Entre acordes de bachata y recuerdos que huelen a mar, Pablo Saldarriaga vuelve al escenario con una propuesta que late con el corazón del Caribe y la melancolía del migrante. “Visa para un sueño”, su más reciente creación, es más que un musical: es un viaje emocional donde el amor, la nostalgia y la esperanza bailan al ritmo de los temas de Juan Luis Guerra.
La obra reúne once temas icónicos del cantautor dominicano para narrar la historia de Juan Luis, un joven hijo de migrantes que se enamora de Rosalía, una universitaria de clase alta. Una historia sencilla, pero tan humana como universal: el amor que persiste pese a las fronteras, la distancia, las diferencias y las despedidas.
“Estamos viviendo un tiempo en el que uno no puede quedarse esperando que lo llamen. Hay que crear, salir con tu propio material”, confiesa Saldarriaga, quien escribió y dirige el montaje. La chispa del proyecto nació casi como un juego con una amiga productora. “Le dije que tenía una idea. Y de pronto todo empezó a volverse real. Sentí que la cosa se calentaba, que ya estábamos en marcha, y me dije: uy, diablos, esto va en serio”.
El espectáculo combina música en vivo, danza contemporánea y narrativa escénica. Sobre el escenario, el propio Saldarriaga canta junto a José Roberto Terry —guitarrista de Los Juanelos—, acompañados por los bailarines Cecilia González-Otoya y Fabián Cuadros. El resultado: un montaje íntimo, emotivo, que se mueve entre la alegría caribeña y la dulzura de la añoranza.
La banda sonora del viaje es un mapa de emociones: “Visa para un sueño”, “Me enamoro de ella”, “Burbujas de amor”, “Rosalía”, “El primo” y “Mi PC”. Estas canciones, reinterpretadas para el escenario, acompañan una historia de amor que florece justo cuando las redes sociales comienzan a transformar la forma de comunicarse. En ese mundo nuevo, los mensajes laten en una pantalla, las promesas se guardan en perfiles y la tecnología se convierte en testigo de una época en que decir “te extraño” aprendió a escribirse en línea.
“Juan Luis Guerra tiene esa magia de hablar de amor y migración con ternura, sin dramatismos. Su lenguaje es cálido, caribeño. Perfecto para tratar la nostalgia sin perder la esperanza”, dice el actor, quien reconoce que escribir esta historia también fue una forma de adentrarse en sus recuerdos.
“A veces, mientras escribía, lloraba solo. Porque uno pone ahí cosas propias: viajes, amores, despedidas. Todo eso se cuela en el guion sin que te des cuenta”, confiesa Saldarriaga.
Consciente de que la forma de expresar amor cambia con el tiempo, añade: “He tenido relaciones intensas, y quizá por eso me interesa observar cómo lo viven hoy los jóvenes. Como profesor universitario, he compartido con ellos otras formas de entender el afecto, muy distintas a las que nosotros conocimos”.

¿Vuelve «La gran sangre»?
Esa nostalgia lo conecta inevitablemente con otros capítulos de su vida artística. Cuando se le menciona el próximo regreso de “La gran sangre”, el actor responde con cautela.
“Le escribí a Jorge Carmona, también a Miyashiro. No sé si me llamarán; si llega a darse, espero que me llamen porque me encanta el trabajo que hacen ellos juntos. No sé cómo estarán manejando la situación de la película”. Cuenta que hoy forma parte de un canal de streaming que ha sido “muy crítico y muy polémico en un montón de cosas”. Y, entre risas, reconoce: “Supongo que yo no soy bienvenido en varios lugares por mis ideas, y Gabo (Gabriel Calvo) menos”.

Saldarriaga, que alguna vez lideró bandas de funk y ha explorado el teatro, el cine y la televisión, parece encontrar en el escenario su punto de equilibrio: “A mí me gusta tocar con bandas, sentir la energía viva. El teatro musical me da eso: la mezcla de palabra, ritmo y emoción. Para mí, el arte es la visa que nos permite seguir soñando”.
En “Visa para un sueño” no solo se canta al amor; también se rinde homenaje a quienes partieron, a quienes buscan un lugar en el mundo. Es un recordatorio de que, aunque cambien los escenarios, lo esencial —el deseo de conectar, de sentir, de seguir creando— permanece intacto.
Y así, entre risas, lágrimas y compases de bachata, Pablo Saldarriaga nos invita a cruzar una frontera invisible: la del corazón. Porque hay visas que no se sellan en un pasaporte, sino en el alma.
Además…
“Visa para un sueño” se presentará los días 19, 20, 26 y 27 de noviembre, a las 9 p. m., en la Peña del Carajo, en Barranco. Las entradas están a la venta en Joinnus.












