Jueves, Mayo 16

La violencia exacerbada de las barras bravas no cesa. Raúl Castro, antropólogo y decano de la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Científica del Sur, conversó con El Comercio sobre esta alarmante situación, cuya solución requiere de una respuesta integral de todos los integrantes de la sociedad.

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—En entrevistas previas sobre los reiterados enfrentamientos entre barristas, usted señaló que el “guerreo” es un ritual característico de las barras. ¿En qué consiste?

Entre los fanáticos de un club, existen grupos violentos que llevan su afición al extremo a través de expresiones de fuerza y contienda con grupos similares. Por eso, además del ritual del aliento, ellos buscan permanentemente la confrontación violenta en las calles. Los ingleses lo llaman aggro.

Además de irse a los golpes, el “guerreo” representa una prueba simbólica de prestigio para que los fanáticos violentos accedan a un estatus mejor considerado en su grupo.

—¿Por qué la violencia continúa arraigada al fútbol peruano?

Es una expresión de la escalada de la violencia en distintos ámbitos de la sociedad y de la crisis institucional en el país. Lamentablemente, los recientes gobiernos han demostrado un abandono total de la gestión de la inseguridad.

Los aficionados delincuenciales están posicionados en diferentes zonas de la ciudad. Entonces, la ausencia del gobierno central y las autoridades locales en estas zonas permite su presencia.

—Precisamente, la desatención de las autoridades al incremento de la violencia ha permitido que adolescentes menores de 14 años integren las barras bravas, como se descubrió en febrero tras un tiroteo en Santa Anita antes de un partido de la ‘U’.

Así es. Incluso se les observa usando armas. Y esto ocurre porque hay una estructura social que permite la presencia de las barras bravas, así como de las organizaciones criminales, mafias de trata de personas, cobradores de cupos, etcétera.

Las barras bravas se han convertido en las divisiones menores de las organizaciones criminales. Por eso reclutan a niños, que están en búsqueda de su identidad a través de los grupos y ejemplos que encuentran en su entorno. Esto es alarmante y transmite la sensación de que las fuerzas criminales han ganado la partida a las autoridades del orden en algunas zonas de la ciudad.

Imagen de «Los Menores De Nocheto Grone», grupo de barristas de Alianza Lima que tiene a menores de edad entres sus filas.

—Los enfrentamientos entre barristas en la zona de Jesús María cercana a la Av. Brasil son constantes, porque se considera que esta área “es de los hinchas de la ‘U’”. Lo mismo ocurre en otras zonas de Lima. ¿A qué se debe esta supuesta apropiación de los espacios?

A una lucha territorial. La marcación territorial es una expresión característica de la confrontación y medición de fuerzas entre las barras.

—¿Los medios y la ciudadanía debe seguir llamándolos “supuestos barristas”?

Entre todos los fanáticos de un club, un pequeño grupo realiza actividades delincuenciales. Las peleas en las calles y daños a los bienes públicos son sus conductas tradicionales. Y existe una escala mayor de esta práctica violenta, como la extorsión a dirigentes y jugadores.

Entonces, los aficionados criminalizados no merecen ser llamados “supuestos barristas”, sino delincuentes.

-¿A qué otras expresiones violentas y normalizadas en nuestro país está vinculada la violencia que demuestran las barras?

El machismo, por ejemplo. El comportamiento de los aficionados violentos responde a prácticas asociadas a una masculinidad agresiva, como resolver las cosas a partir de la contienda física.

-¿Quiénes son los actores encargados de erradicar la violencia en el fútbol? ¿Qué deben hacer para lograr este objetivo?

La principal responsabilidad la tienen los clubes. Los clubes tienen información sobre las personas que componen las barras y deben brindarla a las autoridades locales y la Policía. La Policía debe reforzar el trabajo de inteligencia para identificar, intervenir y aislar a los hinchas violentos de los espectáculos deportivos. Lamentablemente, esa estrategia no existe.

Por último, los hinchas que no incurren en actos criminales deben deslindar de los aficionados violentos y brindar información para sacarlos.

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