Dos aviones de combate Rafale del destacamento francés de la OTAN aguardan en la pista de la base de Siauliai, en Lituania. Esperan que sus camaradas neerlandeses salidos de Estonia con sus F-35 terminen una intercepción en espacio aéreo internacional de bombarderos rusos para asegurarse que no violen los limites de los aliados.
Desplegadas después de la adhesión de los países bálticos a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 2004, las patrullas aéreas en la zona fueron reforzadas en 2014 tras la anexión de Crimea por parte de Rusia y actualmente opera con tres destacamentos rotativos de los aliados, dos basados en Siauliai y otro en la base estonia de Amari.
Esta fuerza cuenta con cazas que vuelan varias veces por día, interceptando cualquier avión sospechoso de ser ruso para proteger Lituania, Letonia y Estonia, antiguas repúblicas soviéticas.
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Alerta reforzada
En la mañana soleada y ventosa en Siauliai, los cazas franceses despegan para su patrulla con casi una hora de retraso.
El comandante Mathieu, que dirige el contingente francés y que se identifica solamente con su nombre, explica que los neerlandeses estaban en “alerta reforzada” por la presencia de un “paquete” ruso que volaba cerca del límite de los espacios aéreos de Finlandia, Estonia y Suecia.
La Fuerza Aérea neerlandesa “hizo despegar sus F-35 el 17 de diciembre para interceptar dos SU-27 rusos (cazas Sukhoi) y dos bombarderos Backfire”(TU-22m), detalló el comando de la OTAN contactado por AFP.
El teniente coronel lituano Robertas Tumasonis, número dos de la base de Siauliai, afirma que desde el comienzo de la guerra en Ucrania, la cantidad de despegues por una alerta se triplicó.
Los rusos “vigilan la región del mar Báltico y los países de la OTAN. Es su rutina”, indica.
Dos o tres veces por semana se producen intercepciones que, según el comandante Mathieu, mantienen un tono “profesional” en el que cada uno se comporta de forma correcta.
La vigilancia implica que se active una alerta para verificar de qué tipo de avión se trata y asegurarse de que no entren en el espacio aéreo de los países bálticos.
Además de los fines de inteligencia, los rusos quieren “demostrar que tienen capacidades a pesar de la guerra en Ucrania”, explica Thomas, otro militar francés.
Los países bálticos, anexionados durante la Segunda Guerra Mundial, con represión y rusificación impuesta y que recuperaron su independencia a principios de la década de 1990, están particularmente vigilantes desde la invasión de Ucrania.
Estos recuerdos hacen que “para muchos lituanos, la OTAN es la primera o la segunda prioridad hoy en día”, destaca el teniente coronel Tumasonis.