Ese es el deseo, ahora veamos las contingencias. En primer lugar, todo es tan improvisado que el decreto se decidió a última hora. Resulta que el 20 de octubre, César Acuña, gobernador de La Libertad, propuso en carta oficial a Boluarte que el 2025 sea el ‘Año del Bicentenario de José Faustino Sánchez Carrión’, el nunca bien ponderado padre civil de la república oriundo de la ciudad liberteña de Huamachuco. La propuesta fue acogida por el gobierno. Hasta que la mandó al traste. Si Dina ni siquiera viajó a la Pampa de la Quinua el 9 de diciembre para celebrar el bicentenario de la batalla de Ayacucho, menos le importaba festejar a un peruano para ella remoto.
Por supuesto, es mejor que el año se llame como algo que le provoque contar a quien tiene la sartén por el mango. La narrativa de ‘la economía que crece gracias a inversiones y destrabes trascendentes promovidos por un gabinete incomprendido y vapuleado por odiadores caviares’ es más atractiva que el rollo del bicentenario, claro que sí. En realidad, sin que el gobierno la promoviera, ya se estaba difundiendo con éxito la narrativa de la promesa dinamizadora de Chancay y la tutela del gran socio chino, y empezó a calar hondo en el deprimido emprendedurismo nacional. Había que colgarse de ello sí o sí. Dina ha demorado en hacerlo porque estaba más concentrada en la cumbre de APEC por el fasto diplomático y el protocolo de reunir y codearse con los grandes del Pacífico. Nos vendió más el protocolo y el ‘name dropping’ de líderes extranjeros que la visita de Xi Jinping y el puerto, inaugurado virtualmente en Palacio. Así las cosas, el efecto APEC ni se notó en las encuestas. Seguirá pegando este año la ensoñación de Chancay-Shanghái, pero es privatista, lo que dificulta que el gobierno se la apropie.
Con el debut, aún en etapa preliminar, del puerto, pasó el primer pico del relato, pero cualquier noticia ligada a él será importante en la narración. El gobierno bregará por tener un calendario de inauguraciones, licitaciones, anuncios donde se vea que su mano mece la cuna del progreso de Chancay y del progreso en general; pero los tiempos y las dificultades para concretar lo evaluado abruman. Por ejemplo, el PIA (Parque Industrial de Ancón), el complemento para materializar el sueño de las exportaciones diversificadas y con valor agregado, figura en la cartera de Proinversión con $762 millones, en fase de transacción. De ahí a la ejecución, hay mucho trecho. Lo mismo se puede decir de los proyectos ferroviarios y viales en torno al eje de Chancay.
La principal contingencia/atingencia a la narrativa del DS 149-2024-PCM es que si bien la idea de la recuperación/consolidación económica encuentra respaldo en el discreto crecimiento de 3% proyectado para el 2025; es que, para que reditúe al gobierno, tendría que estar acompañada de anuncios de planes de acceso al crédito y de reformas trascendentes de la regulación y atención a los ciudadanos pequeños empresarios, que aviven el entusiasmo narrativo del emprendedurismo, asociándolo, de alguna manera, al gobierno. ‘El Perú avanza’, lema oficial durante el segundo gobierno de Alan García y el llamado, con retórica tecnocrática, al ‘destrabe’ y al ‘cierre de brechas’ durante los gobiernos posteriores, fueron variantes de esta misma narrativa, con mejores cifras que las actuales. Sin embargo, aún para esos gobiernos con mayor aprobación que este, les fue difícil oír ese ‘click’ de una narrativa/política pública enganchando a millones de emprendedores autoempleados e informales.
Pero, ¿y la inseguridad?
Si tomamos a las encuestas como guía, una narrativa de gobierno aún más esperada que la de la reactivación, tendría que versar sobre la inseguridad ciudadana; pero es muy poco lo que Dina Boluarte y su gabinete pueden decir al respecto. Su silencio nos confirma que, igual o más que en el 2024, en el 2025 las narrativas ‘criminosas’ más populares no se van a contar desde el gobierno o el Congreso, sino contra ambos. Dina y el Congreso aparecerán como apañadores, sino cómplices, del crimen. Los precandidatos al 2026 contribuirán a subrayar las culpas de Estado en estos cuentos. Si el 2024 fue el año de los Rolex y la cirugía, este año la trama del escándalo de Frigoinca y el programa Qali Warmi (rebautizado Wasi Mikuna) amenaza al entorno de Dina y afecta a su jefe de gabinete técnico, Fredy Hinojosa, nada menos que vocero de las narrativas presidenciales.
Pronto, cuando Dina se apreste a partir a la cumbre de Davos en Suiza entre el 20 y el 24 de enero (la Comisión Permanente autorizó el viaje), podremos ver el enfrentamiento de la narrativa de la consolidación de la economía –’la presidenta viaja a atraer inversiones’ dirán sus voceros ministeriales- frente a la narrativa protagonizada por una presidenta frívola que viaja por gusto, y se preocupa más por su apariencia que por los dramas de los peruanos extorsionados. Esta narrativa se liga a aquella contra el Congreso y sus bancadas como aliados de Boluarte por razones crematísticas. La noticia de una red de prostitución surgida a expensas de la administración congresal ha avivado el espíritu antiparlamentario del cuento.
A medida que caliente la dinámica prelectoral, los precandidatos van a reforzar estas narrativas contra el poder actual, con los más diversos subrayados y enfoques. Como entremés, para enero, tenemos, por cortesía del alcalde limeño Rafael López Aliaga, un debate sobre la hispanidad nacional. Para calentar ese debate, RLA ha decidido regresar la estatua de Francisco Pizarro a la proximidad de la Plaza Mayor y celebrar el 490 aniversario de Lima abrazando símbolos hispanos. Sin embargo, las narrativas sobre cuán españoles o indígenas somos, no conectan con las preocupaciones peruanas esenciales en torno a la inseguridad, la economía y la política. Ahí están los filones temáticos sobre los que queremos oír cuentos que nos convenzan.
Un relato contra el poder que puede tomar cuerpo gracias a los precandidatos ensayando su oferta electoral al 2026, es este: desharemos los entuertos de este Congreso aliado con Dina, que ha ayudado a los criminales, ha desordenado la economía y ha creado un Estado pesado, caro, desatento con el ciudadano y ‘ocioso’ (el adjetivo no es forzado, la abundancia de feriados del sector público lo hacen pertinente). RLA, por ejemplo, ensaya su manera de contar el cuento del ‘ministerio tal y cual, afuera’ a lo Javier Milei. En el lado opuesto del espectro, la izquierda, ya sea la dura o la progresista ‘caviar’, hay una suerte de depresión o desconcierto narrativo que no sale del muy simplón ‘que se vayan todos’ o del plebiscitario y desfasado ‘asamblea constituyente para que el pueblo decida las reglas del pacto social’. La derecha le ha ganado la iniciativa en varios filones. Hablen, líderes de todo el espectro. Queremos oír sus cuentos.