domingo, diciembre 28

En las artes visuales, este año estuvo caracterizado por centenarios y celebradas retrospectivas. En el primer caso, se recordaron cien años del nacimiento de Fernando de Szyszlo (1925-2017) con exposiciones que no significaron grandes miradas sobre su trayectoria (una deuda pendiente), sino más bien focos de atención en determinados aspectos, como la exposición Szyszlo. 100 años desarrollada en el Museo de Arte Contemporáneo que reunió diez piezas de la colección del museo y buscó destacar el vínculo entre el artista y la institución; o la muestra bibliográfica en el Centro Cultural Garcilaso que exhibió documentos, fotografías, cartas, libros, videos y objetos, con los se trató de abarcar las múltiples dimensiones del personaje.

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Los otros centenarios que pasaron prácticamente desapercibidos fueron los de David Herskovitz (1925-2020) y Jorge Piqueras (1925-2020). En ambos casos han quedado pendientes exposiciones bien desarrolladas que permitan revisar y debatir la obra de estos grandes maestros de nuestra escena artística.

Retrospectivas

Una de las primeras retrospectivas del año fue “La piel de mi reino”, de Claudia Coca, realizada entre febrero y mayo, en la galería Germán Krüger Espantoso, del ICPNA, donde se reunieron desde sus primeros autorretratos hasta sus diversas intervenciones en el espacio público. En la misma sala se desarrolló, entre mayo y julio, la esperada exposición “Pinturas: dos décadas de color y memoria”, que reunió el trabajo pictórico de Enrique Polanco desarrollado entre 2004 y 2024. Se presentaron cerca de sesenta pinturas y una decena de serigrafías que nos permitieron ver en conjunto la obra de un artista que retrata una ciudad como Lima en todo su trágico esplendor.

Este mismo espacio fue el escenario, entre agosto y octubre, de “Miguel Aguirre: volumen I”. Exposición antológica, que posibilitó revisar el trabajo de uno de los artistas e investigadores más destacados del medio local, cuya obra —pinturas, instalaciones— explora en la representación y los significados de las imágenes en relación con la memoria familiar, la política, la historia y el arte mismo.

En esta misma línea antológica, se presentó desde noviembre, en la galería miraflorina del ICPNA, la exposición “Los alambristas. Gilda Mantilla & Raimond Chaves” que sintetizó 24 años de diálogo creativo entre ambos artistas. Y en el Museo del Grabado del ICPNA destacó la exposición “Álex Ángeles: Conexiones internas” (1984-2005), desarrollada entre setiembre y diciembre, que permitió ver la producción de una figura clave para el desarrollo del arte gráfico peruano.

El kené y otros sueños

Uno de los acontecimientos del año sucedió entre marzo y agosto en el Museo de Arte de Lima, con la presentación de “Sara Flores. Non Nete. Un sueño para una nación indígena”. La exposición reivindicó a una de las pioneras del arte del kené, esos patrones geométricos surgidos del conocimiento y la cosmovisión del universo shipibo-konibo. Las creaciones de Flores no solo han llamado la atención de curadores y coleccionistas, sino también de marcas internacionales de la moda y el diseño y de museos como el MET y el Guggenheim de Nueva York. Su nombre cobró mayor relevancia cuando fue elegida para representar a nuestro país en el Pabellón Peruano de la próxima Bienal de Venecia que se inaugurará en mayo de 2026.

En el MALI, "Sara Flores. Non Nete" fue una reivindicación de una pionera del arte del kené. Nos representará en la Bienal de Venecia en 2026.

Otro artista indígena contemporáneo que destacó en el circuito internacional fue Rember Yahuarcani, con exitosas participaciones en renombradas ferias como la londinense Frieze, Tokio Gendai y Art Basel Miami, además de su muestra individual en la Josh Lilley Gallery de Londres, con importantes adquisiciones de sus obras. En el arte vinculado con la Amazonía también sobresalió Roberto Huarcaya, quien fue finalista del prestigioso premio Prix Pictet 2025 y recreó, entre octubre y diciembre, en la Galería Juan Pardo Heeren, del ICPNA, su instalación Huellas cósmicas, presentada en la Bienal de Venecia 2024.

En Galería del Paseo, entre junio y julio, Nereida Apaza exhibió sus creaciones recientes bajo el título de “Luna nueva” y en el Centro Cultural Garcilaso, en setiembre y noviembre, el artista Brus Rubio presentó “Hijo del clan Siuekuduma, pinturas que recrean las mitologías de las naciones bora y murui”. También fue auspiciosa la inauguración, en octubre, de “Río Corrientes”, en Barranco, un nuevo taller galería dedicado al arte amazónico contemporáneo.

Paisaje, fotografía y grandes proyectos

Uno de los proyectos consolidados este año fue la publicación de “La mirada persistente”, un libro editado por Marisa Mujica que recupera la historia de la fotografía peruana desde el siglo XIX hasta la actualidad, y que dio origen a la didáctica muestra colectiva Retóricas del paisaje, en el Centro Cultural de la Universidad de Lima. Esta exposición formó parte del Festival MAC Foto, donde sobresalió también la antológica de Javier Silva “La luna del cóndor. Retrospectiva 1974-2024″, presentada en el MAC de Barranco, entre agosto y octubre.

Otro interesante proyecto de largo aliento fue “Cartografías XXY”, una exposición colectiva de artistas y curadores chilenos y peruanos, realizada en Casa Fugaz-Monumental Callao, entre junio y agosto, la cual reflexionó sobre los significados sociales y políticos de la migración, el mestizaje, la memoria y las formas colaborativas en el arte, a través de pinturas, serigrafías, tejidos, videoarte e instalación.

Sobre final de año, se materializó en el MALI y el MAC la imperdible exposición “El pensamiento es un jardín híbrido. Archivo Mariotti-Luy” (1964-2024), donde se exhiben centenares de objetos, documentos y obras que evidencian buena parte de la historia del arte vanguardista peruano y europeo.

La diversidad de las individualidades y colectivas

En un cruce entre arquitectura y pintura, este año también destacó la individual “Desde la vereda”, de Piero Quijano, desarrollada entre setiembre y noviembre en el Centro Cultural Garcilaso. La exposición reproduce algunos de los edificios más emblemáticos del movimiento moderno limeño (1940-1960). En este espacio, el artista Gonzalo García Callegari presentó, entre junio y julio, “Se busca una república”, muestra con la que continuó su reconocida serie de collages “Peruanismos” iniciada en 2009.

En la Galería Martín Yépez pueden resaltarse la colectiva “Pastelistas”, realizada en mayo, y dos muestras montadas entre junio y julio que exploraron lo urbano de manera distinta: “Senda & Poder”, del artista y arquitecto Héctor Chiang, que entrelaza filosofía taoísta, fotografía e instalación, y los dibujos de “Habitar el silencio-Parte II”, de Fiorella Franco. Mientras tanto, en la revitalizada Galería Forum, de Miraflores, sobresalieron en junio la colectiva “El extraño fulgor de las cosas” y en diciembre “Transitar la Luna”, obras geométricas siempre sugerentes de Patrick Tschudi.

Entre las exposiciones recientes se pueden mencionar “Paseos nocturnos”, de Sara Merel, una secuencia de cuadros abstractos que juegan con la arquitectura moderna y los efectos cromáticos del color; y “Carpe Diem”, una colectiva que reúne el trabajo de 50 artistas peruanos, ambas en la galería Índigo de San Isidro. En la Galería de Arte Moll, José Luis Carranza exhibió “Lo que habita en la oscuridad”, entre octubre y noviembre, y Akira Chinen muestra hasta fin de mes sus elaborados dibujos bajo el título de “Ubi Sunt”.

Hasta hace unos días, la sala virtual Yvonne Sanguinetti presentó Los extravíos gestuales…el buen puerto, obras de José Cortez, uno de los herederos en nuestro medio de la impronta del expresionismo abstracto. Finalmente, fue nutrida la convocatoria del Premio ICPNA Arte Contemporáneo, donde resultó ganadora la obra “Barbecho”, de Manuel Limay.

Además…

Hasta siempre

Entre los personajes que partieron este 2025, recordaremos siempre la capacidad y perseverancia de Élida Román, fallecida el 18 de marzo, quien como galerista, curadora y crítica contribuyó enormemente en el desarrollo del arte contemporáneo local. Otro personaje que dejó un gran vacío en la escena artística fue el maestro trujillano Gerardo Chávez, fallecido el 22 de junio, a los 87 años. Sus obras en grandes formatos, su estilo único y sus intentos por dotar a su ciudad natal de museos y centros culturales forman parte de su inmenso legado. 

El 20 de septiembre partió el pintor Carlos Ostolaza, quien será recordado por sus retratos, sobre todo de niños, y por su vinculación con movimientos poéticos como Hora Zero. También fue sentido el fallecimiento, el 6 de diciembre, de Carlos Runcie Tanaka, a los 67 años, quien hizo de la cerámica su medio de expresión, con esculturas e instalaciones marcadas por una enorme espiritualidad. El 17 de diciembre nos dejó Óscar Allain, a los 103 años, un prolífico pintor dedicado a perennizar escenas de la vida peruana. 

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