El presidente electo Donald Trump dijo en su primera entrevista televisiva tras las elecciones que deportará a todos los que se encuentren ilegalmente en Estados Unidos, lo que sumaría más de 12 millones de personas. Pero recuerden mis palabras: eso no va a pasar.
Hay razones prácticas, legales y económicas por las que Trump no podrá acercarse ni remotamente a deportar a todos los indocumentados.
Cuando le preguntaron en su entrevista con la cadena NBC si su plan es “deportar en los próximos cuatro años a todos los que están aquí ilegalmente”, Trump respondió: “Bueno, creo que hay que hacerlo”.
Trump dijo que comenzará por deportar a los inmigrantes que tengan antecedentes penales. El encargado del control fronterizo designado por Trump, Tom Homan, afirmó que hay 1,5 millones de inmigrantes con antecedentes penales. Según datos oficiales de la agencia de Inmigración y Control de Aduanas , la cifra real es de 660.000. La mayoría de los expertos en inmigración dice que Trump puede aumentar marginalmente el número de deportaciones, pero nunca llegar a expulsar a 12 millones o más.
Para poner las cifras en perspectiva, Trump deportó a 1,5 millones de inmigrantes durante sus cuatro años en la presidencia. Joe Biden habrá deportado una cifra similar durante sus cuatro años en el poder, sin contar las expulsiones bajo la ya extinta orden conocida como Título 42 para prevenir la propagación del COVID-19.
En primer lugar, si el pasado es una indicación, hay que tomar con pinzas las promesas de campaña de Trump. El presidente electo comenzó su primera campaña presidencial del 2016 prometiendo que construiría un muro a lo largo de los 3.200 km de frontera y que “haré que México pague por ese muro”. Pero no hizo ni una cosa ni la otra. Trump solo construyó 5 km nuevos de muro fronterizo y México nunca pagó un centavo por ellas, según el sitio de verificación de datos PolitiFact.
En segundo lugar, deportar a más de 12 millones de indocumentados sería increíblemente caro. Según un estudio del American Immigration Council, costaría al menos US$315.000 millones, “y esa sería una estimación muy conservadora”. La cifra ni siquiera tiene en cuenta el costo de construir cárceles para más de 12 millones de potenciales deportados.
En tercer lugar, deportar a todos los indocumentados causaría estragos en las industrias de la construcción, la agricultura y la gastronomía, que dependen en buena medida de trabajadores indocumentados.
En cuarto lugar, habría enormes obstáculos legales para deportar a todos los indocumentados, porque la Constitución garantiza el debido proceso a todas las personas que viven en el país, incluidos los inmigrantes indocumentados.
Por último, puede que cada vez más estadounidenses se den cuenta de que Trump miente cuando dice que hay una “invasión” de indocumentados: la hubo en el 2022 y el 2023, pero el flujo de indocumentados cayó un 60% en el 2024, según las cifras oficiales. Trump omite mencionar que su famosa “invasión” ya no existe.
Lo más preocupante es que Trump, quien ha dicho que los inmigrantes están “envenenando la sangre de nuestro país”, use a los indocumentados con fines políticos para mantener entusiasmada a su base. Me temo que eso, además de causar daño a la economía, contribuirá a aumentar el racismo.
–Glosado y editado–
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