En enero del 2021, Facebook -la red social propiedad de Meta– suspendió al entonces presidente Donald Trump tras el asalto al Capitolio de Estados Unidos por parte de sus seguidores, quienes afirmaban que las elecciones que dieron la victoria a Joe Biden habían sido amañadas. En ese momento, el CEO de la compañía, Mark Zuckerberg, justificó la decisión en una publicación, señalando que permitir que Trump continuara usando la plataforma representaba un riesgo demasiado alto tras los disturbios.
Cuatro años después de aquel suceso, que dejó cinco muertos y más de 700 personas arrestadas, Meta parece estar redefiniendo su estrategia. El cambio podría responder al nuevo panorama político con el inminente regreso de una administración republicana a la Casa Blanca.
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Nuevos miembros
El primer indicio de esta reorientación se refleja en el reciente nombramiento de tres nuevos miembros en la junta directiva de Meta, entre ellos Dana White, presidente y CEO de Ultimate Fighting Championship (UFC) y una figura muy cercana al presidente entrante, Donald Trump.
Los otros dos nuevos miembros son el magnate de la industria automotriz John Elkann y el inversor tecnológico Charlie Songhurst.
Sobre White, Zuckerberg destacó su éxito en la construcción de marcas globales, describiéndolo como un referente en el ámbito deportivo y empresarial.
El nombramiento se enmarca en un contexto en el que Zuckerberg parece buscar reforzar sus relaciones con la futura administración. Un ejemplo de ello es la reciente donación de un millón de dólares al fondo inaugural del presidente electo.
“Dana ha convertido a la UFC en una de las empresas deportivas más valiosas y de mayor crecimiento en el mundo. Lo admiro por su capacidad para construir una marca tan influyente”, declaró Zuckerberg.
Cabe señalar que Zuckerberg también practica artes marciales mixtas, y en el 2023 se llegó a especular sobre un combate en jaula con Elon Musk, aunque este nunca se llevó a cabo.
Cambio de estrategia
En paralelo, Meta ha anunciado que eliminará su programa de verificación de hechos (fact-checking) en Estados Unidos, lo que representa un giro importante en sus políticas de moderación de contenido.
El sistema será reemplazado por Notas Comunitarias, un modelo basado en verificaciones generadas por los usuarios, similar al implementado por X (anteriormente Twitter), la red social propiedad de Elon Musk, otro aliado de Trump.
“Hemos visto que este enfoque funciona en X, donde la comunidad decide cuándo las publicaciones son potencialmente engañosas y necesitan contexto adicional”, explicó Joel Kaplan, director de Asuntos Globales de Meta, en una publicación de blog.
Meta reconoció que sus esfuerzos por desarrollar sistemas complejos de moderación han ido “demasiado lejos” y que se han cometido “excesos” al censurar contenido.
Donald Trump dijo este martes 7 que el abrupto cambio de política de moderación de contenido de Meta estuvo “probablemente” motivado por sus amenazas contra el director ejecutivo Mark Zuckerberg.
Según la agencia de noticias AFP, en declaraciones a los periodistas en su residencia Mar-a-Lago (Florida), el gobernante electo estadounidenses expresó su satisfacción con la decisión de Meta y, cuando se le preguntó si creía que era una respuesta a sus amenazas contra Zuckerberg, respondió: “Probablemente, sí”.
Un guiño a la nueva administración
Los recientes movimientos de Meta sugieren una apertura hacia la próxima administración republicana y una búsqueda de mayor alineación con las tendencias actuales en redes sociales, reflejando una apuesta por la desregulación y la libertad de expresión impulsada por figuras como Musk y Trump.
Sin embargo, el contexto es más amplio que el regreso de Trump, comenta a El Comercio Erick Iriarte, experto en derecho digital. Las plataformas enfrentan regulaciones en Europa y Latinoamérica que buscan responsabilizarlas por el contenido, mientras que en Estados Unidos, especialmente en Texas, la tendencia es reducir la responsabilidad de las compañías y trasladarla a los usuarios. Zuckerberg ha sido claro en su discurso: Meta se centrará en combatir problemas graves como pedofilia, cibercrimen y terrorismo, dejando que los usuarios regulen el contenido cotidiano. Este enfoque no solo alinea a Meta con la nueva administración, sino que también responde a un objetivo económico: reducir los costos de moderación, que representan millones de dólares anuales.
Uno de los desafíos que esto plantea es la falta de alfabetización digital en la población. “Si los usuarios no están capacitados para discernir entre desinformación y contenido real, la desinformación puede proliferar rápidamente”, advierte Iriarte, experto en derecho digital. Aunque plataformas como Wikipedia han demostrado que los usuarios pueden autogestionar contenido con éxito, queda por ver si este modelo será efectivo en redes sociales con millones de publicaciones diarias.
Meta parece estar adoptando una postura más pragmática: “Si el gobierno no regula la desinformación, nosotros tampoco lo haremos. Solo nos enfocaremos en los delitos mayores”, refleja el discurso subyacente. Esta estrategia podría reforzar la polarización y erosionar la confianza de los usuarios, pero al mismo tiempo, asegura que la plataforma siga operativa con menores costos.
El giro de Meta marca un distanciamiento del modelo europeo de regulación que alguna vez Zuckerberg elogió tras el escándalo de Cambridge Analytica. Ahora, Meta y otras plataformas podrían seguir un camino más cercano al de Musk, dejando la moderación en manos de los usuarios y alejándose de responsabilidades directas sobre el contenido.