sábado, diciembre 6

A través de la Resolución Ministerial 383-2025, publicada el 29 de agosto, el Ministerio de Educación (Minedu) detalló que “el acoso entre estudiantes (bullying o ciberbullying) no se presenta en niños de la primera infancia, es decir no existe bullying ni ciberbullying perpetrado por niños menores de 9 años”.

Durante años, estudiantes de esa edad eran señalados como agresores cuando surgían episodios de empujones, burlas o disputas, tanto por parte de las familias como de algunas autoridades escolares. Con las nuevas directrices, el Minedu establece una distinción fundamental entre conflicto y violencia, lo que redefine qué situaciones pueden ser consideradas bullying.

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El psicólogo educativo Roberto Flores explicó a El Comercio que esta medida, a la cual califica como “positiva y necesaria”, busca desestigmatizar a los menores que aún se encuentran en etapa formativa de su carácter y principios.

Es muy diferente hablar de bullying en niños de 6 o 7 años a hablarlo en chicos de 13 o 14 años. En el desarrollo del ser humano tenemos etapas en las que suceden ciertas purgas. Una ocurre a los 6 años y hay cambios importantes en la persona, lo mismo va ocurriendo alrededor de los 10, 11 o 12 años donde su capacidad de abstraer, reflexionar y generar su propio juicio crítico va a ir mejorando”, detalla el experto.

Flores destaca que con estas nuevas directrices el sistema educativo buscará tomar un enfoque más formativo y preventivo en el alumno generador de conflictos, mientras atiende tanto el origen de la conducta como a la víctima de estos actos.

Hasta el momento, asegura, lo que se había tenido era una visión punitiva que contribuía a etiquetar a un niño como agresor y con ello extendía el problema.

«Dentro de este fenómeno social que ocurre en el colegio y al que se le ha llamado bullying hay tres roles: la víctima, el agresor y el observador. Se debe trabajar para fomentar en ellos una mejor relación, quien toma el rol de agresor lo hace por algo, puede estar sufriendo algún tipo de abuso en casa, no se puede solo denunciar. Este tipo de medidas nos recuerda que hablamos de menores de edad, que su cerebro aún no termina de desarrollarse por completo y que las medidas que se tomen no solo serán más humanas sino que se enfocarán en el desarrollo de sus habilidades”, explica.

El especialista señala que el protocolo ante estos casos dictaba que el caso sea reportado a la SíSeVe, plataforma virtual del Minedu para casos de violencia escolar, llenar un acta, informar a los tutores “y había casos donde se sugería a los padres que realicen la denuncia policial”.

Desde su experiencia de más de 12 años en el campo, Flores asegura que estas medidas “causaban por lo general que el comportamiento del menor empeorara”.

He visto casos que no se manejaron bien, se le estigmatizó al menor, se tomaron decisiones inadecuadas como expulsarlo del colegio o cambiarle la modalidad en la que asistía a clases y finalmente si a un niño le dices que es una mala persona se lo terminará creyendo”, señala.

– «Las cosas por su nombre» –

Al ser consultadas por El Comercio, dos madres de familia con hijos entre los 8 y los 14 años expresaron que su primera impresión ante la redefinición por parte del Minedu era de “confusión” acompañada de la sensación de que se restarían responsabilidades.

Yo creo que sí se le debe calificar (como bullying) porque mientras esos niños van creciendo se quedarán con ese tipo de acciones. Si minimizamos sus actos y les quitamos un calificativo como tal todos seguiremos sufriendo por esto porque cuando sean más grandes lo verán como algo normal”, expresa a este Diario Carla Zevallos, madre de un niño de 14 años y una menor de 8.

Otra madre de familia que prefirió mantener el anonimato para evitar que su hijo sea señalado, aseguró que el niño diagnosticado con un trastorno de neurodesarrollo era objeto de burlas y agresiones por parte de compañeros, y ahora teme que con estas nuevas disposiciones “esto se tome como un problema de niños y no lo atiendan como es debido”.

Al respecto, Flores aclara que “no podemos negar que hay agresiones en los colegios, pero nosotros mismos debemos crear nuestros propios protocolos y marcos teóricos para, dentro de ellos, generar los enfoques de intervención que tendrán un mejor resultado”.

Según el psicólogo, muchos padres de familia consideran que si sus casos no son tipificados como bullying, no serán atendidos, pero esto no necesariamente sería así.

«No se necesita que un acto sea un caso de bullying para que se suba al portal SíSeVe, puedes subir cualquier tipo de agresión o acoso. Es importante transmitirle a esas familias que se hará algo, obviamente yo no mando a mi hijo a la escuela para que lo estén golpeando, a esos padres se les debe escuchar y validar su queja, pero a medida que el tiempo pasa deben ver que se están tomando acciones sin importar que el caso no se tipificó como bullying y así verán que hay procedimientos para mantener la seguridad entre estudiantes“, explica.

En efecto, El Comercio corroboró que SíSeVe contabiliza incidencias del tipo físico, sexual y psicológico, divididas en 16 subtipos que incluyen la discriminación, intimidación, trato humillante, aislamiento, entre otros.

Pese a ello, Zeballos considera que “quitándole el nombre se minimizan las cosas y se quitan responsabilidades”, aunque también muestra apertura al considerar que “me puedo equivocar y quizás el tiempo demuestre que tomarán los casos en serio a pesar de que el título o el nombre de la acción parezca maquillado”.

La otra madre de familia, por el contrario, mantuvo sus dudas sobre la medida al considerar que “parece un intento de deslindar de responsabilidades a las escuelas”.

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