Puede decirse que todo libro de poesía propone un territorio, pero pocas veces eso ha sido tan cierto como con “Arroyo Maldonado”, la nueva entrega de Mario Montalbetti. Ya su título mismo supone una demarcación geográfica que juega a volverse decurso mental de una individualidad que se proyecta a la naturaleza y a la urbe.
MIRA: El manuscrito de una amistad
Montalbetti ha poblado su ciudad personal de cosas no dichas, de significados que tienen una relación de amor-odio con sus significantes, la ha llenado de silencios que pueden ser orientales o peruanos, y de misteriosos volkswágenes escarabajo (un guiño a uno de los poemas más entrañables de “Perro negro”).
No es esta una ciudad que nos quiere, sino que nos expulsa. Una hostilidad manifiesta que el poeta acredita (“La ciudad ha terminado. Ya nadie vive en ella / No recuerdo si alguien más lo hizo. / Los limeños fueron los últimos en destrozar todo”, p.27). Un hostilidad que, además, está signada por una suerte de chantaje existencial al que es imposible sustraerse (“Lo que la ciudad, a su manera, / lo que cualquier ciudad nos trata de decir, / es que lo que sea que te da abrigo / y alimento / y luego te dice jódete / merece alabarse”, p. 42).
¿Y hacia dónde nos expulsa esta urbe soberbia y defectuosa? Hacia espacios naturales que son más zonas de tregua que cotos de conciliación. Si la ciudad se deshace para no acoger, la naturaleza y sus emisarios son esencialmente dinámicos y en ese vértigo constante se vuelven esclarecedores, entretanto las monolíticas construcciones humanas -tanto las materiales como las intelectuales- solo sirven para dejar inacabado lo que se consolidaba como precisa esencia. Montalbetti lo ilustra con provecho en “Notas sobre el tercer vodka”: “Gira el colibrí negro en torno a un níspero. / El colibrí emite un chirrido ininteligible. Yo creo poder adivinar lo que dice. Dice, digo: es un níspero. / Comparado con el colibrí, yo estoy inmóvil” (p.19). Estas meditaciones, en ocasiones signadas por la muerte y sus enigmas, son conjuradas por esa “liebre corriendo por el campo nevado” que cierra el bello poema “Matema”.
Montalbetti es un poeta de dilatada carrera (hace poco apareció el voluminoso tomo de sus libros reunidos), por lo que es pertinente preguntarse qué lugar ocupa “Arroyo Maldonado” en su bibliografía. En comparación con otros títulos como “Fin desierto”, “Cinco segundos de horizonte” o “Ocho cuartetas”, este es un conjunto menor. No aporta nada demasiado novedoso a una obra distinguida precisamente por acumular hallazgos que la han destacado sobre otros proyectos. Sin embargo, recabamos en estos poemas la transparente actitud de un autor que ha decidido sostener sus textos en la destrucción y parodia de los lugares comunes mediante un implacable desnudamiento y requisitoria del lenguaje. Se accede así a los códigos de un dolor privado, contenido y apenas vislumbrable, pero cuyos escasos rastros bastan para dotar a la poesía de Montalbetti de un hálito que trasciende cualquiera de las clasificaciones al uso. En esa inaprensibilidad está su fortaleza.
«ARROYO MALDONADO»
Autor: Mario Montalbetti
Editorial: Personaje Secundario, 2025. 47 pp.
Relación con el autor: cordial.
Valoración: 3 estrellas de cinco posibles.











