un periodo que Berry describe como de tránsito y redefinición. “Una etapa más libre, más madura y más arriesgada. Porque, a veces, dejar ir es el acto más valiente”, resume el músico. Esa idea atraviesa las diez canciones del disco, que no funcionan como relatos aislados, sino como un recorrido emocional sobre el cambio, el riesgo y la necesidad de aceptar que algunas cosas —relaciones, estructuras, certezas— se vuelven imposibles de sostene.
“Cosas Imposibles” se fue gestando sin prisa, casi en paralelo a su antecesor. Berry comenzó a trabajarlo el mismo año en que lanzó Degenerado, en un momento personal que define como ambiguo: “Ni arriba ni abajo, pero consciente de que tenía que cambiar”. Esa conciencia se tradujo en decisiones concretas, empezando por el modo de grabación. La base del disco se registró en Manhattan, una elección cargada de simbolismo. “Grabamos la base en la misma ciudad donde Charly García grabó Clics Modernos, y no fue casualidad. Quería volver al origen, al fuego de los músicos tocando en una sala, a la energía humana sin filtros”, explica.
Ese espíritu atraviesa el sonido del álbum: cálido, orgánico, vivo. Lejos de una producción aséptica, Berry apostó por capturar la interacción real entre músicos, dejando que el error, el pulso y la imperfección también formen parte del resultado final. El proceso se completó entre Lima y Bogotá, ciudades que terminaron de moldear un disco tan nómada como su creador.

Punto de partida
Si hay una idea que sostiene Cosas Imposibles es la del riesgo entendido no como espectáculo, sino como necesidad. Para Berry, el título del disco no remite a sueños inalcanzables, sino a cargas que ya no se pueden sostener. “Las cosas imposibles son las que ya no nos sirven, las que se vuelven imposibles de sostener cuando sabemos que tenemos que dejarlas atrás”, afirma. Desde ahí, el álbum se permite transitar por distintos paisajes sonoros sin perder coherencia.
El disco fue coproducido junto al costarricense Julián Picado, productor nominado al Grammy Latino con experiencia junto a artistas como The Rolling Stones, Norah Jones y James Faulternoy. La alianza no solo fue técnica, sino estética. Picado aportó una mirada moderna que dialoga con referentes claros —Charly García, Illya Kuryaki, Jamiroquai, Parcels— sin caer en la nostalgia ni en la cita literal.

A lo largo de sus diez tracks, el álbum se mueve entre el soul, la psicodelia, el funk y el pop alternativo, incorporando colaboraciones de artistas cercanos a Berry como Nico Saba, Maya Endo, Carlos Cruzalegui y Humano en Tránsito. Más que feats estratégicos, son cruces naturales, construidos desde la afinidad creativa y el trabajo compartido.
“Cosas Imposibles” no busca complacer ni acomodarse al mercado: propone un sonido propio y una narrativa honesta. Es, en muchos sentidos, el disco más ambicioso de Moncho Berry, pero también el más claro en su intención. Un álbum que no promete respuestas, sino que invita a escuchar —y aceptar— ese momento incómodo en el que entendemos que cambiar ya no es una opción, sino una urgencia.












