Iniciamos el 2025 con una delincuencia en constante expansión, sofisticada tecnológicamente, vinculada a múltiples economías criminales, más violenta y con mayores vínculos trasnacionales. Iniciamos con una delincuencia que aprovecha los vacíos del Estado, las carencias de la policía, un Congreso cómplice, crisis institucionales, la transversalidad de la corrupción, la falta de penales y el descontrol de los existentes.
Requerimos, este 2025, un Ejecutivo consentido de urgencia, metas claras de cumplimiento, fiscalización de la prensa y la sociedad civil, mayor participación privada, inversión en tecnología, acopio de información con bases de datos pues sin información no hay inteligencia. Inversión en investigación criminal y en criminalística, mayor capacitación técnica de la policía, cuerpos policiales con estructura transversal, sistémica e integral del delito, mejor coordinación e intercambio de información en tiempo real con la policía de otros países.
Hay problemas estructurales que no podrán resolverse en el corto plazo. Enfrentamos el 2025 un escenario electoral, con el alto riesgo de propuestas populistas sin la racionalidad técnica que se requiere para enfrentar la inseguridad. Por ello, o el actual gobierno actúa con responsabilidad los meses que quedan, o corremos el riesgo de una metástasis nacional desde el tumor de la inseguridad.